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Niña Pastori: «Me quedo con lo de niña, no me veo de anciana Pastori»

Niña Pastori: «Me quedo con lo de niña, no me veo de anciana Pastori»
Niña Pastori: «Me quedo con lo de niña, no me veo de anciana Pastori»larazon

Publica «Ámame como soy», un trabajo con el que pone voz flamenca a sonidos latinos y en el que se rodea de grandes colaboraciones.

Niña Pastori sigue evolucionando disco a disco. La de San Fernando (1978) no se queda atada por la raíz, sino que se busca a sí misma en todas las orillas del cante, también en las del otro lado del charco. Acaba de publicar «Ámame como soy», un nuevo trabajo en el que se atreve con el bolero, y hasta un poco de salsa, para lo que ha buscado la mejor ayuda: Rubén Blades, Juan Luis Guerra, Pancho Céspedes y hasta Sara Baras cantan con ella en este trabajo.

–Un reto nuevo siempre entraña riesgo.

–Sí, pero me siento muy bien en todos los sentidos. Tengo más ganas que nunca en mi vida diaria, es como si a los 37 años me sintiera más joven que nunca. Mi madre siempre me dice que su mejor época fue al cumplir los 40, y empiezo a creer que tiene razón, porque con cierta madurez tienes las cosas más claras. Voy a seguir en lo que hago. Me gusta mucho.

–Además de las versiones ha compuesto tres canciones originales. Una de ellas para Cádiz.

-Siempre. Mi tierra yo la nombro mucho. Me acuerdo bastante de ella, de lo vivido y de la luz que tiene. En mi imaginación siempre está presente el mar. Y después están mis niñas, que cuando las miro tengo ganas de escribirles algo.

–Otra canción es para una de ellas.

–Sí, para Pastora, la mayor. Porque la escribí hace tiempo, cuando era pequeñita. Por eso dice «Cómo te digo las cosas si apenas tú me entiendes / correteas por la casa / y apenas tienes dos dientes», pero antes no la encajaba en el repertorio de los otros discos. Se quedó ahí, porque «Chaboli» (su marido, hijo de Jeros, de Los Chichos) y yo tenemos muchas cositas y siempre las vamos guardando. Pero algunas se quedan fuera.

–¿Qué le ha dado como artista la maternidad?

–Mucho, porque es lo máximo para una mujer. Son experiencias que te marcan, pero a un artista le afecta todo, lo bueno y lo malo. Creo que incluso lo malo te afecta más. Son sentimientos que uno luego expresa y cualquier tontería te puede afectar a un disco. Imagínate ser madre.

–¿Y a la hora de cantar?

–Pienso que te da otro peso, porque te lo da como persona. Ya te cambia la manera de pensar. Mi madre me lo recuerda, que somos animales. Yo era muy dormilona antes. Solo quería dormir y mi madre echaba a las visitas. Y me levantaba para comer, porque siempre estaba viajando. No quería otra cosa que dormir. Y me preocupaba si la niña lloraba y yo no me enteraba. Y desde que soy madre oigo sus pasos desde la otra habitación. María va descalza y sólo tiene tres años, pero de noche me entero si mueve una pestaña.

–Usted cantó embarazada.

–De las dos. De María estuve de gira hasta el séptimo mes y de Pastora grabé el disco entero de seis o siete meses, con una barriga enorme. Tu vida tampoco tiene por qué cambiar.

–Dicen que escuchan todo lo que ocurre fuera del vientre, así que igual le salen cantaoras.

–No sé. Si cantan, genial. Pero yo no tengo esa cosa de esos padres artistas. No es algo que me importe. Adoro lo que hago, pero creo que ellas tienen que hacer lo que sientan. Es muy importante que sea así porque hay que levantarse cada mañana y hacerlo con ganas. Hay complicaciones y esfuerzos que hacer. No es igual que yo hable contigo gustosamente en este momento o que lo haga de mala manera. Pienso que para ti y para mí y para los que lean esta conversación, tiene que hacerse con cariño.

–Hay un mito que dice que el cantaor tiene que haber vivido para poder cantar.

–Es verdad, y eso que yo no he pasado cosas fuertes. Mi generación no es tan sufridora como la de mi madre o la de mi abuela y las vivencias son importantes porque no es lo mismo cantarle al amor desde una perspectiva que otra

–¿Ser menos sufridora influye en su cante?

–Es que tampoco somos como los artistas de antes, que iban de artistas y vestidos como tales de la mañana a la noche. Y no creas, que no hacían ciertas cosas. Y hoy es todo más normal, porque yo voy al cine...

–Niña Pastori va a hacer la compra...

–Claro, y sé dónde comprar las cosas que les gustan a mis hijas si tienen hambre. Lo hago yo porque me gusta controlar eso. Es una actitud diferente.

–Las desgracias tampoco les deben ser ajenas a los artistas.

–Claro. Pero a mí lo que me cambió es la maternidad. Desde entonces miro al ser humano de diferente forma. A la carne, a la piel.

–¿Por qué?

–No lo sé. Siempre he sido familiar, pero fue una experiencia que me marcó y me hizo cambiar de perspectiva. Con lo que duele un hijo... con lo que se les quiere. Con lo que cuesta, miras de diferente forma.

–¿Y se escucha a usted misma de forma diferente?

–Pienso que sí, que te cambia el color de la voz. Está más hecha o más grave. Hay otra compostura, y es normal. Yo ya conozco mis cualidades y las exprimo o las escondo.

–Se va a quedar con lo de niña para siempre.

–Ya me voy a quedar así. Lo de anciana Pastori no lo veo (risas).