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Pires: pianismo ingrávido

Ciclo La Filarmónica. Obras de Haydn, Mozart y Beethoven. Piano: Maria Joao Pires. Orquesta Sinfónica de Viena. Dir.: Adam Fischer. Auditorio Nacional. Madrid: 4-XII-2013.
La Razón
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Las constantes de pianista exquisita de Pires se mantienen a través de los años. Conserva ese sonido redondo y refinado, ese pianismo ingrávido, ese fraseo natural y exquisito, esos ataques certeros y muelles. Su apoyo a la nota es muy personal, con las pequeñas manos como palomas en permanente revoloteo, flotantes y sigilosas, dibujando un trazo alado y casi etéreo, pero en modo alguno desprovisto de carne; porque su toque tiene densidad y redondez; y su definición es eminentemente poética, sin dengues ni contemplaciones.
El juego de dinámicas, variado y bien calibrado, hizo posible también que disfrutáramos de una versión magnífica, de un lirismo y de una luz de un sutil prerromanticismo, del «Concierto nº 2» de Beethoven. Hubo un instante mágico en los compases finales del «Adagio», en los que se mantuvo un quedo diálogo solista-tutti y en el que los silencios fueron manejados con tanta sensibilidad como inteligencia. El «Momento musical» de Schubert, regalado ante los insistentes aplausos, fue otro dechado de finura.
Muy atenta y musical, en perfecto tacto de codos, la colaboración de Fischer –un director seguro y musical– y el conjunto vienés. En la «Sinfonía nº 101», «El reloj», de Haydn, se buscaron más las plenitudes que los detalles. Faltó empaste entre los poblados vientos y las cuerdas. Aunque hubo detalles de clase, como el dibujo de los contrapuntos en el «Minuetto». Mejor ensamblada la «Sinfonía nº 41», «Júpiter», de Mozart, con excelente trabajo en el desarrollo del primer movimiento y pianísimos de buen cuño del Andante. El «Finale», extraña combinación de permanente fugato y forma sonata, tuvo nota alta, aunque distó de la perfección. La Orquesta es un conjunto de limpio espectro, de tímbrica algo ruda a veces, pero transparente. La cuerda es flexible. La obertura de «Las bodas de Fígaro» de Mozart y la «Polka pizzicato» de Johann Strauss cerraron con éxito la sesión.