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«Rockear» en Nochevieja

El Wurlitzer de Madrid se precia de abrir todos los días del año, y la última noche no iba a ser una excepción: Kurt Baker Combo proponen una fiesta diferente. ¿Quién necesita un cotillón si hay rock & roll?
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El Wurlitzer de Madrid se precia de abrir todos los días del año, y la última noche no iba a ser una excepción: Kurt Baker Combo proponen una fiesta diferente. ¿Quién necesita un cotillón si hay rock & roll?
En este estrecho y singular local de Madrid es donde Kurt Baker (1987, Maine, EE UU) actuó por primera vez en Madrid. Todavía no sabía que se quedaría a vivir en la capital. «Acababa de terminar el proyecto con mi banda americana, y cada uno iba a tirar hacia un lado diferente y yo sentía que necesitaba un cambio. Había viajado por algunos lugares de Europa pero tenía un buen recuerdo de Madrid. Y pensé que era un buen lugar para un nuevo comienzo», explica Baker en un perfecto castellano, al teléfono, desde Wisconsin, donde pasa las fiestas con su familia a cuatro grados bajo cero. «Llego a Madrid el mismo día 31. Será todo un poco loco y rápido, pero esa misma noche nos comeremos las uvas y tendremos una buena fiesta de rock & roll», anuncia el músico americano, que amenizará la velada en el Wurlitzer Ballroom, a la espalda de la Gran Vía de Madrid. Presenta junto a su Combo (formado por los leoneses Juancho López, Jorge Colldan y Sam Malakiam) el último trabajo del grupo, «In Orbit».
El mejor mecenas
Baker puede ser desconocido para el gran público, pero no lo es en absoluto para los entendidos como Steven Van Zandt, mítico actor de «The Soprano», integrante de la E Street Band y locutor afamado del programa más molón de la radio: «Little Stev’s Underground Garage». Van Zandt ha reactivado su sello discográfico, Wicked Records, y su primera referencia es el disco de Kurt y los suyos. «Es algo espectacular, simplemente por el hecho de que conozca nuestra música. Fue él quien me preguntó si tenía nuevo material y precisamente en ese momento estábamos terminando el disco en León», cuenta el americano, que ya conoce buena parte de la geografía española. «Y León es otro de mis sitios favoritos: morcilla, chorizo... (ríe). Es un lugar pequeño con mucha tradición musical y grandes instrumentistas, aunque sean poco conocidos. En mi caso, siento que hay más oportunidades para hacer rock & roll en Europa que en Estados Unidos. Pienso que, aunque allí nació el género, aquí es más especial para la gente. Mi impresión es que el público lo aprecia más y eso me ha permitido hacer mi proyecto con más seguridad. Y en España, con lo que gusta la fiesta y la diversión, el rock tiene más sentido que en ni ngún otro lado». También dicen que nadie es profeta en su tierra. «Bueno, en primavera iremos tres semanas de gira a mi país, a la costa Este. Es difícil de hacer, porque hay muchas bandas y grandes distancias, pero para mí es ilusionante». En nuestro país tenemos la percepción de ser periféricos en lo musical, de ir atrasados o de ser peores que en el resto del panorama internacional. «Eso ocurría antes, pero en los 80, con la Movida, salieron muchos artistas. Y después no ha dejado de crecer hasta el punto de que en los últimos años ha habido una explosión enorme de grupos. Yo tengo más bandas favoritas entre las españolas que entre las de mi propio país. Hay una escena potente en España».
En su último trabajo, además del power pop que Baker sabe hacer como nadie, hay temas garajeros y mod, melodías perfectas y una producción mucho más trabajada. Pese a su juventud, Baker ya tiene el don de hacer canciones contagiosas y perfectas (que además produce a un ritmo endemoniado: el año pasado publicó el excelente «Play It Cool») que merecen mucha más atención mediática. Por lo menos para que no tenga que seguir dando clases de inglés de vez en cuando para terminar de ganarse la vida, aunque en España es un trabajo seguro, porque somos bastante desastre. «Estoy luchando contra eso (ríe). No me quejo. Me gusta la vida que llevo, volcado en hacer canciones. Madrid es bastante asequible y espero que dentro de poco pueda dedicarme en exclusiva». Un último deseo: «A ver si puedo comerme todas las uvas. El año pasado no me esperaba que las campanas fueran tan rápidas y me dejé la mitad...».

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