Triángulo de Amor Bizarro: "Los del rock somos como el cine mudo"
Publican el viernes «$€D», un álbum que se inspira en las estrellas caídas para abordar el fracaso y el capitalismo
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Estamos ante la mayor concesión que Triángulo de Amor Bizarro le han hecho a la música después de 15 años de trayectoria insobornable: una canción con estribillo. El grupo gallego publica este viernes (día que lo presentan en el escenario de Tomavistas en Madrid) su nuevo trabajo, «$€D», que se abre con un tema que es introducción al concepto del álbum. «Estrella solitaria» es un corte «de tecnopop adaptado a nuestra ruidera», como lo describe con humor Rodrigo Caamaño: «Es la presentación de los personajes y de los temas. Está inspirada en ‘‘El crepúsculo de los dioses’’, en un cambio de era, alguien en decadencia». Se trata de una especie de Frankenstein del pop, un personaje devorado por la fama y la ambición, por sí mismo. «Son los tópicos del estrellato, de la grandilocuencia del rock», explica Rafael Mallo, batería del grupo. Capitalismo, éxito y fama autofágica aparecen por un disco que, salvo en el primer corte, no levanta el pie del acelerador ni por un segundo.
La idea de la caída en desgracia es muy inspiradora: «Esas personas que llevaron toda su vida unos principios súper fuertes, como emperadores de Roma, y, al final, caen. Pero eso nos puede pasar a todos los que estamos en un cambio de era en una posición más modesta. Míranos a los del rock hoy, que ya parecemos los del cine mudo», dice Caamaño entre las carcajadas del resto de la banda. «El gran problema llega cuando calculas mal tu idea del éxito. Porque eso te devora, es una expectativa sin fin. Eres C Tangana pero quieres ser Rosalía. Y luego, Paul McCartney. Y ya, Dios», vuelven a reír. «Hay una zanahoria que hace que consideres la música una herramienta para llegar a un fin superior, a otra ambición. Pero si de verdad eres músico, lo haces por hacer canciones. Cuando deja de ser así, pierdes la partida», apunta el guitarrista. En el trabajo, la noción del fracaso planea sobre las canciones tanto como la pulsión del capitalismo más exacerbado: yates, promesas de fortunas por ganar y «criptobros». Las criptomonedas sintetizan muchos estos males del presente, teñidos de mentiras e ignorancia. «Es terrible. Todos esos chicos que fueron engañados con ese tema... Yo estudié Económicas –dice Caamaño– y te aseguro que cualquiera que sepa algo al respecto sabe que son el tocomocho del siglo veintiuno. Te venden una mentira con microchip y encima la gente se cree que son más inteligentes que el resto y te venden el rollo tiburón de las finanzas. Pero en el fondo es algo parecido a los que dicen que curan con la imposición de manos».
Hay, en el disco, otro cuerpo celeste, «Estrella antivida», que tiene que ver con cómo el ego nos fagocita. «Pensábamos, en relación con el estrellato, en las personas que se han convertido en monstruos devoradores de números, ya sean artistas o personas corrientes, cuya ambición supera la lógica. Esa gente que solo quiere tener una legión de seguidores sin darse cuenta de que eso te puede colapsar, de que llegas al punto de la ausencia completa de crítica. Algunos están acompañados de hordas que les aíslan y les convierten en una especie de Rey Sol. Eres una especie de monstruo», dice Caamaño.
Para Triángulo, el objetivo solo es «hacer un disco, el que quieres, y luego otro. Y que se llene la nevera, pero poder hacer música». ¿Pero puede su propia personalidad, radical y única, comerse a la banda? «Tenemos mucho material muy diferente. Vamos integrando estilos y encontrando la forma de integrarlo en nuestro rollo, en lo que somos nosotros. Y es una cuestión de pericia, vas mejorando y perfeccionando. Pero claro, nuestro límite es no perder la personalidad, sea cual sea. Y eso, a veces, nos cuesta horas y horas de discusiones. A veces entramos en espirales que...», apunta Caamaño. «Nos sucede menos, pero antes, para cada disco, teníamos que aprender a hacer música de cero». Para no endiosarse.