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Sabina Urraca: «Creemos que somos muy civilizados y tenemos una capa de animalidad»

La escritora nos habla sobre su nueva novela: «El Celo», la historia de «una domesticación y de una maldición que persigue a un personaje»

Sabina Urraca
Sabina UrracaLa Razón

«El Celo» (Alfaguara), de Sabina Urraca, nos narra la historia de la Humana, una mujer de treintaidós años que llega a la ciudad huyendo del campo y de una relación de violencia de género. Un personaje que Urraca define como «muy particular», con una «sexualidad potentísima». Allí se encuentra a la Perra, un animal con un celo incontrolable «un ser mágico que aparece en el momento exacto, aunque en el momento menos propicio para la humana», explica la autora, «un ser analfabeto, mudo, que no puede entender la historia de la Human, aunque la Humana se la contase, pero que la acompaña de esta forma que a mí me parece mágica».

Dejando claro que «yo no soy la Humana ni ella es la Perra» una de las inspiraciones para el libro fue su perra Murcia, que se encontró en la ciudad con el mismo nombre. «Todo parte de ella y de su primer celo», explica, «era una cosa desmadrada, venían todo el rato perros a montarla y yo estaba desesperada, en un momento grité ¡Mierda! ¿Cuándo se va a acabar esto del celo?». Una amiga suya, «tumbada guapísima» en el césped de El Retiro que «estaba ahí retozándose con su amante», dijo mientras se tocaba el cuerpo «¡Ay! Sí… ¿Cuándo se va a acabar esto del celo?».

En ese momento «de resaca» Urraca pensó «aquí hay algo interesante, este es el humano, esta desesperación, estos instintos animales, no solo sexuales, que están presentes en nuestras vidas» un comportamiento animal que está en «cómo nos movemos por el mundo. Creemos que somos muy civilizados y tenemos una capa de animalidad». «El Celo» tiene personajes «llenos de claroscuros», algunos con nombres y otros sin ellos, como la Abuela, que desde el principio quiere «proteger a la Humana de su propia sexualidad y la sexualidad de los otros» o la Madre que también se espanta de la sexualidad de su hija: «A mi madre le avergüenzan mis tetas», dice el personaje en la novela.

Estos personajes acabaron llamándose así debido a que la autora estaba interesada en «esta dimensión de fábula, en el que los personajes no tienen nombre». Cuando tú te encuentras a un animal abandonado este no tiene nombre y la Humana cuando se encuentra a la Perra y la adopta «se resiste a dárselo porque le parece que eso es un rasgo de domesticación y se resiste a la domesticación precisamente porque la Humana ha sido domesticada por alguien». Tal y como explica este personaje en la novela «si ella no tuviese nombre tampoco se pondría ninguno». «Todo el libro es el camino de estos dos seres, la Humana y la Perra hasta que consiguen un nombre». La Humana, una mujer que «en el pasado había sido muy fuerte» con esa sexualidad potente «muy segura», explica, «alejada de estas preocupaciones contemporáneas» un personaje que después de ser abusada decide contarlo en clave de humor, «una persona bastante poco tendente al trauma». Una mujer que ha vivido situaciones de violencia en el pasado que «se las ha quitado bastante de encima alegremente, no han dejado un trauma en ella hasta que se encuentra con el Predicador».

Sexualidad y destrucción

La autora afirma que le interesó crear a la Humana porque le parece que es muy común pensar que la violencia de género, el bullying, etcétera, «solo le puede pasar a una persona debilitada y me interesaba construir un personaje que mostrase que casi cualquier persona si alguien llega y toca las teclas correctas o las teclas erróneas podríamos decir, puede destruir, puede casi despojar de nombre y de entidad a esta persona y dejarla convertida en una especie de trapo que no sabe qué hacer». El Predicador «envidia esa sexualidad de la Humana y es lo que le roba» esta es «un cuerpo saqueado». «Determinadas historias de trauma de violencia de género, de abusos, son algo que te cuesta mucho quitarte de tu cuerpo y de tu mente y quizás las cargues durante toda tu vida», afirma Urraca. La violencia de género «es un tema sobre el que es muy difícil legislar y que es muy difícil proteger, pero siento que hay que hacer y que hay que hacerlo de una forma más efectiva desde luego. Las cifras de violencia de género, de asesinatos son escalofriantes».

«A nivel periodístico me da miedo porque muchas veces no se trata cómo se debería de tratar, dicen: muere una mujer… no, muere no… la han matado, ese tratamiento es desesperante, no termina de calar en la sociedad». Para entender el peligro que supone la violencia de género «tenemos que comprender que somos seres complejísimos sometidos a contradicciones y que cualquier persona puede caer en una relación así. Cuando estamos fuera de eso nos creemos muy listos. Situaciones así no es tan fácil salir de ellas».