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Sant Jordi tiene Dueñas

El gran día del Libro volvió a convertir a Cataluña en una gran fiesta, con las calles abarrotadas y el sector confia
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El gran día del Libro volvió a convertir a Cataluña en una gran fiesta, con las calles abarrotadas y el sector confia.
El gran día del libro convirtió ayer Barcelona en una fiesta a prueba de colores políticos. Con un espléndido día primaveral, la gente se lanzó a la calle desde primera hora de la mañana en busca del ejemplar para leer, a regalar, a disfrutar, pero no a lanzar al otro a la cara. Las previsiones del sector que hoy, al ser día laborable, volvería a ser una jornada memorable se vieron ratificadas por las largas colas y el ambiente festivo que se vivió en las calles que, a falta de cifras oficiales, hacen prever que se confirme un ligero crecimiento respecto a otros años. «El hecho de haber vivido un Sant Jordi laborable nos ha permitido que las ventas se hayan producido de forma escalonada, pero masiva una vez más», señalaba ayer la presidenta del Gremio de Libreros de Cataluña, M. Carme Ferrer.
Los libros más vendidos no despertaron muchas sorpresas. La ganadora fue María Dueñas con «Las hijas del Capitán», (Editorial Planeta), novela que acaba de salir a las librerías y que certifican a la escritora, triunfadora ya con «El tiempo entre costuras», como la gran dama de la novela española. No paró de firmar. Le siguió quien triunfara el año pasado, Fernando Aramburu, con «Patria» (Tusquets), que se mostraba encantado de rubricar sin parar. «Me encanta ir de una caseta a otra porque así al menos estiro las piernas un poco. Pero no es un día para quejarse, sino para disfrutar», señalaba el escritor mientras atravesaba Las Ramblas hacia su siguiente parada de firmas. La ficción castellana la completaron «La mujer en la ventana», de A.J. Finn (Grijalbo), el nuevo fenómeno del «thriller» doméstico; «Fuimos canciones» (Suma de Letras), de Elisabet Benavent, que también se hartó de firmar; y «La tierra maldita», (grijalbo), de Juan Francisco Ferrándiz.
En cuanto a ficción en catalán el gran vencedor fue Martí Gironell con «La força d'un destí» (Columna), su particular visión de Jean Leon, un personaje más grande que la vida misma. «Me gusta porque la mayoría de gente que se me acerca me sigue desde hace diez años, con mi primera novela y después de ésta, la octava, me siguen con fidelidad», señalaba Gironell. «Jo soc aquell que va matar Franco», de Joan-Lluís Lluís (Proa); «La dona a la finestra», A.J. Finn (Rosa dels Vents) y «Quan érem els peripatètics», de Héctor Lozano (Columna Edicions), completaron el podio. En cuanto a la no ficción, dominaron los fenómenos surgidos de la televisión, en castellano, y de todo lo relativo al procés, en catalán. Así, la poesía del joven César Brandon, fenómeno ganador de «Got Talent», fue el más vendido con kilométricas colas para lograr su firma, que él estampaba de pie. El poeta de origen guineano y su «Las almas de Brandon», (Espasa Libros), sedujo a los más jóvenes. Le siguieron en la lista «Piel de letra», de Laura Escanes (Aguilar) y «España quedó atrás», de Ramón Cotarelo García (Now Books)
En cuanto a no ficción en catalán, el libro más vendido fue «Operació Urnes» (Columna), de Xavier Tedó Gratacós y Vicens Estaran, libro reportaje en que se explica con detalle cómo se consiguió sacar las urnas a la calle el 1 de octubre. Le siguieron «Bon dia, són les vuit!», (Destino), con el que el periodista Antoni Bassas ganó el Premi Josep Pla; «Dies que duraran anys», (Ara Llibres) de Jordi Borràs; y «Per la llibertat», (Ara Llibres), de David Fernàndez i Toni Soler.
La boca abierta de Pullman
Aunque lo cierto es que los más vendidos sólo suponen el 5 por ciento de las ventas totales del día de Sant Jordi, el libro de fondo es el gran protagonista y cada uno tiene uno ideal esperándolo. «La verdad es que parece un pequeño milagro. Es asombroso, no he visto algo así en mi vida, y me alegra que exista. Siento orgullo y envidia al mismo tiempo», afirmaba ayer el autor inglés Philip Pullman, gran «best seller» de la fantasía y que no dejó de tener la boca abierta durante toda la jornada.
Los autores extranjeros son cada vez más numerosos. La historiadora y divulgadora Mary Beard llegó con puntualidad británica a su primera firma y acabó exhausta de tanto ejercitar la mano y de la la expectación que generó. Otros como Ben Brooks repiten cada año y no quieren perdérselo nunca. El argentino César Aira también celebró el fantástico ambiente: tan fantástico era que parecía una utopía de ciencia ficción.
Las anécdotas se multiplicaron durante la larga jornada. A veces hay tantos escritores en las casetas, que no tienen espacio para firmar. Luis Goytisolo no paró de rubricar su reedición de «Las afueras», pero para ello tuvo que pedir a Lluis Foix que se apartara, porque no podía mover el codo. Marta Sanz empezó con calma, «lo que te da una cura de humildad», pero a media mañana ya tenía colas. Juan José Millás se vio obligado a tomar antiestamínicos por su alergia a los plataneros. Y a David Trueba, recién llegado del Festival de Cine de Málaga una admiradora le trajo su novela «Saber perder» que le lleva todos los años y que ya cuenta con cinco firmas distintas en sus páginas. A diferencia de los dos últimos años, que cayeron en festivo, al caer la tarde se vivieron las mayores aglomeraciones, que certificaron que Sant Jordi es de los libros y sus lectores, de todos ellos y de nadie más.

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