Se busca «maricón comunista» que sepa pelear
Creada:
Última actualización:
Federico Bruno estaba desesperado. Hasta tal punto que puso un anuncio en La Stampa de Turín. "Busco un Pasolini". Desde algún lugar de la periferia romana, Alberto Testone recogió el guante. El resultado es "Pasolini, la verdad oculta" (que se presenta mañana a las 19:15 en la Filmoteca española), un filme que trata de recrear fidedignamente el último año de la vida del genio inconformista. Y si algo hay realmente fidedigno en una cinta que intenta averiguar los hilos que se movieron para acabar con la vida del poeta, intelectual y director de cine -un caso aún sin resolver-, es, sin duda, el increíble parecido entre Testone y Pasolini.
"Yo estaba desesperado. No me gustaba nadie para interpretarlo. Por eso acudí hasta a los anuncios de prensa. Yo quería un Pasolini de verdad", reconoce Bruno, director de este filme independiente. Testone, actor, había descubierto a Pasolini años atrás y se encontraba interpretándole en el teatro: "Con Pasolini fue un amor a primera vista cuando empecé a estudiarlo -reconoce-, especialmente ver qué pensaba él de aquella gente de la periferia de Roma, gente como yo". Lo suyo no fue una actuación, sino una completa inmersión: "He tenido la sensación de salir de mi cuerpo y entrar en él. Incluso gente que lo conoció me veía igual. Empecé a estudiarlo, a leerlo, imitando su voz, sus gestos, su manera de moverse. Recorrí sus zonas de Roma, los restaurantes a los que iba... Durante meses he escuchado la voz de Pasolini y repetía sus palabras. Además, yo ya me sentía identificado con su sensación de incomodidad porque yo soy uno que nunca se siente a gusto en su lugar".
Cuando el equipo de rodaje entraba en un restaurante, todas las miradas se perdían hacia aquel tipo vestido con pantalones ajustados y cazadoras setenteras, extremadamente parecido a Pier Paolo Pasolini. "Luego salíamos a la calle y la gente le insultaba: maricón, comunista, maldito seas...", comenta entre sonrisas Bruno. "De todos modos -añade- Pasolini era muy hombre, jugaba al fútbol por ejemplo y no parecía en absoluto homosexual". "De hecho -apunta Testone- era uno que sabía pegar en la calle y eso es muy importante en la periferia, así te respetan. Así que intenté entender también el drama de sentirse profundamente hombre pero viviendo su sexualidad propia".
Más allá de la reconstrucción de una persona y personaje excepcional, "Pasolini, la verdad oculta"trata, principalmente, de incomodar y romper la cadena de silencio en torno al asesinato (no tan casual) del intelectual en el año 75, hace exactamente 40. Para Bruno, esta película es necesaria, imperiosa: "Hablar de Pasolini es hablar de Italia, representar a través de él la ilegalidad, la política, la corrupción y a la vez al artista, el poeta, el soñador, el profeta: un individuo sano en una sociedad enferma. Pero Italia no quiere resolver los delitos políticos de su historia, no es un país que quiere crecer ni tener responsabilidades en sus crimenes y errores. Prefiere ir hacia adelante sin analizar el pasado". Bruno, apoyado en dos años de investigación y en la bibliografía al respecto, apunta directamente a la tríada formada por el Vaticano, la Democracia Cristiana y los servicios secretos italianos como responsables de la muerte en la playa de Ostia (presuntamente asesinado por malhechores ocasionales) de un hombre que estaba inmerso en dos obras tremendamente subversivas: el filme "Saló o los 120 días de Sodoma"y la novela-testimonio "Petrolio", en la que daba su visión sobre el crimen de Estado en relación a la muerte de Aldo Moro.
¿Por qué 40 años después el caso Pasolini sigue sin aclararse? "Los culpables de los misterios italianos están dentro del palacio de la política: jueces, magistrados, políticos... Una sociedad no se inculpa a sí misma y, en cambio, espera a que todo se olvide", considera Bruno. En cierto modo, opina, Italia se ha conformado con rehabilitar su obra: a Pasolini se le estudia en la escuela "y hasta el Vaticano reconoció que ''El Evangelio según San Mateo"es la mejor película religiosa". Pero concluye: "Pasolini sigue siendo un tabú en Italia".