«Addio del passato»: No hay éxito sin amor
Lo tiene todo. Es triunfadora. Está en la cima del éxito como soprano. Una de las grandes, a la altura de la Callas. Gusta. Pero no es feliz. Está sola. Ha renunciado a muchas cosas por su carrera y eso ahora le pesa. Para colmo, llega la bomba. Una noticia devastadora. La peor: una enfermedad terminal que le impide mirar más allá de un horizonte de doce meses.
–«Pero doctor no quiero que mis últimos días sean una mierda. ¿Podré seguir cantando?», pregunta Margarita (Lola Baldrich).
–«Un tiempo», le responde.
Es por ello que «se lía la manta a la cabeza –explica la actriz–, en el mejor o peor sentido del término, y apostar por la solución de más riesgo: comenzar una historia de amor muy pasional con Raúl (José Emilio Vera) un admirador que acaba de conocer». El mismo día de la trágica noticia, cambia el guión de su destino. Es tiempo de irse con el que se acaba de convertir en el amor de su vida, nunca había sentido algo así, y recorrer el mundo junto a él con el amor como motor. Hasta que no pueda más o hasta que la hermana de su nuevo amante le haga cambiar de opinión...
Es «Addio del passato», la pieza de Julio Bravo y dirigida por Blanca Oteyza que salta del «off» de La Pensión de las Pulgas, donde se estrenó el curso pasado, a la Jardiel Poncela del Centro Cultural de la Villa. Una ópera contada sobre las tablas del escenario. Inspirada en el libreto que Francesco Maria Piave escribió para «La traviata», de Verdi, basada, a su vez, en «La dama de las camelias», de Dumas. Pero cambiando el Romanticismo por los pasados años 60, «aunque –puntualiza Bravo– podría desarrollarse hoy porque no tiene demasiados elementos que la sitúen».
Ahora se pierde parte de la intimidad de La Pensión, pero la historia «fluye igual», defiende Baldrich. «Estamos en una sala que ayuda mucho a no perder esa cercanía con el público. Toda negra, espectadores a tres bandas, primera línea muy cercana...», continúa. Un calor que necesitará Margarita Gauthier para pasar los últimos de su vida en un final, que si se ciñe a lo visto en su anterior etapa, lacrimógeno: «Las lágrimas son muy reconfortantes para un autor porque no se pueden fingir. Sorprende ver salir llorando a tíos como castillos», comenta Bravo.
- Dónde: Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez. Madrid.
- Cuándo: del 16 de marzo al 16 de abril.
- Cuánto: 16 euros.