Crítica de teatro

"Borrachos": Metafísica haciendo eses ★★★☆☆

Aunque goce de fama internacional, Ivan Viripaev no es todavía un autor muy conocido en España

"Borrachos" pone a quince actores sobre el escenario de Tribueñe
"Borrachos" pone a quince actores sobre el escenario de TribueñeTeatro Tribueñe

Autor: Ivan Viripaev. Directora: Irina Kouberskaya. Intérpretes: Matilde Juárez, David García, Rocío Osuna, Catarina de Azcárate, Miguel Pérez-Muñoz, Enrique Sánchez, Ana Peiró, Juan Matute, Virginia Hernández, José Manuel Ramos, Enrique Lafuente, Juan Sanz, Iván Oriola, Badia Albayati e Inma Barrionuevo. Teatro Tribueñe. Madrid. Hasta el 28 de mayo.

Aunque goce de fama internacional, reforzada por su frontal oposición al régimen de Putin, Ivan Viripaev no es todavía un autor muy conocido en nuestro país. Hasta la fecha solo se habían estrenado aquí dos montajes de cierta repercusión que llevaran su firma: Ilusiones, dirigida en Madrid por Miguel del Arco en 2018 y Unos abrazos insoportablemente largos, puesta en pie hace apenas un año en Barcelona por Ferran Utzet.

Gran conocedora del teatro eslavo, ahora es Irina Kouberskaya desde su habitual centro de operaciones, que no es otro que la Sala Tribueñe, quien ha decidido hincarle el diente a este contestatario dramaturgo que renunció a su nacionalidad rusa cuando se exilió en Polonia. El título que ha elegido para hacerlo es Borrachos, una estupenda obra -a la que, no obstante, hubiese convenido meter la tijera- que aborda no pocas y grandes cuestiones que preocupan y preocuparán siempre al hombre: la libertad, Dios, el amor, la honestidad, la mentira, la dependencia… Asuntos inabarcables que el autor, de manera tierna y descarnada a la vez, coloca en revelador contrate con la escasa capacidad que tenemos, a título individual, para descifrarlos y dominarlos. Esa discordancia que existe entre la persona, finita y vulnerable desde el punto de vista físico, y su portentosa imaginación, generadora de los sueños que le hacen ser algo más que un animal, aunque tal vez nunca consiga alcanzarlos, es la que rige el meollo dramático de una función con varias historias cruzadas que se desarrollan a lo largo de una noche y que tienen como protagonistas a 15 personajes con algo en común: todos han bebido mucho más de la cuenta, y en la dialéctica de todos, como consecuencia, queda patente la mezcla de verdad y cinismo, de comicidad y patetismo, que caracteriza a los borrachos. Aprovechando al máximo el reducido espacio de Tribueñe, Kouberskaya mueve con oficio a todos esos personajes -interpretados con generosidad en aras de que luzca el conjunto por encima de todo- para encadenar con buen pulso una serie de escenas delirantes, con aroma de Valle-Inclán en ocasiones, protagonizadas por unos seres en su romántica búsqueda de la comprensión y la felicidad dentro de un mundo incomprensible y frustrante.

  • Lo mejor: La valentía de Tribueñe para poner en pie un espectáculo con 15 actores, algo que no hacen ni los grandes teatros públicos.
  • Lo peor: La excesiva duración de muchas de las escenas y la acartonada ambientación musical.