Festival de Mérida

Cayetana Guillén Cuervo: "Si no tengo amor, no soy nada"

La actriz y presidenta de la Academia de las Artes Escénicas se estrena en Mérida con la danza de Chevi Muraday en "Pandataria"

Cayetana Guillén Cuervo se convertirá en Pandataria sobre las ruinas de la antigua Augusta Emerita
Cayetana Guillén Cuervo se convertirá en Pandataria sobre las ruinas de la antigua Augusta EmeritaLosdedae

Cayetana Guillén Cuervo es, más que puro teatro (que también), puro amor. Actriz inmensa, trabajadora incansable, predicadora de la amistad y la entrega. Incansable divulgadora y defensora de las Artes Escénicas al frente de su Academia, estrena obra, Pandataria, este próximo 21 de julio. Y lo hace en Mérida, a lo grande, allá donde se hunden sus raíces. Está feliz e ilusionada. Mucho. «Mérida da un poco de vértigo», confiesa. «Es primera división, el gran festival de teatro clásico, uno de los más importantes del mundo. Y esta es una propuesta muy arriesgada. No es un espectáculo más. Así que estoy muy contenta y satisfecha, por un lado y, por otro, tratando de asumir que no le va a gustar a todo el mundo. Pero es muy especial, un grito al amor con mayúsculas, a la aceptación de la diversidad y la diferencia. Y yo, como mi personaje en la obra, creo que sin amor no somos nada. Si yo no tengo amor, aunque lo tenga todo, no soy nada».

Su personaje, ese del que nos habla, es Pandataria. Y es también el nombre de la isla al sur de Italia a la que «en la época de la dinastía Julio-Claudia [la época de Calígula, de Séneca], mediante la Lex Iulia de adulteriis, desterraban a las adúlteras que, casualmente, coincidían con las mujeres potentes, fuertes, decididas, poderosas. Allí tres generaciones de mujeres murieron de soledad, de calor, sin alimentos. En la Segunda Guerra Mundial, Mussolini desterró también allí a los disidentes políticos y, en secreto, algunas de las mujeres de estos disidentes fueron con ellos. Entre ellas, Úrsula Hirschmann, una judía apátrida que escribió en papel de fumar el primer tratado de una Europa sin fronteras ni líneas divisorias: el Tratado de Ventotene, que es como se llama hoy en día la isla. Mi personaje –prosigue– es Pandataria: yo soy las mujeres que murieron y yo soy Úrsula Hirschmann. Y la obra transita desde las mujeres de aquella época, de los césares, hasta las mujeres de los disidentes políticos. El elenco es maravilloso, pura inclusión en sí mismo: con Elio Toffana, un actor inmenso y uno de los grandes raperos del momento, Chus Western, Bassem y La Merce, y con Chevi Muraday al mando. Es una oda a la palabra que ha transformado el mundo».

Una oda a la palabra y un sueño cumplido: «Sí, llevaba mucho tiempo queriendo trabajar con Chevi Muraday», reconoce entusiasmada. «Es uno de los grandes genios de la danza contemporánea en el mundo y un amigo querido», cuenta. «Cuando me preguntó de qué quería hablar, le contesté que me interesa la diversidad, la libertad, el amor. Son los temas que están entre mis prioridades, en mi manera de entender la vida. Chevi, que es exactamente igual que yo, me entendió y nos pusimos con esta obra, que es un grito a la libertad y al amor». Muraday es el director, el coreógrafo y la cabeza al frente de Losdedae, compañía de danza que es Premio Nacional. Y, para Cayetana Guillén Cuervo, más que un amigo: «Yo a Chevi le admiro profundamente, por encima de nuestra amistad. Me pasa lo mismo con Elio Toffana o Okuda San Miguel. Sería incapaz de meterme en un proyecto solo por amistad, pero yo necesito rodearme de buena gente. Si me meto en un proyecto o me propongo levantar una obra como productora me guardo mucho de que el equipo sea buena gente. Investigo hasta la saciedad para asegurarme, necesito estar emocionalmente tranquila. Porque es demasiada la intensidad, el riesgo, la exposición, como para jugártela. Necesito compartir valores fundamentales con aquellos con los que voy a trabajar, rodearme de gente sensible que piensa en el equipo. Y Chevi es un tipo con una capacidad de trabajo enorme, con el don de la excelencia, de la creación. Tenerlo al mando da mucha tranquilidad. Es mucho».

La danza es una de las artes escénicas más infravaloradas

Cayetana Guillén Cuervo

Y esa seguridad, rodearse de los mejores amigos y los mejores profesionales, es la que le ha facilitado a Guillén Cuervo la inmersión en una disciplina que no es la suya: la danza. «Ni Elio ni yo somos bailarines. Pero la danza contemporánea, de la mano de Chevi, nos ha permitido llegar a unos códigos que facilitan que podamos estar integrados ambos. La conversación va de los textos a la danza y nosotros, con todo el respeto y la admiración hacia los bailarines profesionales y a una disciplina como esa, estamos ahí. Yo había hecho clásico de niña, hace mil años, pero lo que sí me ha ayudado mucho ha sido el hecho de practicar vinyasa yoga. Empecé a trabajar en febrero con Chevi para entender los códigos y llegar a los ensayos con todo ese trabajo hecho».

Y añade con admiración: «La danza es una de las artes escénicas más infravaloradas. Yo admiro mucho y respeto enormemente ese trabajo, esa perseverancia, la constancia, la disciplina, el poner al límite el cuerpo. Esta obra, que es un regalo, ha abierto mi mirada. No solo como artista, sino como presidenta de la Academia de las Artes Escénicas. Y ponerla en valor, junto con el resto de nuestras artes escénicas, es parte de mi compromiso. Este trabajo es un esfuerzo enorme, una renuncia a tener una vida normal porque vas a contracorriente, trabajas los findes, ensayas a todas horas, nunca estás libre. Pero el hecho artístico es algo que te da un vuelo que no te da nada más».

  • Dónde: Teatro Romano, Mérida. Cuándo: del 21 al 23 de julio. Cuánto: de 16 a 43 euros.