Buscar Iniciar sesión
Sección patrocinada por
Patrocinio Repsol

Claudio Tolcachir, un "voyeur" por obligación que vuelve a las tablas

Después de 16 años sin hacerlo en España, el director argentino regresa al escenario como actor en un monólogo que combina thriller, humor, ternura e imaginación
Pase gráfico de la obra de teatro ‘Rabia’, de Claudio Tolcachir
Pase gráfico de la obra de teatro ‘Rabia’, de Claudio TolcachirRicardo RubioEUROPAPRESS
La Razón

Madrid Creada:

Última actualización:

Aunque la carrera teatral de Claudio Tolcachir está vinculada a la interpretación desde sus inicios, el prestigio de este artista argentino en nuestro país se debe, fundamentalmente, a sus trabajos como director. Hay, por eso, una doble expectación en torno al estreno absoluto de Rabia esta noche en La Abadía: por un lado, es un aliciente verlo trabajar al frente de su compañía Timbre 4 con propuestas que se alejan siempre de lo panfletario y lo circunstancial, y que, por este motivo, tienen poco que ver, en general, con el teatro independiente que hacemos aquí; por otro lado, será una gran oportunidad para conocer sus dotes interpretativas (aquí solo le habíamos visto como actor en la adaptación de Las tres hermanas que dirigió su compatriota Veronese en 2006) al servicio de un texto al que se presupone la exigencia que tiene todo buen monólogo.
Pero «Rabia» no era un monólogo en su origen. Ha sido el propio Tolcachir, trabajando codo con codo durante más de un año con su compañero de aventuras Lautaro Perotti –cofundador de Timbre 4– y con María García de Oteyza y Mónica Acevedo quien ha dado ese formato teatral a la novela homónima de su compatriota Sergio Bizzio. «Es un libro que se me quedó atravesado cuando lo leí hace años –explica el protagonista y coadaptador–; fue tiempo después cuando tuve la intuición de que aquello podía ser teatro y podía ser un monólogo, quizá por la razón de que tiene mucha acción, de que es muy sensorial y de que aúna muchos puntos de vista. En cuanto a que yo lo interpretase, fue el propio Mayorga (director del Teatro de La Abadía) quien me insinuó por primera vez que tal vez debía hacerlo yo».
Con la intención de buscar una mirada externa que pudiese guiar esa interpretación, y que fuera a la vez cómplice, Tolcachir ha compartido esta vez con Perotti la dirección escénica del montaje. «Más allá de ser mi socio y mi amigo desde hace muchísimos años, Lautaro (Perotti) es un director al que admiro profundamente porque tiene un nivel de agudeza fuera de lo común –explica Tolcachir–. El nivel de confianza entre ambos es enorme. Cuando yo dirijo algo, al primero que llamo para que lo vea es a él, porque me interesa mucho conocer su opinión. Además, nosotros trabajamos siempre como un equipo. Yo no creo en la figura del director como un emperador que da órdenes, sino como una persona que se alimenta de las propuestas del resto del equipo, y que va dando las suyas y va probando y probando todo de común acuerdo con los demás».
Rabia cuenta la historia de un tipo llamado José María que, tras un grave incidente, se esconde en la buhardilla de la mansión donde trabaja Rosa, la persona a la que ama. Allí, escondido en las habitaciones y en el desván, se convertirá en un invisible testigo de la vida que discurre en la casa, sin poder actuar ante las injusticias que contempla. «Es un texto con apariencia de thriller; pero hay muchísima ternura y muchísimo humor en él, algo que es culpa del Bizzio y de su manera de contar todo, con mucha ironía, sin compadecerse, sin dramatizar, sin abrir juicios...».
Lógicamente, convertir la novela en un monólogo teatral ha obligado a sacrificar situaciones y personajes, pero Perotti y Tolcachir han trabajado, según este último, para tratar de mantener intacta la belleza y la riqueza de los temas que salen a colación: «Es una obra en la que se tocan asuntos como la violencia, el amor, los celos, la supervivencia... Curiosamente, después de hablar con espectadores que han visto alguna de las funciones previas, he comprobado que cada uno ha leído cosas distintas. A unos no les cae nada bien el personaje principal, porque es un asesino, y otros empatizan muy bien con él. A otros, por ejemplo, lo que les conmueve es la idea de los que están ocultos y los que están a la vista, como alegoría de la diferencia de clases sociales. En cualquier caso, yo sí creo que hay un tema existencial muy presente tanto en la novela como en la obra de teatro; creo que en ambas se habla de la necesidad de existir en cualquier circunstancia, de esa necesidad que tenemos todos de inventar historias, de enamorarnos, de odiarnos, de pelearnos, de volver a enamorarnos... Pero es verdad que no hay una sola lectura. La novela no tiene un discurso y nuestra propuesta tampoco, porque a nosotros no nos gustan nada los discursos en el teatro».
  • Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: hasta el 8 de octubre. Cuánto: 24 euros.