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Teatro

'La Desconquista': Imperialismo, leyenda negra y mucho jolgorio

La veterana compañía Ron Lalá rinde homenaje a las crónicas de Indias en un montaje que establece algunos paralelismos entre la conquista de América y la geopolítica del presente

De izquierda a derecha, Juan Cañas, Daniel Rovalher y Diego Morales David Ruiz

A finales del siglo XVI, tres náufragos en una barca a la deriva tratan desesperadamente de llegar a las costas del Nuevo Mundo. El capitán Hernán Galán (Daniel Rovalher) busca la gloria, el marino Fulano (Juan Cañas) busca el oro y el misionero fray Pío (Diego Morales) busca almas que evangelizar. Son tres de los protagonistas de ‘La Desconquista’, la última propuesta de la compañía Ron Lalá, dirigida por Yayo Cáceres.

A ellos se suman dos cronistas de Indias que van registrando y narrando en escena las peripecias de estos particulares aventureros, que esconden algún que otro secreto en relación con su identidad. “Bajo un ambiente bastante desolador, hemos creado una ‘water movie’, creemos que honda desde el punto de vista espiritual, que mezcla lo teatral y el cuentacuentos para mostrar a tres personajes, sacudidos por la fiebre, la sed y el hambre, que terminarán confesando sus más ocultas intimidades”. Serán los dos cronistas lo que registren para la posteridad tales intimidades.

Precisamente ha sido esa crónica de Indias el género, “muy poco abordado en nuestro teatro”, al que ha querido rendir homenaje el dramaturgo Álvaro Tato en una obra que, según sus palabras, “plantea preguntas, más que dar respuestas”, sobre un asunto muy candente en la actualidad: el beneficio o perjuicio que supuso para los pueblos de América la llegada de los ‘descubridores’ españoles.

"Nosotros somos bufones, no tenemos un mensaje que dar a la humanidad"

Álvaro Tato

“Nosotros somos bufones, no tenemos un mensaje que dar a la humanidad; lo que sí tenemos es mucho de lo que reírnos de esa humanidad; en primer lugar, de nosotros mismos”, aclara Tato. Y reconoce abiertamente que se han metido “en todos los charcos posibles”, como no podía ser de otra manera en una compañía con su proverbial espíritu cómico, irónico y gamberro: “Lanzamos nuestros dardos en las dos direcciones: tanto a la leyenda negra como a la leyenda rosa. Nos reímos del imperialismo contemporáneo, de ese afán que aún pervive por invadir al vecino y por renombrar, como estamos viendo, los accidentes geográficos. Pero también nos reímos de todo ese complejo de culpa que arrastramos, de toda la leyenda negra que hemos heredado. En definitiva, lanzamos preguntas acerca de hasta qué punto aquello fue un descubrimiento o una conquista; hasta qué punto fue una colonia o una anexión. Y creemos, después de documentarnos mucho sobre el asunto, que de todo hubo. En nuestra propuesta, cada personaje defiende su punto de vista, que entra en contradicción, o colisiona, con el del resto. Hay un humor muy poético, como siempre en nuestros espectáculos, pero también, esta vez, muy político; un humor que podríamos definir como un poco brechtiano”.

Yayo Cáceres, por su parte, incide en la idea del distanciamiento a través del humor para tratar un tema, sin duda, preocupante: “La obra está concebida como una sátira acerca de lo trasnochado que puede ser hoy cualquier afán de conquista de las vidas ajenas. Vivimos en unos tiempos en los que ser inmigrante se ha vuelto a convertir en pecado. Y nosotros, en nuestro espectáculo, sin nombrar a nadie, creo que recordamos a todos los que están llevando este mundo a donde lo están llevando”.

Ron Lalá asegura que ha creado una ‘water movie’David Ruiz

‘Viaje a las Indias’, de Cristóbal Colón; ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’, de Bernal Díaz del Castillo; ‘Comentarios reales’, de Inca Garcilaso de la Vega; ‘Naufragio y peregrinación’, de Pedro Gobeo de Vitoria; ‘Naufragios’, de Alvar Núñez Cabeza de Vaca; ‘La Araucana’, de Alonso de Ercilla; y ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’, de Bartolomé de las Casas, son los textos originales que han servido a Tato como inspiración para escribir una obra íntegramente en verso que se enriquece, además, con muchos otros géneros clásicos: “Exploramos temas, estilos y personajes del teatro prebarroco, como los ‘Pasos’ de Lope de Rueda y el teatro cortesano de Juan del Enzina o Gil Vicente, y también apelamos a la inmensa comicidad de los géneros breves del teatro barroco y los registros de la comedia de capa y espada, el drama de honra, la comedia de figurón, la comedia burlesca y hasta el auto sacramental”. Y todo ello, como siempre, gestado de manera colectiva “desde una perspectiva festiva y carnavalesca, con música en directo”.

En efecto, la música y el juego son elementos fundamentales en los trabajos de Ron Lalá. Una música que, en esta ocasión, parte del flamenco y de lo español para fundirse con lo americano (tango, chamamé, samba…), y que ha sido compuesta, a partir de las letras que proponía Tato, por Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena y Daniel Rovalher.

Los cinco constituyen el núcleo de veteranos dentro de una formación que, curiosamente, no cuenta con mujeres en escena, algo que en estos tiempos de paridad no siempre bien entendida, algunos han querido afearles. Tato resta importancia al asunto: “Ron Lalá se creó en el instituto Ramiro de Maeztu; somos los que somos de manera azarosa, y nos hemos mantenido a lo largo de 30 años como un grupo casi familiar. Nosotros mismos hacemos comedia de esa circunstancia en nuestros espectáculos interpretando multitud de personajes femeninos. Como digo, es algo azaroso, porque, además, sí hay mujeres muy importantes en la compañía que vienen trabajando con nosotros prácticamente desde siempre, como es el caso de Tatiana Sarabia (vestuario y escenografía), María Díaz (prensa) o Emilia Yagüe (producción y distribución)”.