Crítica de teatro

Don Juan a los ojos de una mujer ★★★★☆

La Compañía Nacional de Teatro Clásico abre por fin sus puertas, con muy buen criterio, a Ana Caro de Mallén; y, con ella, a la literatura femenina del Siglo de Oro,

"Valor, agravio y mujer"
"Valor, agravio y mujer"Sergio Parra

Obra: Valor, agravio y mujer. Autora: Ana Caro de Mallén. Versión: Juana Escabias. Dirección: Beatriz Argüello. Interpretación: Julia Piera, Pablo Gómez-Pando, Lucía Barrado, Luis Moreno, Jesús Hierónides, Ignacio Jiménez, Natalia Llorente, Paco Pozo y Sol Vicente. Teatro de la Comedia. Desde el 13 de abril hasta el 4 de junio de 2023.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico abre por fin sus puertas, con muy buen criterio, a Ana Caro de Mallén; y, con ella, a la literatura femenina del Siglo de Oro, ya que este es el primer montaje en la sala grande de un texto clásico escrito por una mujer. De obras con autoría femenina solo se habían hecho algunos recitales y lecturas dramatizadas en funciones únicas. Desde luego, "Valor, agravio y mujer" es una obra que cuenta con sobradas virtudes que justifican su puesta en escena: en primer lugar, está bien escrita desde el punto de vista formal, en un verso ágil y claro; en segundo, está dramáticamente bien construida, con un argumento sólido que evoluciona con ritmo; en último lugar, incorpora algunos asuntos –como suele ocurrir en casi todos los textos clásicos escritos por mujeres- que son poco frecuentes en las comedias escritas por hombres, o que son tratados con una sensibilidad diferente.

Después de haber sido burlada por don Juan de Córdoba (Pablo Gómez-Pando), Doña Leonor (Julia Piera) viaja a Flandes disfrazada de hombre para vengarse de él. Los equívocos y los enredos -amorosos y de honor- marcan el desarrollo de una trama con los tópicos teatrales de la comedia barroca sobre la que Juana Escabias, gran conocedora de la vida y la obra de Caro de Mallén, apenas ha tenido que intervenir como versionadora para que fluya liviana y diáfana hasta el final. Con ese material bien aquilatado sobre el papel por Escabias, la actriz Beatriz Argüello, que ya había hecho algún que otro pinito más modesto en la dirección, se coloca ahora al frente, por primera vez, de un gran montaje de estas características. La verdad es que el reto era complejo y lo ha

resuelto de manera sobresaliente. Y eso que no se ha cortado a la hora de arriesgar y ha echado mano de cuantos elementos escenográficos y recursos teatrales ha considerado útiles para contar la historia: telones, escaleras movibles, luchas de espadas, pinturas, cortinas, música en escena… Todo eso hace que algunas transiciones no sean sencillas y que se lentifiquen más de lo deseado, aunque es muy probable que eso se subsane a medida que la función esté más rodada y se alcance mayor precisión técnica. Esa es la única pega, quizá, además del limitado partido que se ha sacado a un músico de la talla y la sensibilidad de Luis Miguel Cobo, que cabe señalar en este brillante “debut”, si es que se puede llamar así, de Argüello como directora. Hay, sin duda, un buen trabajo de casting en una decidida y valiente apuesta por aproximar –más de lo que suele ser habitual- la edad de los actores a la edad de los personajes que han de interpretar. Hay un encomiable trabajo con la palabra, para que el verso suene en el escenario como tiene que sonar de bonito y de inteligible. Hay una bellísima composición plástica de algunas escenas. Y hay, por último, y esto resulta francamente novedoso en este tipo de teatro, una lectura muy psicologista de los personajes y sus emociones –en especial de doña Leonor-, lo cual provoca que uno como espectador tenga a ratos la extraordinaria sensación de estar viendo a la vez una comedia del Siglo de Oro y un gran drama romántico del XIX.

Obviamente, hay también otras muchas cosas valiosas más allá de la dirección. En este sentido, hay que destacar las muy buenas interpretaciones de Julia Piera y Pablo Gómez-Pando en los papeles protagonistas, y de Luis Moreno como el criado Ribete; el maravilloso vestuario de Rosa García-Andújar y la estupenda iluminación de Paloma Parra.

Lo mejor: La escena en que doña Leonor de deja vencer por sus sentimientos contra el pecho de don Juan es sencillamente preciosa.

Lo peor: Algunas escenas podrían haberse solapado más para dar fluidez a las transiciones.