Cargando...
Sección patrocinada por

lola-herrera

Lola Herrera: "No puedo escuchar que 'con Franco se vivía mejor' sin vomitar"

Roza los 90 años y no para: lo nuevo de este mujerón es 'Camino a La Meca', donde trabaja con su hija veinte años después y en la que estará dirigida por Claudio Tolcachir

Última hora La Razón La RazónLa Razón

El moño de Lola Herrera debería ser patrimonio del teatro español. Seguramente no sea el recogido más glamuroso del catálogo de peinados, pero es que ella, como se harta a decir, no es una estrella. Eso lo deja para otras y otros. Para las gentes de las alfombras rojas. En el teatro, la vida es más reposada; y también «más justa que en el cine», asegura: «Aquí, si amas lo que haces y te tiras de cabeza a por ello, el escenario no te abandona», dice en referencia al miedo confesado por Maribel Verdú a que deje de sonar el teléfono pasados los cincuenta.

A ella, a Herrera, a punto de llegar a los noventa, desde luego que no le ha dejado de sonar «porque lo mío no ha sido una carrera de estrella», insiste quien presenta 'Camino a La Meca' en el Teatro Bellas Artes, donde hace de la escultora Helen Martins y donde, veinte años después, coincide con su hija Natalia (Dicenta) sobre las tablas (además de con Carlos Olalla).

En junio cambiará de decena, pero eso le preocupa más bien poco. «Nunca he sido de celebrar». Debe ser cosas de los genes, «que los tengo buenos». Eso sí, se confiesa, «cuando bajo unas escaleras ya solo pienso en que tengo que volver a subirlas... que a mi edad no es poco», ríe.

–Interpreta a una rebelde. ¿Le recuerda a usted?

–Sobre todo, a una mujer que necesita expresarse, una libertad que en su mundo no se permite [la época del «apartheid»]. Yo me he rebelado siempre. Nací un año antes de la guerra... Imagina. Me tocó todo el aluvión desagradable y penoso de la dictadura.

–¿Qué siente cuando oye que «con Franco se vivía mejor»?

–No lo puedo escuchar sin vomitar. No saben lo que dicen. Habría unos cuantos que vivían como reyes, pero la inmensa mayoría no.

–Las encuestas dicen que uno de cada cuatro jóvenes preferiría vivir en una dictadura.

–Pues que la busquen, aunque espero que no acierten. Mi recorrido en la vida está en su recta final. Yo no voy a presenciarlo. Pero por mi empatía por el ser humano deseo que nunca más haya una dictadura ni en este país ni en el mundo si pudiera ser. La democracia tiene fallos, pero no deja de ser una democracia. Mucha gente se dedica a retorcer la realidad para hacer ver que es mucho peor de lo que es. Aquí tenemos derechos, es otro mundo. ¿Que hoy tenemos menos libertad? Mentira. No hemos ido para atrás aunque estemos haciendo oposiciones para ello. A veces parece que al pueblo español se le ha olvidado lo que pasó. En unos años, tendremos a la extrema derecha en el poder y mi suerte será no verlo.

–Semana del 8M: ¿casos como los de Monedero y Errejón han dañado al feminismo?

–Son cosas que te parecen alucinantes. Los aliados son los menos indicados para actuar así. En todas partes cuecen habas, y en algunas, partes a calderadas. Machirulos hay en todas partes. Es ese machismo generalizado. Cada hombre debe vigilarse a sí mismo porque hay cosas inconscientes. Otras no, otras son muy conscientes. De las elecciones de EE UU me sorprende la cantidad de mujeres que han votado a Trump. ¿En qué piensan? Y también mucho inmigrante le ha votado para no sentirse inmigrante. Migrar es una cosa que normalmente se hace por necesidad, pero es un camino gratificante por lo que puedes encontrarte si eres honesto y vas a un sitio a trabajar. Pero nunca vas a poder idolatrar al que te pisa el cuello y te putea. Es de tontos.

–El otro día sonaron cinco móviles cuando estuvo en Málaga, en el Teatro del Soho.

–Esa es otra dictadura.

–Alguna función ya había parado por este mismo motivo.

–Es como un trallazo en el oído. ¡Y hay gente que contesta y todo! Cuando yo hacía el monólogo sí lo paraba. El otro día no. No pasa nada por romper la cuarta pared por algo que los mismos compañeros de butaca lo padecen.

–Claudio Tolcachir, el director de la obra, ha valorado su «curiosidad». ¿Qué le despierta curiosidad a día de hoy?

–Casi todo. Me importan mucho los seres humanos, la vida, los derechos, la injusticia... Me gratifican las cosas que se van consiguiendo, que debemos defenderlas; y me apenan las que perdemos. A pesar de mis años, estoy muy viva.

–¿Ya tiene siguiente proyecto?

–No, no, ahora vamos uno a uno. Lo otro sería una imprudencia.

–¿Cómo celebrará los 90 años?

–No tengo ningún plan. Si no fuera porque me llaman para felicitarme, hasta se me olvidaría. No me importa cumplir, no me mortifica como a otros muchos. No entiendo a los que se quitan años.

–¿Qué contestará al próximo que le diga que ya tiene edad para estar tranquila en casa?

–No le mandaré a la mierda porque es de mala educación. Me hacen muchas preguntas estúpidas. Lo de los años está muy mal visto. Te quieren mandar a un rincón. Uno está donde quiere y puede estar. Mientras me lo permita la cabeza y el público, yo estaré. En esta función se aborda la marginación. Y también se habla de la gente mayor, que somos los apestados de los últimos años.

  • Dónde: Teatro Bellas Artes, Madrid. Cuándo: hasta el 27 de abril. Cuánto: desde 9,75 euros.