Teatro

Madrid

«Magnani aperta»***: Declive y orgullo de una estrella

Autora y directora: Arantxa de Juan. Intérpretes: Arantxa de Juan y Virginia Lázaro-Martínez. Casa Aperta (calle Desengaño, 22. Madrid). Hasta junio.

La Razón
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Esforzada y voluntariosa, cuando menos, es la propuesta de la actriz Arantxa de Juan. Ella misma ha escrito este texto que rinde tributo a la gran Anna Magnani y que reconstruye dramáticamente las supuestas últimas horas de su vida, cuando su estrellato ya había dejado de refulgir y su estado de nervios –para algunos siempre al borde de la neurosis– se tambaleaba ante el cáncer que acabaría definitivamente con su vida. Acompañada únicamente por Virginia Lázaro-Martínez –en el muy secundario y bien resuelto papel de enfermera– De Juan asume el protagonismo casi absoluto de una función que permite al espectador familiarizarse con esta inolvidable y temperamental actriz italiana para conocer –y comprender– sus preocupaciones, sus añoranzas, sus frustraciones y sus últimas ilusiones vitales. La intérprete dota al personaje, sin juzgarlo, de ese incendiario temperamento que muy posiblemente tuvo en la vida real la oscarizada protagonista de «La rosa tatuada», a la cual trata de colocar, desnudándola ante el público, frente a algunos de los episodios más conocidos que jalonaron su trayectoria personal y profesional. Sin ser conceptualmente nada extraordinario, el texto se enmarca, eso sí, en una dramaturgia de muy correcta factura, que permite captar desde el principio el interés del espectador por el personaje y mantener su atención hasta el final. Pero quizá lo más relevante de la función sea el papel que desempeña De Juan como directora, ya que su obra nace inexorablemente ligada a su puesta en escena, y esta exige para llevarse a cabo una vivienda real que simule el hogar de la propia Magnani. Y eso es lo que ocurre en este montaje: el hecho de que el espectador vea la obra en un piso de una céntrica calle de Madrid no se debe a un mero capricho de la directora ni a la falta de un teatro convencional que quisiera albergar el proyecto, sino a que este particular espacio constituye en sí mismo la más perfecta escenografía en la que cabría contar la historia de la protagonista tal y como está escrita. Dicho de otro modo: no es que uno entre en un piso transformado en sala de teatro, como ocurre habitualmente en el off, sino que va a colarse en el supuesto hogar del personaje porque ese es precisamente el lugar donde se desarrolla toda la acción.