Esto no es una función corriente

El secreto del caldo de la Compañía Nacional: el último hueso Calderón

Xavier Albertí juguetea en el Teatro de la Comedia con la historia real del autor de "La vida es sueño"

Alejandro Bordanove (en la imagen) acompañará a Xavier Albertí en la sala pequeña del Teatro de la Comedia
Alejandro Bordanove (en la imagen) acompañará a Xavier Albertí en la sala pequeña del Teatro de la ComediaSergio Parra

Vaya por delante que esto no es una función corriente. Palabra de su autor: «Se invita al espectador a ver una obra un poco menos convencional de lo que se espera del título», ríe Xavier Albertí al confirmarlo. «Hay que verlo», insiste de su Calderón, levantado como un diálogo contemporáneo a partir de El monstruo de los jardines que llena la sala grande del Teatro de la Comedia.

Albertí juega con el piano «desde lugares muy curiosos», apunta quien se apoya en la música de J. S. Bach. Los preludios y las melodías del compositor conversan con un Alejandro Bordanove que, para darle más espectacularidad al asunto, cocina un caldo con verduras de proximidad mientras transcurre la acción. Aunque el ingrediente clave del guiso lo porta Albertí –también director, autor e iluminador del montaje–: un hueso del mismísimo don Pedro Calderón de la Barca. Una reliquia que, quizá, fue robada del Museo del Teatro por el creador en sus tiempos como director de Asuntos Culturales del Instituto del Teatro. ¡El único hueso del autor áureo con certificación de autenticidad que queda en 2024! (aunque los análisis contemporáneos hayan dictado que no se trataba de un vestigio de la mano que escribió «La vida es sueño», sino de un metatarsiano del pie izquierdo).

Un autor ligón

Con ese juego teatral, Calderón aprovecha las seis veces (ni más ni menos) que desde 1681 el dramaturgo ha sido enterrado y desenterrado para abordar «los usos y costumbres de cada tiempo y cómo el poder se ha aprovechado» de ese mismo acto. Se sumerge así Albertí en un espectáculo que a través de los restos de Calderón bucea en la cultura europea cristiana «basada en los huesos santos», apunta el director.

Diferentes reliquias, el Camino de Santiago, la construcción del Monasterio de El Escorial, los huesos saqueados por los franceses o las cantidades de dinero que se dan por el mechón de Michael Jackson o Beethoven toman protagonismo a partir de la propia vida de Calderón de la Barca. El escritor es la «excusa» para «abrir el mapa por todos lados», explica Albertí: «El objetivo es dar una mirada distinta sobre el personaje y analizar las etapas de la Historia que le han mirado». Entre otras, el montaje presenta a un autor ligón y con una sexualidad mucho más abierta de lo que ha trascendido. «El teatro del siglo XVII nos enseña cómo era la educación sexual entonces en una sociedad, la madrileña, en la que el 20% de los 130.000 habitantes vestía hábitos religiosos y se celebraban un millón de misas anuales».

Albertí empuja a la Compañía Nacional de Teatro Clásico a «colocar a Calderón al lado de Shakespeare». Ante esa creencia, sostiene, de que el autor madrileño es «pesado, oscuro y está secuestrado por las ideas teológicas», la función apunta a la obra calderoniana como «mucho más libre, amplia y maravillosa de lo que hemos creído». ¿Acaso está vilipendiado? «No, pero no le hemos dado la dimensión que merece. Él es el gran reformador de la Contrarreforma. Pese a que tiene que aceptar el peso de la censura de la Iglesia de su tiempo, trata de encontrar resquicios para demostrar que no es dogmático», defiende el creador de un personaje que, en 1604, «se hace sacerdote sin pasar por el seminario porque si no su paupérrima economía no le permite vivir. Su sacerdocio, como el de Lope, es una máscara».

  • Dónde: Teatro de la Comedia (Sala Tirso de Molina), Madrid. Cuándo: hasta el 28 de abril. Cuánto: 25 euros.