Entrevista

José Sacristán: "¿Koldo? Cuando estos atropellos vienen de la izquierda los sufro más"

La sobreactuación le molesta dentro y fuera del escenario, pero sobre todo, en la política. Huye del griterío. Sin embargo, no hay nadie que le amargue, y menos ahora, que se estrena con Juan Mayorga en "La colección", en La Abadía

José Sacristán asegura que este primer trabajo con Juan Mayorga en La Abadía ha sido "un flechazo"
José Sacristán asegura que este primer trabajo con Juan Mayorga en La Abadía ha sido "un flechazo"Europa Press

Llueve en Madrid y José Sacristán (1937) lo celebra, como no, a su manera. Inconfundible. De primeras, el “joder” que no falte, y ya luego, lo demás: “¡Carajo! Que llueva. Y que no pare en seis meses”. Es día de ensayo. Toca acercarse a La Abadía para ir cerrando los últimos flecos de La colección, donde trabaja por primera vez con Juan Mayorga, autor y director de la pieza: “Ha sido un flechazo”, asegura.

Ese afán por recopilar objetos y momentos del dramaturgo lleva al actor a su infancia. Casi ocho décadas atrás. “A cuando tenía 7, 8 o 9 años”. Aun así, no le convence el término “coleccionista” para describirse, sí el de “conservador”. Guarda todavía los álbumes de cromos que compraba en el quisco de Mariano, en Diego de León. También los programas de cine. Pero todo tiene un sentido, explica, “porque cuido de dónde vengo y la memoria que tengo de aquel tiempo jodido que fue la España de la posguerra”. Profesa un respeto “profundo al crío que fui y a su mundo”. “Pero no lo hago con carácter de coleccionista”, termina como queriendo distanciarse de etiquetas.

"Ábalos usa un lenguaje shakespeariano, pero me da que la mierda le va a llegar"

José Sacristán

Sacristán cambia a Delibes por Mayorga tras cinco años recorriendo el sendero del autor de “Señora de rojo sobre fondo gris”; y se muestra espléndido. “Es un ejercicio de lo más saludable e interesante a mi edad y en mis circunstancias”. Confiesa que el cambio de chaqueta “me hace estar en forma”.

−¿Qué circunstancias son esas?

−Bueno, por mis años y por el camino andado es formidable tener la oportunidad de experimentar. Son puntos de partida distintos, pero muy interesantes.

−¿Qué une a estos dos escritores?

−En todas partes y en todas las disciplinas, los músicos, los actores, los pintores..., hay una constante: el amor al oficio. El interés, el coraje, por contar las historias que te faltan. Esa mirada sobre la condición humana. Luego, el recorrido de cada uno abarca aspectos distintos de la vida, pero en todos, la coincidencia es contarse y contarnos esta especie a la que pertenecemos.

"Cuanto más agresivo, vulgar y cutre seas, más voto te van a dar"

José Sacristán

Ese “estar en forma” del que presume el intérprete tiene un secreto, sostiene, “la propia vida, joder”. Y “los ajos de mi pueblo [Chinchón]”, por supuesto. Ya son 86 años superados con crecer, pero la cabeza de Pepe Sacristán no ha perdido nunca el contacto con su tierra, allá donde fue El niño de delantera de gallinero −libro que acaba de editar Pepitas de Calabaza−. “Ni puedo ni quiero”. De dónde y de quién viene es impepinable. El Venancio, la Nati, el tío Francisco, la abuela, la Socorro... son los que le transmitieron ese legado que él busca dejar. Una herencia que toma distancia de lo tangible: “Hay diferentes niveles de lectura de esta función. Todos coleccionamos objetos, pero también dolores, muertes, risas, recuerdos... Ese bagaje de cosas forma parte de La colección. Este legado no es solo material. La lectura que hace Juan [Mayorga] implica a la condición humana, aspectos de la vida que van más allá del puro y simple coleccionismo. Plantea que pasamos por la vida coleccionando y nosotros mismos somos objetos coleccionables. Los coleccionadores también somos colección”.

−¿Y usted tiene cerrada su herencia?

−En absoluto. En lo material no hay grandes cosas. Tienen que pensar ellos. Lo que yo recibí de mi padre y mi madre es el sentido de la dignidad y eso es lo que debe permanecer. El sentido de andar por la vida. Las pesetas están contadas.

−Este matrimonio de la obra se acerca al final y de ahí que les venga esa preocupación de qué hacer con su Colección. ¿Le da vueltas a su marcha?

−No necesariamente porque la madre naturaleza me va consintiendo. De vez en cuando hay una gotera, una pastilla que tomar, una revisión que hacer... Lógicamente tampoco lo ignoro: esto se acaba y a hacer puñetas. Celebro que después de casi 70 años siga disfrutando con mi trabajo y pueda llevar de la mano mi propia vida. Soy consciente de que es un privilegio. Lo sé.

−¿Es nostálgico?

−Luis García Montero decía “optimismo melancólico”. Hay una melancolía latente que me encanta. Según vas viviendo y vas viendo, aparece la sensación de que vas a morir rodeado de hijos de puta, de chorizos, de Koldos y gente por el estilo. Pero al mismo tiempo, hay que salir a defender tu propia dignidad y sentido de la honestidad.

−No le veo muy optimista...

−Siempre optimista. Que se jodan ellos, pero a mí no me van a amargar.

−Ya que cita a Koldo, ¿qué le provoca un pufo así?

−Rabia, desesperación... Cuando estos atropellos vienen de la izquierda los sufro más. El daño es mucho mayor. No se sale indemne de ello. Es de una improcedencia total. Sabemos que a la derecha no le faltan casos de corrupción, los duplica o triplica, pero en la izquierda, personalmente, me hace daño. Y no cabe duda de que hay que condenarlo. Hay que estar vigilante porque es de una grosería... Oía explicarse a este hombre, a Ábalos, y usaba un lenguaje shakespeariano; ahora, me da la impresión de que la mierda le va a llegar.

"La madre naturaleza me va consintiendo"

José Sacristán

Las palabras del actor, siempre con esa voz grave como pocas, resuenan de una forma especial. Su reprimenda a los “chorizos” cae como una sentencia de un alto tribunal. Su propia experiencia en la vida es el ejemplo de que los aspavientos siempre están de más. La amnistía de la Transición no rompió España (la unió todavía más) y la nueva tampoco debería. Por eso, como actor, le molesta especialmente la sobreactuación. Sobre todo, en política, donde “las consecuencias son peores”. Sacristán habla “no solo como hombre de izquierdas, sino como profesional del teatro": "Abomino a los que especulan con el personaje y quieren que si un día el público se ríe al otro lo haga más. Seguramente eso es más ingenuo que esa misma exageración en política, que es nefasta”.

−Aquí es más difícil ser optimista, ¿no?

−Los políticos que tenemos no han venido en naves espaciales, son la consecuencia de la voluntad de la gente. No somos ángeles caídos del cielo. Así se explican las mayorías absolutas de Ayuso y del otro. Nos representan. Es hora de asumir cierta responsabilidad. No soy de los que dicen “sí tuviéramos mejores políticos...”. Tenemos lo que nos merecemos.

"Celebro que después de casi 70 años siga disfrutando con mi trabajo y pueda llevar de la mano mi propia vida"

José Sacristán

−¿Demasiado griterío?

−Me da la impresión de que esos gritos son los que satisfacen a la gente. Volviendo a la deformación profesional, algunos actores saben que a su público le gusta lo “barato”, y a mí lo que me aterra es que ellos saben que, para su auditorio, cuanto más agresivo, vulgar y cutre seas, más votos te van a dar. Eso es lo que me jode. Y prepárate para volver a tener al señor Trump al frente de los Estados Unidos. Aunque viendo al Biden este con Gaza...

−Semana del 8M: usted trabajó con Carlos Vermut en Magical Girl y no ha dudado en defender su obra, que no sus actos.

−Claro. Si ha cometido un delito que pague por el atropello. Ahora, no me sumo sin más al linchamiento, que lo pague, pero que no repercuta en su obra. A Kevin Spacey le sacaron de una película que ya había rodado y le absolvieron... Y, ojo, que no lo defiendo en absoluto.

−¿En España no termina de explotar un #metoo porque no existió o porque no se ha querido dar el paso?

−No tengo datos. En lo que conozco, signos han existido, pero no te puedo señalar un caso concreto. Me imagino que se han querido ocultar o manipular.

  • Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: del 14 de marzo al 21 de abril. Cuánto: 24 euros.