Shakespeare, nominado en «Gandía Shore»
La Joven Compañía reinventa «Romeo y Julieta» en «Hey Boys Hey Girls», un texto de Jordi Casanovas con «chonis» y «canis» en un «reality show».
Él es un «cani» de Villaverde. Ella, una «choni» de Logroño. Algún productor televisivo ha tenido la idea de meterlos en casas separadas en el penúltimo «reality show» que ha vomitado un canal de televisión: en cada una de esas casas convive un grupo de chicos y chicas jóvenes. Sólo una de las dos repetirá en la segunda edición. Lógicamente, entre ambas surge la rivalidad. Pero también algo inesperado: el «cani» de repente siente el flechazo por la «choni». Vamos, que le pone mazo. Bueno, esto último no sé si lo dirán así, pero sin duda podrían. Porque en «Hey Boys Hey Girls», la Joven Compañía se apoya en Shakespeare para acercar a «Romeo y Julieta» a la España de hoy. Realmente no es «Romeo y Julieta», explica el director del montaje, José Luis Arellano. «Es algo muy especial, un texto escrito por Jordi Casanovas; lo que ocurre es que bebe completamente de Shakespeare. Uno ve este texto y ve ‘‘Romeo y Julieta’’. Jordi se escuda en el original para contarnos cómo actúan los jovenes españoles en 2015».
Al menos, una parte concreta de la juventud. El director explica el por qué de esta elección: «Es muy interesante: habla sobre nosotros, sobre la tesis de cómo las clases medias, las intelectuales, ven a las humildes. En este caso nuestros Romeos y nuestras Julietas son gente de barrio a la que inscriben en un concurso, una especie de ‘‘Gandía Shore’’, ‘‘Jersey Shore’’ o ‘‘Gran Hermano’’. Les meten en Magaluf o en Gandía, les dicen que les van a grabar y ahí ocurren cosas. Poco a poco estos chicos van abandonando el brillo de la televisión y se van convirtiendo en personajes reales». Y ahí surgen cuestiones, prosigue Arellano, como «el discurso sobre qué es un personaje y qué una persona, y sobre cómo la sociedad ve a los jóvenes españoles en esta época de crisis, cómo les etiqueta y cómo la etiqueta sirve para demonizarlos». Y añade: «Se están haciendo ahora en Europa ciertos estudios sobre cómo ven los europeos a los jóvenes, a los ‘‘ni-nis’’, pero no hay mucho escrito aún, ni se ha filosofado sobre ello. Este texto no sólo es un ‘‘Romeo y Julieta’’ maravilloso sino también una reflexión sobre cómo somos».
La Joven Compañía fue creada en 2013 como un lugar de oportunidad y formación para actores emergentes. Pensada a imagen de formaciones similares en Inglaterra, todos sus actores tienen entre 18 y 24 años. Alejandro Villazán y Sara Sierra son aquí Romeo y July, los enamorados de esta historia, acompañados por Benvo (Pablo Béjar), Teval (Jaime Lorente), Balta (Raúl Pulido), La Capu (Ana Escriu), Merche (Ana Cañas), Floro (Enrique Cervantes), Sam (Jesús Lavi), Loren (Alberto Novillo), y un cámara y un DJ (Quique Moreno y Estíbaliz Racionero).
Los Manteca y los KPL
«Lo que ha hecho Casanova, que es un hallazgo por su parte –explica Arellano–, es que todos los personajes son jóvenes. Las familias aquí son dos casas: los Manteca, en vez de los Montesco, y los KPL, en vez de los Capuleto. Pero juegan al mismo discurso que los personajes de ‘‘Romeo y Julieta». Todo, al ritmo de Chemichal Brothers –algún «sampleado»–, y con las mezclas del Dj Robert Sevillano y las rimas del rapero Tawas, «pelea de gallos» incluida. Después, cuando surge la poesía a través del amor, suena Beethoven. Otra colaboración, virtual, es la de Javier Gutiérrez (que mañana podría ganar un Goya por «La isla mínima») y que aparece como el presentador del «reality» en una pantalla. «Todo el juego social y la historia de amor existen, pero en vez de dos familias enfrentadas, son dos casas. Y en vez de pertenecer a la clase alta, son una ‘‘choni’’ y un ‘‘cani’’», cuenta el director. «Hemos intentado hacer un juego por España con los personajes: hay un gaditano, un murciano, un chaval sevillano, de Camas... y todos tienen el acento de sus propias provincias», explica Arellano.
Por lo demás, el montaje no se olvida del romanticismo de la obra original. Es más, lo defiende con especial interés, ya que, cuenta Arellano, «parece que los ‘‘canis’’ y las ‘‘chonis’’ no pueden amar. Sin embargo, ocurre. Y son capaces de hacer poesía». El texto de Casanovas se sirve en algunos momentos de los versos de Shakespeare. «De hecho –prosigue el director–, jugamos en el espectáculo desde el principio con el brillo de la televisión y la música de los DJs, pero la función va a desembocar en la ópera». Así, cuenta, si las referencias visuales de los jóvenes al comienzo son la película de Baz Luhrmann o «West Side Story», al final hay un homenaje a Prokofiev y otros «Romeos» más clásicos. «Intentamos contar que la poesía y el amor están en todo el mundo y que los que ponemos las etiquetas somos los demás».