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Nicholas Carr / Investigador. «Habrá que decidir qué hacemos nosotros y qué hacen los ordenadores». El autor de «Superficiales», donde criticaba los «efectos secundarios» de internet, denuncia ahora en «Atrapados: cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas», la creciente dependencia de la tecnología por parte del hombre, que ha renunciado a su voluntad.

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¿Puede la tecnología erosionar nuestra libertad? Nicholas Carr, el autor del polémico ensayo «Superficiales», regresa con «Atrapados: cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas», que describe cómo los ordenadores empiezan a sustituir al hombre

Parece más humano que el implacable astronauta que desconecta a HAL 9000, el robot de «2001: Una Odisea en el Espacio» que no se le apague: Dave, mi mente se va. Puedo sentirlo. Puedo sentirlo». Y así, precismente, empieza el famoso artículo de Nicholas Carr en contra del buscador de internet Google en la prestigiosa publicación «The Atlantic» en el verano de 2008. Autor de «El gran interruptor» (2008), «Las tecnologías de la información» (2004) y «Superficiales» (2011), que tuvo una gran impacto, en realidad, Carr saltó a la fama en 2003 con un artículo en el «Harvard Business Review»: «IT Doesn’t Matter». Hace con el titular un juego de palabras, el cual se podría traducir como: «Eso no importa». Pero, en realidad, “IT” (Eso, en inglés) sería el acrónimo de «Information Technology» (IT), que en español sería «Tecnología de la Información». En ese reportaje, criticaba que la tecnología de la información se ha convertido cada vez más en un lugar común y barato. Por supuesto, sus ideas han provocado duras críticas entre los grandes ejecutivos de Microsoft, Intel, Hewlett-Packard, por mencionar, algunas compañías líderes del mundo en este área.

En esta ocasión, Carr nos hace reflexionar sobre nuestra dependencia de las nuevas tecnologías con «Atrapados: Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas» (Taurus). «Es una crítica sobre esa visión utópica que preconiza que en el futuro la tecnología lo hará todo por nosotros. En cambio, yo no lo veo como algo utópico ni genial. Me parece que gran parte de la alegría de la vida viene de hacer cosas por nosotros mismos. Creo que existe un peligro claro. Nos hemos precipitado en ese juicio. No es cierto que el futuro será perfecto cuando la tecnología lo haga todo por nosotros», explica el autor que ganó el Premio Pulitzer en 2011. Después continúa:

«Nos gusta delegar en los ordenadores porque pensamos que va a hacer nuestra vida más fácil, que nos va a satisfacer más. Pero, eso con frecuencia se vuelve en nuestra contra. En cierta manera renunciamos a nuestras habilidades y talentos que son muy importantes para sentirnos satisfechos. Los psicólogos han documentado esto en varias ocasiones. Queremos cosas con frecuencia que van contra nuestros intereses. Somos muy rápidos en familiarizarnos con el nuevo artilugio. Y muchas veces decimos: “Bueno que lo haga el ordenador en vez de hacerlo yo”. Pero con esa actitud no estamos enriqueciendo nuestra vida, sino al revés. La hacemos más pobre». Para el autor nuestra dependencia de los ordenadores y las máquinas que nos rodean cada vez es mayor y parece que, en esta carrera por hacernos con el instrumento más avanzado, apenas reparamos en los inconvenientes y perjuicios que acarrean. «Ahora lo más importante es que todo sea rápido y fácil. Valoramos las cosas por su precisión, velocidad y eficiencia. Por eso perdemos la perspectiva sobre las cosas que se nos dan bien. Conozco mucha gente que abandona Facebook porque no están contentos con la imagen que da de otras personas o incluso de sí mismos. O de la dependencia. Pero, claro, si todos tus amigos se intercambian mensajes y fotografías, es muy difícil dejarlo porque te sientes social y psicológicamente aislado. Es obvio que compañías como Facebook son buenas manipulando esas cosas. Así, es difícil escaparse. Pero, creo que tanto Facebook como sistemas de GPS puede hacer que nos distanciemos del mundo. Y nos aliene de formar parte completa de la naturaleza, la sociedad. La pantalla del ordenador es una reducción del mundo. Cuando estamos tan pendientes de la pantalla, limitamos nuestra perspectiva» indica el autor.

¿Vida virtual o física?

Carr pone un ejemplo de la celeridad en que el hombre está desprendiéndose de su individualidad: «El GPS muestra lo rápido que nos hacemos dependientes de los ordenadores. El GPS o Google maps es una herramienta muy útil. Si uno se pierde, se puede utilizar. Pero, en vez de utilizarla sólo a veces, lo hacemos todo el tiempo. Y hemos perdido nuestro sentido de la orientación. Lo que se pierde no es sólo el sentido de la orientación, sino del lugar que viene con el mismo. Nuestra percepción del mundo. Creo que eso es importante. Nos da riqueza. Somos criaturas tangibles en un mundo tangible. Pero, los ordenadores nos animan a olvidarnos de esas cosas. Pensamos que somos seres abstractos en un paisaje también abstracto. Y asumir esto es muy peligroso». Cuando se le pregunta si esta situación es irreversible, no lo duda: «Hasta ahora da la sensación de que las cosas van a empeorar. Parece que nos vamos a hacer más dependientes de nuestros ordenadores. Pero, una de las cosas que intento dejar claro en el libro es que no es inevitable que las cosas empeoren. Mucho depende de cómo diseñamos estos sistemas. Cómo diseñamos el software. Se puede crear, además, software que nos anime a formar parte del mundo. A estar comprometidos con lo que hacemos. También, a desarrollar el talento. Pero, desagraciadamente, vamos en la otra dirección y desarrollamos el que se come nuestro esfuerzo. Y nos deja con menos cualidades y con menos talento y nos limita. Creo que vamos por el mal camino».

A su juicio, el símbolo de esta cadena de errores es el anuncio hace años de Google de que había diseñado un coche que podía conducir solo. «Nos enseñó que los ordenadores pueden acaparar actividades y talentos que antes eran nuestros. Antes de este anuncio, teníamos la sensación de que no podía haber un ordenador que hiciese estas cosas. Era demasiado difícil. Se requería una persona. Pero, este coche subraya lo capaces que son los ordenadores, y cómo los ordenadores pueden hacerse con nuestros talentos y tomar decisiones por nosotros. Vamos a entrar en mundo en el que va a ser difícil decidir qué debemos hacer nosotros y qué deben hacer los ordenadores. El coche es un símbolo de eso. Los robots para bien o para mal son cada vez más parte de nuestras vidas».

Ficha

«Atrapados»

Nicholas Carr

TAURUS

320 Páginas / 19,50 Euros