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Cine

"La tierra prometida": Mads Mikkelsen ojo por ojo, patata a patata

El actor danés protagoniza la vuelta a Dinamarca del director Nikolaj Arcel, con una historia sobre la fundación del país, tras más de una década en Hollywood

Dice Nikolaj Arcel, otrora chico de oro del cine danés y que ha vuelto a su país desde Hollywood tras una década que define como «nada divertida», que contar con Mads Mikkelsen en el reparto de su película no tiene contraprestaciones: «No solo es uno de los mejores actores del mundo, un regalo, sino que además es uno de esos pocos intérpretes europeos capaces de llamar la atención del público sobre un proyecto». Ambos, director y actor, reúnen fuerzas y experiencias en «La tierra prometida», una especie de western de época basado en la vida real de Ludvig Kahlen, un capitán del ejército danés que aceptó la tarea real de «civilizar» lo más recóndito de Jutlandia.

Con apenas un saco de patatas, su sueldo de veterano de guerra y la mano de obra que el futuro de una tierra próspera podía prometer, el personaje interpretado por Mikkelsen es la excusa del director para ahondar en el relato fundacional de Dinamarca, uno lleno de violencia y luchas de poder: «A veces se vuelve una película extremadamente violenta e, incluso cuando no estamos mostrando esa violencia, se puede percibir en el ambiente. Mis últimas cinco películas han sido más elegantes, más estéticas en la descripción de la violencia, así que esta vez me apetecía plantear algo más crudo, quería entender la sensación de estar en un mundo peligroso. No podía guardarme nada y tenía que mostrarlo todo, asegurarme de que se viera tal y como era», explica un Arcel que viene de dirigir la adaptación de «La torre oscura» (2017) o, más recientemente, «Jinetes de la justicia» (2020), también con Mikkelsen.

Mikkelsen, en el centro, junto al director Nikolaj Arcel
Mikkelsen, en el centro, junto al director Nikolaj ArcelBTEAM

Una familia disfuncional

«El tema real de la película es la familia. Va sobre alguien que es tan ambicioso que llega a cegarse ante el amor o la familia, que le acaba llegando por accidente. No se trata de un hombre muy emocional, y por eso me enamoré de ella, porque parece una historia moderna pese al contexto en el que ocurre. Él se da cuenta de que, si sigue viviendo así, no estará viviendo realmente», explica el director sobre un filme que, sí, abre el salvaje norte a puñaladas y ollas de agua hirviendo corriendo por la espalda, pero que en realidad habla de ganarse la tierra (y el cariño de los que nos escogen) a pulso.

Y es que, aunque la interpretación de Mikkelsen eleve la película, es realmente la de su tenaz ayudante (impertérrita Amanda Collin) la que termina de darle forma al filme, trascendiendo los límites del género y adentrándose en lo universal: «Intentas ser históricamente exacto, pero no demasiado, porque, si no, te duermes. La gente no puede hablar como en los libros, ya que entonces estaríamos haciendo teatro. Tienes que modernizar la lengua, pero también la emoción», completa un Arcel al que no tardarán demasiado en volver a llamar desde Los Ángeles.