Álvaro de la Calle: «El Domingo de Ramos fue como mi Copa Chenel»
Después de un lustro en el «banquillo», el torero de 47 años se ha ganado una nueva oportunidad
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La noche del domingo en el hospital se daban cita los dos protagonistas opuestos de la misma historia, el héroe caído y el héroe inesperado. Álvaro de la Calle, tras cumplir con oficio el papelón de enfrentarse a cinco toros en Las Ventas más la decepción del público por no disfrutar de Emilio, acompañó en La Fraternidad a su compañero, al que brindó con su montera en la puerta de enfermería.
Atiende al teléfono su hermano Juan, quien todavía está ronco de la emoción vivida en la tarde del Domingo. «Casi no me sale la voz de la tensión que pasé». Sin embargo, asegura que al mismo tiempo estaba totalmente convencido de que su hermano estaba preparado para afrontar un compromiso de esa magnitud.
Álvaro nos da detalles de lo que vive un sobresaliente entre bambalinas, como la forma en que corre la noticia de que Emilio no volvería al albero, hasta que finalmente lo comunicó la megafonía. Como también recuerda la conversación solo horas antes del festejo, en la que dejaron claro con la presidencia que en caso de percance él afrontaría el reto en solitario. También explica cómo trata un sobresaliente a otro sobresaliente: «Le dije a Jeremy (tercer espada) que hiciese un quite a cualquier toro al que viese posibilidades».
Él bien sabe lo que es estar en esa situación de soñar con una fugaz oportunidad así. Acumula decenas de festejos como sobresaliente, incluso también En Las Ventas, donde ha estado en compromisos en solitario o mano a mano de Ferrera o Paco Ureña. Precisamente, está anunciado también para la encerrona del murciano en San Isidro, aunque confía en contar con la sensibilidad de la empresa (a esperas del resultado del concurso de Las Ventas) para formar parte de una terna en algún festejo. Su última actuación en Las Ventas, más allá de la labor de sobresaliente, fue también la primera, en su confirmación de alternativa en 2006. Solo un año después fue cuando empezó a caer su volumen de contratos hasta prácticamente llegar a la inactividad. En los últimos años, su papel en las encerronas ha sido su única tabla de salvación. «Ha habido años que solo he hecho un paseíllo».
También reconoce que «estoy muy agradecido a compañeros como Ferrera o Emilio de Justo. Ellos son los que apuestan por mí y proponen mi nombre a los empresarios, porque conocen mi profesionalidad.
Llama la atención que un torero como él no haya sido anunciado en ninguna de las dos ediciones de la Copa Chenel. «Me puse en contacto con el Centro de Asuntos Taurinos, después de que otros compañeros me animaran. Pero somos muchos para pocos huecos. Ahora espero que la tarde del Domingo sea como mi Copa Chenel y me abra nuevas oportunidades. Al terminar el festejo, la empresa me felicitó y se comprometió a que mi oficio se transformará en oportunidad».
Aun contando con el aliento de su hermano, Álvaro no pudo evitar echar en falta a la persona que más luchó para que cumpliera su sueño. «Mi padre incluso estando enfermo, me acompañaba a llamar a la puerta de Madrid en cada festejo que organizaba la Monumental. Un día se partió la cadera estando conmigo en Portugal y no quería ir al hospital hasta que no me viese torear».
Con su actuación, el salmantino acabó con las voces que cuestionaban que un torero de 47 años se mereciese la oportunidad de relanzar su carrera como sobresaliente. La dignidad no entiende de ningún tipo de edad.