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Orejas para la esperanza en Valencia

Daniel Luque y Ginés Marín tocaron pelo en el arranque de la feria de julio
Ginés Marín
Biel AliñoEFE
La Razón
  • Paco Delgado

    Paco Delgado

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Comenzó la feria de julio de Valencia, la otrora gran feria no solo de la ciudad del Turia: la primera gran feria del calendario, con una asistencia desoladora. Tres, cuatro mil espectadores... Alrededor de un tercio de entrada, siendo generosos, registró el coso de Monleón para este primer festejo de un abono al que hace años abandonaron a su suerte. Tampoco nadie daba un duro por el tercer toro de la tarde, distraído de salida y declaradamente manso en los dos primeros tercio. Pero algo le vio Ginés Marín que brindó su muerte al público. Y no se equivocó. El de Algarra cambió diametralmente y embistió con fijeza y ahínco, siguiendo la muleta que manejó con mucho mando y firmeza un Marín que ligó los muletazos sin enmendarse aún cuando tuvo en contra al viento.
Fue ovacionado de salida el sexto, cumplidor en varas y que se lo pensó mucho en la muleta. Cuando arrancaba lo hacía con ímpetu y un punto de fiereza que no fue fácil domeñar, obligando mucho a su matador que dio siempre la cara y acabó sometiéndole en una faena muy trabajada y tesonera en la que escuchó un aviso antes de entrar a matar.
Daniel Luque, además del bajón moral de ver tan poca gente, tuvo un primer oponente sin fuerza que apenas acometió, manteniéndose en pie a duras penas y haciendo inútil el esfuerzo de su matador por sacar algo positivo.
Atacó el quinto de lejos y con poder al caballo y por dos veces, empujando y hasta romaneando, no perdiendo por ello fuelle en el último tercio y, aunque cabeceando, permitió a Luque lucir su firmeza en un trasteo que fue decreciendo conforme se apagaba el toro.
Ver tanto cemento debió influir en el ánimo de Miguel Ángel Perera, que no anduvo concentrado en ningún momento. Le molestaba el viento, una banderilla, una mosca... No estuvo a gusto ni se acopló nunca con un primer toro de proceder cansino pero que cuando embestía lo hacía con rectitud y buen son. Pero su matador, en una faena tan larga como hueca, no logró entenderse con él ni, mucho menos, conectar con el tendido.
Y en parecidos términos discurrió la lidia del cuarto, un animal que no se empleó pero con el que tampoco el extremeño se acabó metiendo, abusando de medios pases y desplazando siempre hacia afuera.

La ficha

Valencia, 14 de julio. Primera de feria. Un tercio de entrada. Toros de Luis Algarra, bien presentados, justos de fuerza y de juego desigual, destacando el tercero.
Miguel Ángel Perera (de coral y oro), pinchazo hondo, estocada, aviso, silencio; pinchazo, estocada, silencio.
Daniel Luque (de blanco y oro), entera y descabello, silencio; entera, oreja.
Ginés Marín (de purísima y oro), entera, oreja; aviso, estocada baja y descabello, ovación
De las cuadrillas destacaron Viotti y El Patillas.