Bilbao

Ureña se impone por el camino de la verdad

El murciano cortó dos trofeos, uno y uno, y Alejandro Talavante, uno, a un desigual encierro de El Puerto de San Lorenzo en las Corridas Generales

El diestro Paco Ureña cogido al entrar a matar
El diestro Paco Ureña cogido al entrar a matarJavier ZorrillaAgencia EFE

Roca Rey había dejado un boquete después de la bomba emocional que había soltado el día anterior. Pero no podía ser. No pudo cumplir con el doblete consecutivo que tenía firmado. La empresa llamó a Talavante que, al parecer, estaba en Extremadura y el tiempo se le fue, se le pararon los relojes y pasaban once minutos las seis de la tarde (hora prevista del festejo) cuando Alejandro entraba por la puerta de la plaza. Ahí esperaban los empresarios y hacía tiempo que Morante y Ureña aguardaban con el capote liado. Con casi un cuarto de hora de retraso comenzó el festejo. Sacaron a saludar a Ureña. Lo bordó en esta plaza con un triunfo que no se lo ha llevado el olvido, ni pandemia de por medio en el 2019. Morante gozó después las medias arrancadas del primero, que tardó poco en afligirse. No el torero. Fue una faena de deleite, sin grandes alardes, pero de belleza por su oficio y capacidad. Y esos detalles, que con la firma del de La Puebla, valen oro.

Lo esperábamos en el cuarto, pero el descastado toro puso el contador del tiempo a correr rápido y en nada y menos Morante se lo quitó del medio.

Talavante

Talavante regresaba a la plaza pocas horas después de haber abierto la Puerta Grande. Su primer toro tuvo franqueza y repetición. Pareció que duraría menos de lo que luego lo hizo. La labor estuvo repleta de corrección, también de toreo por fuera y sin llegar a comprometerse. El temple apaciguaba las otras carencias. La tanda más reunida y despaciosa llegó al final. También la estocada al primer encuentro y el trofeo.

Noblón fue también el quinto, pero la faena de Talavante tuvo las mismas líneas maestras de falta de ajuste.

No quiso caballo y apretó a los infiernos en banderillas el tercero y prendió a Azuquita, que tuvo que irse a la enfermería. Paco Ureña no tenía una papeleta sencilla. El toro era un huracán que arrasaba con mucha incertidumbre, con genio, rabioso, pero apostó. Paco estuvo dispuesto a jugarse los muslos y la vida. Y así los puso a disposición del toreo, de lo que el destino quisiera. No rectificó, no cambió el rumbo, seguridad, aplomo, tranquilidad en la tempestad de una embestida que podía arrasarle en cualquier momento. Era toro de los que hieren. La estocada fue un encontronazo, un tú a tú, un fogonazo, que se resolvió con una cogida muy fea. Pensamos que estaba herido porque de hecho él expresó como si lo estuviera. Por suerte, todo quedó en un susto. La gente estaba loca. Pidieron el doble premio y Matías, el presidente, se puso exigente cuando acababa de soltar una ligero.

De enfermería salió en el sexto. Al toro le iba la distancia larga y en la corta protestaba. De ahí que la faena transitara por distintos momentos. La firmeza de Ureña no tuvo fisuras, ni una sola huella de desistimiento. Lo vio claro y quiso siempre hasta rematar con unos muletazos por bajo y la estocada, que le valió para sumar dos, que en Bilbao no es lo mismo que la Puerta Grande.

Ficha del festejo

Bilbao. Séptima de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de El Puerto de San Lorenzo, desiguales de presentación. Tres cuartos de entrada. El 1º, afligido, de media arrancada; el 2º, noblón; el 3º, (La Ventana de El Puerto) manso, geniudo y muy complicado; el 4º, descastado; el 5º, noblón; el 6º, noblón y se deja.

Morante de la Puebla, de tabaco e hilo blanco, estocada (saludos); estocada (silencio).

Talavante, de azul marino y oro, estocada contraria, descabello (oreja); estocada (silencio).

Paco Ureña, de verde botella y oro, estocada (oreja); estocada trasera y desprendida (oreja).