Rehabilitación
Así avanza el complejo refuerzo estructural en la icónica Plaza de Ronda
La emblemática plaza andaluza se somete a una intervención milimétrica que busca prolongar su vida útil sin alterar su identidad arquitectónica ni su carga simbólica
La Plaza de Toros de Ronda no solo sigue siendo uno de los escenarios más potentes de la expresión cultural taurina, sino también un desafío vivo para la arquitectura y la ingeniería moderna. En estos días, el ruedo más emblemático de la tauromaquia andaluza está siendo sometido a un complejo proceso de consolidación estructural, que combina respeto por el pasado y visión de futuro.
Los trabajos se centran ahora en los tendidos altos, donde se ha comenzado a instalar una estructura romboidal a medida, reforzada con un anillo de acero macizo, diseñada para abrazar con precisión cada columna y arco de la plaza. No se trata de una intervención genérica, sino de una operación quirúrgica, ejecutada sección por sección, en función de las particularidades arquitectónicas de cada punto del edificio.
Al frente del proyecto está el arquitecto Ricardo Aroca, que ha optado por soluciones técnicas inéditas en este tipo de construcciones. Con el visto bueno de la Junta de Andalucía y el Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga, Aroca ha planteado una intervención que, más que restaurar, replantea la manera de conservar la arquitectura taurina. El objetivo: asegurar la estabilidad sin alterar un solo centímetro de su identidad histórica.
En un mundo donde muchos inmuebles patrimoniales se adaptan mal al paso del tiempo, la Plaza de Ronda ofrece un ejemplo de cómo se puede intervenir sin desnaturalizar. Aquí, la piedra no se sustituye: se estudia, se entiende y se refuerza con precisión milimétrica. Cada decisión está basada en estudios específicos sobre la respuesta estructural de materiales tradicionales frente a nuevas tensiones.
Más allá del rigor técnico, el proyecto también tiene una carga simbólica. Blindar la estructura de la Plaza de Toros de Ronda es también blindar una forma de entender la tauromaquia: como una práctica viva, pero también como un patrimonio que no se conserva encerrado en vitrinas, sino en plena actividad, en carne viva.
Mientras tanto, las obras siguen su curso sin detener la programación habitual. Porque en Ronda, la piedra se refuerza, pero la plaza sigue respirando. Y esa es, quizás, la mayor victoria del proyecto: demostrar que se puede cuidar lo que se ama sin apagarlo.