Efeméride

El Gallo: la suerte o la muerte

La gran tarde de Rafael El Gallo en Sevilla o de cuando el Divino Calvo puso en pie a La Maestranza toreando en una silla

El Gallo: la suerte o la muerte
El Gallo: la suerte o la muerteAvance Taurino

Fue Rafael Gómez Ortega torero genial, sin medias tintas ni claroscuros. O estaba bien, muy bien, o no es que estuviese mal o muy mal... es que no estaba, lo que entronca directamente con la genialidad. Muchas fueron las broncas recibidas, muchas las espantás protagonizadas, muchos los escándalos provocados... pero también son muchas las tardes de éxito, de grandes faenas, de inspiración sublime y de apoteosis. El Gallo era así.Y una de esas tardes extraordinarias fue la del 20 de abril de 1915, en Sevilla, en plena feria de abril. Era la tercera corrida de abono y toreaban mano a mano el de Gelves y Francisco Posadas al resultar herido el día anterior el anunciado Manolo Torres “Bombita III”. Enfrente tuvieron toros de Herederos de Felipe Salas. El Gallo, que brindó la muerte del tercer toro a la insigne actriz María Guerrero, entonces en pleno apogeo de su carrera, firmó una de sus mejores y más recordadas faenas. Tras el brindis El Gallo pidió una silla y sentado en ella enjaretó sus primeros pases ante el delirio de la concurrencia. Fue una faena llena de arte y valor que culminó con un sensacional volapié, que le valió una atronadora ovación por parte de la afición sevillana.El diario ABC, en su edición del día 21 de abril de aquel año, contaba así lo hecho por Rafael El Gallo:"El tercero, Ravachol, es berrendo en negro y de fea presencia. Se muestra manso... Gallo hace dos quites magníficos, uno recortado y otro de larga afarolada. (Ovación). Rafael coge los palos y clava un par al quiebro superior, y otro al trapecio, previa preparación preciosa. (Muchas palmas)... El Gallo brinda al matrimonio Guerrero-Mendoza, que ocupa un palco. Empieza su faena de muleta con un magnífico pase cambiado y otro por alto colosal; sigue con varios por bajo y otros pasándose la muleta por la espalda, realizando filigranas que entusiasman.

El diestro está cerquísima, y derrocha valentía, cogiéndose a los pitones del bicho. (Gran ovación y música).Luego da Rafael varios molinetes estupendos, uno de ellos con ambas rodillas en tierra. Gran ovación).Se perfila para herir y deja una estocada superior, saliendo limpio de la suerte.(Enorme ovación, aclamaciones delirantes, petición de oreja y vuelta al ruedo. Un entusiasta se arroja al ruedo y abraza a Rafael.En el cuarto continúa la ovación a Rafael, que tiene que salir a saludar desde el tercio".Por su parte, La Lidia, en su número correspondiente al 26 de abril, publicaba esta crónica firmada por Perezaguirre: "Cuarta corrida. Toros de Herederos de Felipe Salas.Primero: Un gran buey. Gallo encuentra al toro muy dificil, haciendo una faena sin lucimiento y larga una pescuecera.Tercero: Grande. Gallo se luce en quites rematando uno con un farol. Palmas. Rafael coge los palos y cambia un par superior, repitiendo con otro de frente. Palmas. Rafael brinda a la Guerrero y Mendoza, haciendo una faena de las que dejan recuerdo. Pase de pecho, molinete, rodillas, adornándose mucho, todos magníficos y entrando bien coloca una en buen sitio que lo mata. Gran ovación y vuelta al ruedo.Quinto: Adelantado de pitones, manso, teniendo que ser fogueado. Gallo brinda a los de la solana, haciendo una faena corta propia para su enemigo, y entrando desde largo, señala un pinchazo; entra nuevamente, dejando media tendida, un intento y por fin dobla. Palmas."José María de Cossío, en su obra Los Toros, resumía así aquella explosión de toreo:"Destaca la grandiosa faena realizada en Sevilla el 20 de abril de 1915. Fue en el tercer toro, de Salas; toreaba con Francisco Posadas. El Gallo toreó a este toro con el capote y lo banderilleó magistralmente, y brindó su muerte a la insigne actriz María Guerrero. Pidió una silla, y sentado en ella, originalidad desconocida, dio los primeros magníficos pases de su primorosa faena, en medio de una ovación delirante; fue completa de arte, de valor y de belleza, y la termina entrando a matar muy valiente, y de modo irreprochable, a volapié, enterrando el estoque hasta las cintas en lo alto del morrillo. Se le concedieron las orejas del cornúpeta, un gran regalo de la Guerrero y de su esposo, don Fernando Díaz de Mendoza, y unas ovaciones que fueron un verdadero homenaje de la afición sevillana."Dos días más tarde, alternando con su hermano José y Posadas ante toros de Murube, dio una de cal y otra de arena. Y tres días después tomó parte en la Corrida de Beneficencia de Madrid, compartiendo cartel con Joselito, Vicente Pastor y Belmonte y toros de nuevo de Murube. Y una vez más El Gallo no dejó indiferente a nadie. Paco Media Luna en El Toreo, lo contó así en su crónica: “De Rafael Gómez ¡habría tantas cosas que escribir!... Hemos convenido en que a este señor hay que echarle de comer aparte, y después de esto no tenemos más que hablar. En sus dos bichos hizo el calvo cosas tan inimitables toreando con el capotito, que el público casi le perdonó lo malo que estuvo con la muleta y el acero. Desmenuzar las faenas de Rafael es un trabajo demasiado largo. ¡Constan de tanto malo y tanto bueno, buenísimo!... En su segundo enemigo nos obsequió con un quite, consistente en una larga cambiada de rodillas, como no puede darse una cosa más bella”. Gerardo Diego, entusiasmado por aquella actuación sevillana del 20 de abril le dedicó unos versos en su obra La suerte o la muerte:Rafael pide una silla.-¿Silla? ¿Una silla?- De paja.Ya han encontrao la alhaja.Ya se sienta en su Sevilla.¡Cálculo de maravilla!Tres, de maestro, le ha dado:alto, de pecho, ayudado.En trono de querubinesy cantando por bajines.Todos de pie. Y él sentado.Fue el poeta del 27 entusiasta admirador de Rafael, al que describia como elegante y majestuoso y con el don de la inventiva:“Sobre todo, Rafael fue artista, y su don supremo, la fantasía, la inventiva. En esto no ha reconocido par. Pues si esto es así y su decir iguala al de las más puros clásicos del toreo, ¿qué importa, al cabo de una vida, la cuenta de sus fracasos y que otros hayan mandado en el toreo más que él.En la suma total queda su timbre, el sonido, el son que solo él supo batir sobre el mármol de la verdad que es el ruedo del toreo”.