San Isidro
Madrid: interés con la de Conde de Mayalde, polémica, cogidas y tarde inconclusa
El Mene da una protestada vuelta al ruedo en la décima de la Feria de San Isidro; mientras Fabio Jiménez saluda y Tomás Bastos es silenciado
Tras el plato fuerte de Uceda Leal regresábamos a Madrid todavía con esas buenas sensaciones de corto y en la mano. ¿Para qué más? En esta época de eternidades que no dicen nada. Uceda rápido hizo mucho y sería muy buen torero ahora para refrescar, y es irónico dada su veteranía, carteles y abrir plaza. Abandonar ese intercambio de cromos, cartuchos y abrir la posibilidad al toreo. Sería bonito. Como bonito era el cartel de la novillada con Fabio Jiménez, y dos presentaciones que nos habían dejado un sabor de boca extraordinario. Tomás Bastos lo bordó en Olivenza. Las fuerzas contenidas tuvo el primero de la tarde, también clase para colocar la cara abajo y empujar en el engaño a cuentagotas pero con calidad. Exigía manos de seda y aun siendo así en un muletazo lo arrolló feo en dos tiempos. Lo vimos claro, a pesar de la distancia, y ya sobre la arena le hizo presa (también porque el novillo se la guardaba). Por suerte, y al parecer, sin consecuencias. Intentó imprimir suavidad Fabio Jiménez en el trazo y lo mató con eficacia. Sería lo único que podría hacer porque el cuarto no se tenía en pie. Tanto como que al comienzo de la labor se echó y hubo que apuntillarlo. Sí, así estábamos.
El Mene imprimió belleza a lo que hizo desde el minuto uno. El campeonato de honor estaba en las medias. Las medias verónicas son dinamita pura para las emociones y tinta indeleble para la memoria. Esto es así. Por eso El Mene dejó una buena. Tomás Bastos se gustó y regustó en la que cerró el quite y Mene volvió a la cara del toro para no dejarse comer terreno. Costó poner banderillas por aquello de que el novillo apretaba. Se movió bravo después en la firme muleta del novillero, aunque no tardó en bajar revoluciones. El Mene firmó bueno el comienzo y el final y algunos naturales de buen sello en un conjunto que buscaba la uniformidad que, seguramente, le dará el tiempo y que no acabó de encontrar. Se fue detrás de la espada y resolvió.
La vuelta de la polémica
Después de la bajona del cuarto, el quinto manseó sin piedad. Parecía como si la segunda parte del festejo fuera otra, pero el de Conde de Mayalde, con su mansedumbre, empujó en la muleta de El Mene, con ese punto de brusquedad, de necesitar que se limaran las aspereza, pero hasta el final. La muleta volandera del novillero no ayudó a ahormar aquello, aunque lo pusiera todo. Ya con la espada tuvo un susto. Se quedó a merced y el toro le apretó bien. Ahí era presa fácil. Lo vio con la espada. Se tiró y muy habilidoso lo mató a la primera cuando ya había sonado un aviso. Se le pidió la oreja, no se le dio y la disputa vino con la vuelta al ruedo. Tiró para adelante.
El lote de Tomás
Tomás Bastos puso oficio con un tercero noble y soso con el que hizo todo con una facilidad pasmosa. Limpieza en el trazo y temple. Y dentro de esa ecuación la faena no llegó a conectar con los tendidos. Vino la estocada, punto trasera, y la cosa pasó desapercibida. Cosas feísimas hizo el sexto de salida y en banderillas. Después tuvo interés, con ese punto de genio, y de meterse por dentro, también, pero en la movilidad iba la opción. Largo se fue Tomás Bastos en una faena voluntariosa y muy firme. La faena era de lanzar la moneda al aire con peligro. La tarde quedó inconclusa.
Ficha del festejo
Las Ventas. Décima de San Isidro. Se lidiaron novillos de Conde de Mayalde. El 1º, de poco fuelle y mucha clase; 2º, repetidor y noble; 3º, noble, repetidor y soso; 4º, deslucido por flojo hasta que se echa; 5, manso bueno en la muleta; 6º, complicado. Tres cuartos de entrada.
Fabio Jiménez, de azul marino y oro, pinchazo, estocada (saludos); apuntillado al echarse el novillo (silencio).
El Mene, de purísima y oro, estocada (silencio); estocada (vuelta al ruedo).
Tomás Bastos, de blanco y plata, estocada (silencio); estocada, aviso (silencio).