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San Isidro

Robleño: vuelta a los 25 con imposibles Adolfos

Milagro de Manuel Escribano con los palos y un lote complicadísimo en la Feria de San Isidro de Madrid

Robleño: vuelta a los 25 con imposibles Adolfos Alfredo ArévaloAlfredo Arévalo

Con un «No hay billetes» se despachaba la corrida de Adolfo Martín en Madrid que suponía, además, una despedida de un torero de esta tierra. Un torero honesto que salió de la Escuela Taurina cuando todavía portaba el nombre de «Marcial Lalanda» y Gregorio Sánchez aparecía de vez en cuando con ese vozarrón tan suyo a poner orden (y sustos) en los primeros sueños de los chavales por El Batán. 30 años después de aquellos tiempos Fernando Robleño dice adiós de la que ha sido su plaza: Las Ventas y 25 después de convertirse en matador de toros. Que esta sea tu plaza es coronarse en las ilusiones compartidas de niños y eso queda a fuego marcado para siempre. No hay otra. Es tinta indeleble que protege del maldito paso del tiempo. Ferrera le brindó el primero de la tarde y para hacerlo se lo sacó a los mismísimos medios. Las cosas de toreros. Ahí nadie sabe lo que se dirían, entre ellos queda. Después el toro no sirvió, apagado y de corta arrancada. Lo enseñó Ferrera y hubo que pasar palabra.

Un sobrero

El cuarto fue bis, porque el animal titular vino al ruedo malo y de malo se echó sin apenas haber podido cumplir ni el tercio de varas y hubo que apuntillarlo. Pareció estar enfermo. Algo extraordinario, pero ocurre. El sobrero de Martín Lorca no nos regaló mejor tarde. Sin fuerza ni empuje ni poder en una muleta de Ferrera, que tomaban a coña en el tendido. Un tendido revuelto entre peleas y disputas. Se notaba que era sábado. Una pena. El punto de acción estuvo más tiempo entre los espectadores para ver quién se peleaba con quién que en el ruedo.

El segundo, que fue para Robleño, iba al paso y orientado. Con ese punto de radiografiarte en cada arrancada. Así que la faena de Fernando fue más a la defensiva que otra cosa. Lo sacaron a saludar en el quinto. Era su último toro venteño. El penúltimo, apuntemos y con él se empleó a fondo. El de Adolfo tuvo una embestida agradecida al natural y por ahí, al cobijo del tercio, le dedicó tiempo y espacio, se recreó, lo disfrutó y cuando lo enganchó con los vuelos el natural tenía mucha expresión. Era una faena inexacta e inestable, dificultosa por el diestro. Se fue recto con la espada, se le fue desprendida y dio una vuelta al ruedo que resumía un cuarto de siglo de dedicación a esta dura profesión de ser torero.

Así fue el milagro de Escribano

Imposible fue el tercero, con poder y orientado. Con mucha violencia volvía la cara para coger al torero, que era Manuel Escribano. De ahí que se nos hiciera eterna la faena. El sevillano se justificó, intentó el toreo por ambos pitones, pero sacar lucimiento de ahí rozaba la misión imposible.

Parecía que no, pero Escribano se fue a portagayola en el sexto. Susto grande. Adolfo Martín. Todos los datos presentes. Y lo que tardó en salir ese toro. Salió bien la larga y después le perdonó el toro la vida con las banderillas. Fue en el segundo par, el toro le apretó, Manuel que está fortísimo, no atinó a saltar y el toro que le había apretado no hizo por él. Un milagro. Otro salir ileso con un Adolfo que no tuvo un muletazo, por peligroso, y se los buscó. Qué angustia.

Ficha del festejo

Las Ventas. Última. Toros de Adolfo Martín. El 1º, parado y orientado; 2º, orientado y al paso; 3º, peligroso; 4, sobrero de Martín Lorca, desfondado; 5º, se deja al natural y orientado por el derecho; 6º, imposible por malo. «No hay billetes».

Antonio Ferrera, de blanco y oro, pinchazo, aviso, estocada trasera (saludos); estocada corta y baja (silencio).

Fernando Robleño, de marino y oro, estocada (silencio); estocada desprendida , aviso (vuelta).

Manuel Escribano, de esmeralda y azabache, pinchazo, estocada caída (silencio); estocada (silencio).