Un verano que huele a premio
Málaga ovaciona la ópera prima de Carla Simón basada en su propia vida: los primeros meses de una huérfana con su nueva familia
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Málaga ovaciona la ópera prima de Carla Simón basada en su propia vida: los primeros meses de una huérfana con su nueva familia.
Si en 90 minutos de cine no pasa, dramáticamente hablando, nada y aun así no podemos quitar ojo de la pantalla, no cabe duda: estamos ante una gran película. «Un trozo de vida», que dicen los cursis, pero en esta ocasión con justicia y sin afectaciones, sin trampas de pseudo autor. Por eso «Verano 1993» es ya la Biznaga de Oro «in pectore» de esta 20ª edición del Festival de Cine en Español de Málaga. Por eso, y porque el jurado de Berlín, que la premió como mejor ópera prima del certamen, no podía andar muy desencaminado. De eso apenas hace un mes. Todo ha ido muy rápido para Carla Simón: «La presentación en Berlín fue muy intensa y bonita y el hecho de que saliera premiada ha sido surrealista, porque no los esperábamos. Me sorprendió el impacto mediático», confiesa en Málaga esta directora barcelonesa del 86.
Lo que se reproduce en la sala es la historia de su vida, del verano más extraño de su existencia, cuando, tras la muerte de su madre (por sida, enfermedad que ya se había llevado con anterioridad al padre) tuvo que mudarse a una masía con su nueva familia, sus tíos. La pequeña Frida es el «alter ego» de Carla Simón para explicar un duelo sin palabras, un torrente emocional que va por dentro, ahogado por ese eterno presente de la infancia: «Hablar de ese modo de gestionar las emociones en los niños era muy importante para mí; ellos son capaces de entender la muerte a su manera, pero no saben explicar lo que sienten». Por eso, a veces, Frida puede llegar a ser cruel, a desear la desaparición de su nueva hermana pequeña, a nadar en esa ambigüedad de las niñas de «El país de las maravillas» (Alice Rohrwacher, 2014). Pero todo lo que hace, apunta Simón, «está justificado, ya sea porque tiene celos, porque necesita sentirse parte de algo, para que la integren o porque echa de menos a su madre y no lo sabe. Cuando ves llorar a un niño no es evidente lo que le pasa».
Frida no llora, pero recorre el mundo con una mirada que nos remonta a varias décadas atrás, a la Ana Torrent de «El espíritu de la colmena» (Víctor Erice, 1973) y «Cría cuervos» (1976): «Son dos películas que me han acompañado, es cierto, aunque esta cinta no se ptarece en nada, pero me interesaba cómo tratan el contexto de manera muy sutil, como está toda la época retratada pero sin decirla en voz alta y por ese respeto por contar la psicología de los niños, que es muy compleja». Aquel verano del 93 se palpa en mil detalles, es pura memoria generacional: las pistolas de agua, el matamoscas, las canciones de Bom Bom Chip... «Esa parte del proceso fue divertida. Las fotos de mi infancia fueron el referente y fue gracioso ir sacando cosas que todos en el equipo recordábamos: los juguetes, el vestuario...».
Los niños mandan
Confiesa Carla Simón que las relaciones familiares, humanas, son su gran pasión como narradora y que la infancia siempre tendrá su hueco en su cine, «pero no sé si en papeles principales», bromea. La experiencia ha sido dura: «Cuando trabajas con niños hay cosas que haces porque no puedes hacerlas de otra forma; ellos son la prioridad, hay que tomar decisiones de cámara rápidas que no son como tu querías. Ellos mandan». En cualquier caso, sería imperdonable quejarse tras ver el trabajo de Laia Artigas en el papel de Frida. Una niña de apenas 8 años que denota en pantalla una madurez que no es tal en la vida real. Bastaba verla corretear ayer por el Teatro Cervantes de Málaga para darse cuenta de lo pequeña que en realidad es. La cámara la engrandece en todos los sentidos. Ella es el resultado de un casting de seis meses, entre cerca de 1.000 niños. Y en ella ha depositado Simón una historia que, dice, después de escribirla y filmarla «parece que no me haya pasado».
Por su parte, Fapae y ComScore ofrecieron ayer los datos de la cuota del cine español durante el primer trimestre del año: un 14% con una recaudación de 20 millones de euros –hasta el 19 de marzo–, 5,5 puntos menos que en 2016.