Una fábula para hallar la felicidad
Jayme Monjardim presenta «El vendedor de sueños», una cinta basada en la trilogía homónima de Augusto Cury
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De qué vale estar rodeados de oxígeno si la misma realidad se encarga de asfixiarnos. Hasta qué punto somos conscientes de que la capacidad de emocionarse se está cambiando por la necesidad de tener más «likes» que el de al lado. «Una persona puede estar muerta estando viva», afirma tajante Augusto Cury, psiquiatra, psicoterapeuta y escritor brasileño de la trilogía «El vendedor de sueños», páginas que ahora pasan a la gran pantalla bajo el mismo título y la dirección de Jayme Monjardim. «Una persona puede sentirse prisionera en una sociedad libre y democrática», continúa, «porque siente que no tiene objetivos ni metas en la vida». Esta sensación claustrofóbica es producto de una serie de acontecimientos que, desde hace unos años, viene acelerando el ritmo de vida de las personas: «Estamos enfermando colectivamente, desarrollando sufrimientos por cosas que aún no han sucedido y dificultades para convivir con personas más lentas», expresa Cury, así como también resalta que la emoción envejece, tanto en niños como en adultos, «por culpa de la intoxicación digital».
Sin embargo, aún quedan personas que apuestan por ver el lado positivo de las cosas. Un ejemplo es el mendigo que protagoniza esta cinta. Interpretado por César Troncoso, este hombre al que todos llaman «maestro» salva al famoso psiquiatra Julio César (Dan Stulbach) de suicidarse desde el vigésimoprimer piso de un edificio. A partir de ese momento y siendo la identidad del mendigo una gran incógnita, el psicólogo consigue poner punto y seguido a su propia historia gracias a las lecciones del «maestro» que, por cierto, se hace famoso gracias a un vídeo. ¿Quién es este mendigo? ¿Tuvo algo que ver su pasado con su actitud?
Una plaza de locos
«Hay muchos miserables que viven en palacios y muchas celebridades que están deprimidas», apunta Cury. Esta preocupación por lo trivial –como puede ser el poder– antes que por lo esencial –como la familia– se refleja en el filme como parte fundamental dentro de un mundo enloquecido. «La sociedad moderna se ha convertido en un manicomio global», explica el escritor, «una plaza de locos donde la ansiedad, el pesimismo y la dificultad de proteger las emociones marcan de una manera dramática».
Toda esta falta de placer que viene dada por la cada vez más alta dependencia digital, así como por, en palabras de Cury, «el síndrome del pensamiento acelerado», es lo que refleja la cinta y lo que ha emocionado a miles de brasileños. «Trata de prevenir depresiones y suicidios», expresa Cury, celebrando que «miles de personas que la han conocido han cambiado sus vidas». Ahora serán los españoles los que se replanteen las suyas a partir de esta cinta que, según Cury, «trata la gestión de las emociones por primera vez a nivel mundial».