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El «jogo bonito» es alemán

Brasil es el equipo que menos pases ha dado de los cuatro semifinalistas y el que más faltas ha cometido y tarjetas amarillas ha visto en todo el torneo

El central David Luiz ha marcado dos de los goles de Brasil. A la derecha, dos «jugones»: Özil y Kroos
El central David Luiz ha marcado dos de los goles de Brasil. A la derecha, dos «jugones»: Özil y Krooslarazon

Los aficionados que vieron a Brasil ganar en 1970 hipnotizando a los rivales a partir de la pelota y aquellos que presenciaron tantas y tantas victorias alemanas basadas en su superioridad física pensarán mañana que el fútbol se ha vuelto loco o, al menos, que se ha dado la vuelta. Porque en el Estadio Mineirao, el equipo vestido de amarillo tratará de imponer su intensidad, energía y verticalidad para alcanzar la final, mientras que los de blanco, los altos y rubios alemanes, se asociarán alrededor del balón para conseguir el triunfo. Dos de los más grandes campeones se encontrarán una vez más, pero con los papeles cambiados, consecuencia del camino que cada uno ha tomado en los últimos tiempos.

Los de Joachim Löw llevan tiempo respetando el juego de toque, admirando lo que hizo la Selección de Luis Aragonés y Del Bosque y el Barça de Guardiola. Tanto han querido seguirlo que Pep fue el elegido para prolongar el reinado del Bayern en Europa. Los germanos siguen teniendo centímetros y kilos de peso, pero además cuentan con futbolistas «bajitos» y tanto unos como otros quieren jugar a la pelota. Con España fuera, Alemania quedó como el mejor representante del tiquitaca en esta Copa del Mundo, mientras Brasil, país que inventó esta forma de jugar en la que importa tanto divertirse y divertir como ganar, ha dado un giro radical.

Scolari se ha rodeado de un grupo que está a muerte con él e interpreta mejor que su rival de mañana la histórica practicidad alemana. Los números no engañan y, aunque los dos están entre los cuatro mejores con la misma media de goles (2 por partido), el proceso para llegar hasta aquí ha sido diferente. Los cariocas han necesitado hacer 39 faltas más que los germanos para detener a sus rivales, el mejor signo de que no han dominado, precisamente, la posesión del esférico. Este Brasil no necesita el balón para sentirse realizado como ocurría en el pasado y no se le pone la cara colorada si tras un buen primer tiempo, como ante Colombia, decide esperar cerca de su portero a que vayan pasando los minutos.

Los anfitriones son el peor de los cuatro equipos que se mantienen en competición en pases completados (1.816) por detrás, por supuesto, de Alemania, el mejor grupo en este apartado (2.938), Argentina, Francia, Holanda, Bélgica y Chile. El dato refleja la declaración de intenciones de unos y otros y la facilidad de los de Scolari para cambiar la piel en busca del camino más directo hacia el éxito en su Mundial. Si se tiene en cuenta el porcentaje de acierto en las combinaciones, los locales se hunden muy abajo en la clasificación, aunque esto no les ha impedido ser el tercer equipo más anotador del torneo junto a Alemania y firmar casi dos ocasiones de peligro más por partido que los germanos. Se sienten a gusto en el papel que tradicionalmente tuvo su rival de mañana.