Rugby

«El rugby nos educa para la vida más de lo que pensamos»

Entrevista a Fermín de la Calle, autor de “Con fina desobediencia”

Teleo a Fermín de la Calle, escritor. Luis Díaz. 18/10/19
Teleo a Fermín de la Calle, escritor. Luis Díaz. 18/10/19Luis Díaz

Fermín de la Calle (Jerez de la Frontera, 1973) es periodista y jugador de rugby amateur. Un deporte minoritario todavía en España que intenta acercar al público en «Con fina desobediencia» (Libros del KO).

–¿Es un libro solo para aficionados al rugby?

– La gente de rugby es muy militante y yo sabía que no iba a tener problemas con ellos, pero es muy exigente también, como ocurre en todos los deportes minoritarios. Tenía que ser un libro que les gustase y que hicieran suyo. Debía contar muchas historias, unas que conocieran bien y que fueran muy documentadas, y otras que, sin conocerlas, les llamaran la atención. Pero la idea era llegar a la gente que no lo conocía.

–¿Es tan especial el rugby como se dice?

–Hay una cosa que me molesta y es la endogamia que tenemos los del rugby. Siempre decimos que es especial y para mí es un error. Es especial, seguro, pero no somos nosotros los que tenemos que decirlo. El rugby, si es especial, lo debe decir la gente que se acerca desde fuera. Nosotros tenemos que hacer que sea especial y eso pasa por el comportamiento de la gente en el campo. Hay un límite que hace que el rugby no trascienda al lado peligroso, que es donde acaba la agresividad y empieza la violencia, y eso el rugby lo tiene bastante interiorizado.

–¿Qué le falta a este deporte en España?

– El rugby tiene un espíritu coral, solidario y hasta cierto punto anónimo que no encaja bien con los latinos. Nosotros somos demasiado protagonistas, individualistas, desordenados, improvisamos mucho... y el rugby es un deporte eminentemente británico. Son bastante sacrificados, ordenados y hasta cierto punto anónimos. Nosotros, los italianos, los argentinos, llevamos mucho más el ego deportivo a flor de piel y eso lo hace más complicado.

–Si España se clasificara para un Mundial, ¿impulsaría al rugby?

–El rugby está creciendo en España de una forma salvaje en las escuelas porque están viniendo muchos niños rebotados del fútbol. El rugby tiene una ventaja enorme, que cualquier morfología física es necesaria. Cuando los padres vienen un poco a regañadientes al final acaban encantados porque el niño juega, se divierte, tiene protagonismo, hace pandilla con los amigos y sobre todo porque en la grada no hay violencia verbal. Ya hay muchos jugadores españoles en edad de formación jugando en academias de primer nivel francesas e inglesas. Lo que demuestra que talento sí hay, lo que nos faltan son recursos en el momento en que pasas del amateurismo al profesionalismo.

–¿Que Jaime Nava aparezca en «Masterchef» es bueno para el rugby?

– Para mí, sí. Creo que Jaime ha hecho mucho por el rugby en el campo y fuera de él. Me parece que ha sido muy valiente haciendo eso porque también hay gente que se lo critica. Los puristas pegaron a Camarón y a Jaime también. Y él ha tenido que tragarse muchos sapos, pero para mí ha sido muy leal al espíritu del rugby incluso cuando ha tenido que trabajar en equipo en «Masterchef». Ahí se ha visto que se ha puesto al servicio del equipo, que ha intentado templar los conflictos. Me parece que el rugby nos educa para la vida mucho más de lo que nosotros pensamos, te inculca valores que te valen en la vida cotidiana, si te caes te levantas, ayudas al de al lado, respetas a todo el mundo, te respetas a ti mismo. Y Jaime lo tiene inculcado porque lleva muchos años jugando.

–¿Hizo más Mandela por el rugby o el rugby por Sudáfrica?

–Hace más el rugby por Sudáfrica por la situación límite a la que había llegado, pero Mandela también hizo mucho por el rugby. John Carlin sostiene que Mandela paró una guerra civil con el rugby. Acaba convenciendo a los negros de que pueden dar la vuelta a la situación utilizando un deporte que era completamente segregacionista. Les ayuda a cerrar una situación bastante comprometida, abre los ojos a la población negra para que puedan integrarse con los blancos y a los blancos para tender la mano a los negros. Para el rugby, el 95 fue el punto de inflexión, porque además justo un mes después se aprueba la profesionalización y entra el dinero a borbotones.