Fútbol
Atlético - Granada (1-0): Una victoria vacía
El Atlético amarró el triunfo en los primeros cinco minutos y terminó esperando el pitido final arrinconado en su área
Demostrar que el Atlético está vivo. Ésa era la misión que Simeone había encargado a sus jugadores.Unas palabras que devuelven al Atlético a la situación en la que mejor se desenvuelve, cuando todo todo parece en contra y cualquier paso adelante es una heroicidad.
Así ha construido Simeone el mejor Atlético de los últimos 40 años y asi pretende recuperar el camino perdido. Y así salió el Atlético, dispuesto a dar la vuelta a un comienzo de año lamentable, en el que había sido incapaz de ganar ninguno de los últimos cinco partidos y, además, había quedado eliminado de la Copa ante un equipo de Segunda B.
El Atlético salió despierto. Con Koke dispuesto a demostrar que era él lo que le faltaba al Atlético en los últimos tiempos y con Vitolo y Correa decididos a disputar un puesto en la delantera con quien haga falta. Si no hay delanteros están ellos. Y entre el capitán y el argentino armaron el primer tanto en menos de seis minutos. No sabían que sería el único, porque a Vitolo le anularon otro poco después por fuera de juego.
Era la reivindicación de un equipo al que se sospechaba en decadencia. Simeone buscó la recuperación de la manera en que más seguro se siente, con cuatro mediocentros. Dos de ellos se sacrifican en los costados para defender y el único experimento del Cholo fue poner en la derecha Marcos Llorente. Aunque después intercambió posiciones con Koke.
El Atlético empezó fuerte, con ganas de enseñar su mejor aspecto, un equipo presionante y rápido. Pero la fe le duró un rato. Un cuarto de hora aproximadamente, lo que tardó el Granada en darse cuenta de dónde estaba. El equipo granadino acaba de llegar a Primera y tiene la cabeza repartida entre la Liga y la Copa, en la que la final no la ve tan lejana.
Se animó el Granada y el Atlético se fue difuminando. Lo que en el comienzo eran pasos adelante, con el avance de los minutos se convirtió en un paso atrás detrás de otro hasta vivir por momentos encerrado en su área.
El Granada se venía arriba y hasta su afición, un puñado de ellos confinados en un rincón, se hacía notar más que la propietaria del local. Los disparos cada vez se acercaban más al objetivo. Oblak tuvo que sacar un remate de Soldado en el área pequeña y Savic despejó el siguiente remate Gil Dias que no tenía buenas intenciones para los rojiblancos.
La pelota era del Granada y el dominio del partido, también. El Atlético volvió a reordenarse con los cambios. Carrasco era el jugador avanzado que buscaba la suerte en un contraataque y Saúl quedaba condenado de nuevo a jugar de lateral izquierdo con la sustitución de Lodi.
El Atlético avanza en el resultado, pero no da ninguna señal de estar realmente vivo, que es lo que pedía su entrenador. Las frases de autoayuda del Cholo en las conferencias de prensa no tienen efecto en las cabezas de sus jugadores. Y el Atlético se mantiene en la pelea por Europa pero dando síntomas de haber perdido toda su grandeza.
Contra el Granada terminó como un equipo pequeño, arrinconado en su área esperando que llegara el pitido salvador del árbitro con la misma ansiedad que el boxeador que está siendo golpeado por su rival espera el sonido liberador de la campana. Y celebrando como si estuviera jugando el Seis Naciones una patada a seguir de Llorente que alcanzó Correa al borde de la línea de banda.
El Atlético ya no se reconoce en el espejo.
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