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San Isidro: San Zidane y San Casillas, el día de la Novena

El Real Madrid ganó un 15 de mayo de hace 18 años la Novena con un golazo de Zidane y unas paradas históricas de Iker Casillas

El entrenador del Real Madrid Zinedine Zidane durante la rueda de prensa hoy en la Ciudad Deportiva del Real Madrid en Valdebebas el día previo a la celebración del clásico de liga que enfrentará a los equipos del Real Madrid y FC Barcelona.
El entrenador del Real Madrid Zinedine Zidane durante la rueda de prensa hoy en la Ciudad Deportiva del Real Madrid en Valdebebas el día previo a la celebración del clásico de liga que enfrentará a los equipos del Real Madrid y FC Barcelona.Alberto R. RoldánLa Razon

El 15 de mayo es San Isidro para todos y para los millones de madridistas que hay en el Real Madrid, es San Zidane. Fue un 15 de mayo de hace 18 años, en Glasgow, en la final de la Champions, cuando el francés dejó su primera huella imborrable en la larga historia del equipo del Santiago Bernabéu.

En aquella final contra el Leverkussen, Raúl marcó un gol de pillo, aprovechando un largo saque de banda de Roberto Carlos, empató el conjunto alemán y después el partido se embarulló: no era el Madrid mejor hasta que Solari y Roberto Carlos combinaron en la banda y el brasileño terminó poniendo un pase al cielo. Era un balonazo alto, puede que sin mirar.

Pero cayó en la esquina del área y ahí lo recogió Zidane, lo vio venir y sin dejarlo caer, estiró la pierna ante el asombro de todos y clavó el balón en la escuadra, como quien escribe unas líneas que ya sabe que van a ser eternas.

Era el gol de la Novena

Ése partido será siempre recordado por ese gol maravilloso, pero la historia no terminó ahí, la historia aún tenía un golpe de guión que bien podía haber escrito David Mamet. Casillas era suplente ese final de temporada en una extraña decisión de Del Bosque que nunca explicó (se adelantó a Mourinho, aunque no sea políticamente correcto decirlo).

El portero era César, pero se lesionó y los últimos minutos los tuvo que jugar Casillas. Y ahí cambió su vida y su carrera: fue el primer paso para convertirse en la leyenda blanca que es ahora. Ahí demostró que tenía algo que los demás no: ángel.

En un final agónico para el Real Madrid, con los de Ballack aprentando, Casillas voló de lado a lado de la portería, sin asustarse, con la sangre fría de siempre ante un bombardeo y salvó la victoria.

Acabó llorando.