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UFC

El ego golpeado de Conor McGregor

El combate de boxeo contra Mayweather cambió el sentido de su carrera. Desde entonces ha perdido dos de sus tres combates, el último en la madrugada del sábado ante Poirier

Dustin Poirier noquea a McGregor en su último combate
Dustin Poirier noquea a McGregor en su último combateUFC 257 UFC 257

Conor McGregor abandonó la Isla de la Lucha, la burbuja donde se ha asentado la burbuja de la UFC, apoyado en una muleta después de perder con Poirier, en el que era su regreso al octógono después de un año en blanco.

Acostumbrado a ganar siempre, la carrera del estrambótico luchador irlandés parece haber entrado en una fase descendente de la que sólo ha salido para derrotar de manera contundente al estadounidense Cerrone hace un año. Sólo necesitó 40 segundos para resolver la pelea. Pero aquello pareció un espejismo.

McGregor ha sido la estrella más grande en los últimos años de la UFC, algo así como la NBA de las artes marciales mixtas (MMA), pero algo cambió cuando decidió dar un paso más y retar a Floyd Mayweather en un combate de boxeo.

Aquello era un combate de egos y nada puede con el de Mayweather. Desde entonces, McGregor ha perdido dos de los tres combates que ha disputado. Perdió en la madrugada española del sábado al domingo con Poirier y antes había perdido contra Khabib Nurmagomedov en octubre de 2018.

Entonces no llegó con la mejor preparación. «En esta ocasión no he bebido nada desde hace tres o cuatro meses. Antes de la pelea contra Khabib estuve bebiendo hasta la semana anterior. He cometido errores, pero he sido lo suficientemente hombre para admitirlos y corregirlos», decía en enero de 2020 antes de enfrentarse a Cerrone. Lo más llamativo que ha hecho antes de caer en el segundo asalto contra Poirier ha sido lucir su espantoso reloj de un millón de euros. McGregor sigue siendo el luchador que más poder de convocatoria tiene y el más valorado económicamente. Aunque su ránking era peor que el de Poirier cobró cinco millones de dólares por la pelea. Su rival se tuvo que conformar con un millón, la bolsa más alta que ha recibido en su carrera. McGregor fue un impulso tan grande para la UFC que no sólo se ha hecho millonario él sino también a todos sus rivales. Una estrella capaz de levantar un deporte.

Lejos quedan los tiempos en que McGregor llegó al gimnasio que tenía en Dublín John Kavanagh, que luego se convirtió en su entrenador. Era un boxeador que «creía que lo sabía todo», confiesa en el prólogo de «Vencer o aprender», el libro que escribió el propio Kavanagh. «Me juntaba con gente indeseable, no hacía nada de provecho y seguía un camino peligroso», dice. Hasta que su entrenador y sus puños lo cambiaron todo. «¿Qué habría sido de mi vida si Kavanagh no hubiera entrado en ella?», se pregunta.