Fútbol

Tembló la tierra en la ciudad de La Plata

Gimnasia y Esgrima marcó a Estudiantes en el clásico platense y la celebración generó un movimiento sísmico

El "Gol del Terremoto" lo marcó Perdomo a Estudiantes en 1992
El "Gol del Terremoto" lo marcó Perdomo a Estudiantes en 1992la razonLA RAZON

José Batlle Perdomo, mediocentro defensivo de Peñarol y de la selección uruguaya, no marcó muchos goles en su carrera. El jugador charrúa, aguerrido como corresponde a su raza, pero poco dotado técnicamente, tuvo un fugaz paso por España en la primavera de 1991, seis partidos de Liga con la camiseta del Betis en los que preludió la jugada que lo haría entrar para siempre en la historia del fútbol: un gol de falta directa en un derbi, en este caso en el campo del Sevilla. Perdomo llegó precedido por unas declaraciones de Vujadin Boskov que lo marcaron. El veterano serbio entrenaba a la Sampdoria y el uruguayo hacía la raya en el mediocampo del Genoa, su eterno rival: «Mi perro juega mejor que Perdomo», soltó el técnico tras un duelo vecinal genovés.

No era aquel Betis, arruinado y camino de Segunda antes de que Manuel Ruiz de Lopera se convirtiese en su dueño, el mejor sitio para prosperar. José Perdomo, cuyo apodo de entonces era «Chueco» por su condición de patizambo, cruzó de vuelta el charco para recalar en Gimnasia y Esgrima, club de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires cuya rivalidad ciudadana con Estudiantes es una de las más calientes de Argentina, que ya es decir. Allí, en un clásico platense entre «triperos» y «pincharratas», su vida cambió para siempre y su mote, también, ya que marcó uno de los goles más célebres de la historia.

A Gimnasia y Esgrima lo dirigía aquel año su compatriota Gregorio Pérez, que lo convenció para unirse a un plantel plagado de «garra yorugua», como dicen los argentinos: Guillermo Sanguinetti, Hugo Romeo Guerra y Gerardo Miranda acogieron gustosos al pivote internacional y lograron una meritoria quinta plaza en el Apertura 1991 que dejó al «Lobo», otro de los apodos del club platense, al borde de la Copa Libertadores. En la séptima fecha (jornada) del Clausura de 1992, con Gimnasia y Estudiantes sin mucho que jugarse nada más –y nada menos– que la honrilla del triunfo, el ex bético marcó el gol por el que, desde ese día en adelante, sería conocido como José «Terremoto» Perdomo.

El viejo estadio Jorge Luis Hirschi, la cancha de Estudiantes demolida en 2009, estaba atestado con 30.000 fanáticos que se aburrían de lo lindo en un partido trabado y con más fricción que fútbol. «La 22», barra brava de Gimnasia y Esgrima, y toda la hinchada «tripera» bostezaba en el descanso sin imaginar que, a los diez minutos del segundo tiempo, Perdomo iba a clavar junto al palo derecho del portero local, Yorno, una falta desde más de treinta metros. No necesitó ajustar su tiro a la escuadra, ni siquiera disparar con excesiva fuerza para que el arquero se arrodillase impotente mientras el balón entraba y el graderío visitante estallaba de júbilo.

El Observatorio Astronómico de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata, ubicado a 600 metros del estadio, registró en el instante de la celebración del gol un movimiento sísmico. La leyenda posterior fijó la intensidad en 6 grados en la escala Richter, aunque ese dato no pudo ser corroborado y luego fue desestimado en cuanto a la medición por no tratarse de un evento natural sino artificial. ¿Qué importa? La verdad es que la tierra tembló. «El encargado de esos tiros libres era Odriozola. Pero ese día le pedí la bola. Cuando vi que la pelota entraba al arco, sentí que la hinchada pegaba un grito impresionante. Saltaron todos juntos. Miré a la tribuna y vi que se venía abajo», declaró Perdomo años después al diario Olé.

Recientemente, en 2017, dos observatorios geológicos han medido sendos movimientos telúricos (con un más modesto y realista grado 1 en la escala de Richter) a resultas de la celebración de un gol: cuando Sergi Roberto completó en el Camp Nou la remontada (6-1) contra el PSG; y con el tanto de la «Foquita» Farfán a Nueva Zelanda que clasificó a Perú en la repesca para el Mundial de Rusia.