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Las claves de la jornada: la mesa de Griezmann y el baile del Papu

La derrota del Atlético en Bilbao deja al Barcelona con la opción de ser líder el jueves

Antoine Griezmann celebra uno de sus goles contra el Villarreal.
Antoine Griezmann celebra uno de sus goles contra el Villarreal.AFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

El Atlético ha pasado toda la temporada transmitiendo el mensaje de que no son candidatos al título y la semana en la que el Cholo Simeone admitió que sí, que estaban entre los aspirantes, puede ser en la que pierdan el liderato. La derrota contra el Athletic combinada con la victoria del Barcelona en Villarreal deja a los azulgrana con la opción de ser líderes si el próximo jueves ganan su encuentro aplazado contra el Granada. Y todo podía haber sido peor para el Atlético si el Real Madrid no hubiera tropezado contra el Betis. Ese empate deja un paso por detrás de Barça y Atleti al equipo de Zinedine Zidane, más pendiente parece de la Champions que de LaLiga. Mientras, el Sevilla se mantiene expectante, convencido de que está preparado para aprovechar cualquier error de los que le preceden.

Atlético. El fútbol es un juego de aciertos y de errores y el Atlético lleva semanas acumulando más errores que aciertos. Ha perdido 12 de los últimos 30 puntos en juego y no gana fuera de casa desde que lo hiciera el 28 de febrero en Villarreal. En Bilbao perdió algo más que un partido. Se le fue parte de la confianza y quizá también el liderato después de 24 jornadas dominando la clasificación. El Atlético malgastó, como tantas otras veces, la primera parte y acabó golpeado por un magnífico cabezazo de Iñigo Martínez cuando el partido estaba cerca del cierre. Los balones aéreos que tantos puntos le dieron en el pasado le condenaron en San Mamés. Aunque, seguramente, esa condena empezó por el propio juego del equipo.

Griezmann. El francés llevaba tiempo desorientado, sin saber muy bien en qué mesa sentarse, y los que estaban a su alrededor parecía que tampoco sabían si ponerle cubertería de plata o darle cubiertos de plástico. Una vez que todos, empezando quizá por el propio Griezmann, se han convencido de que en la mesa de Messi solo hay sitio para que coma Leo, el Barcelona empieza a vislumbrar la posibilidad de rentabilizar su fichaje y Antoine comienza a celebrar goles con cierta regularidad. En Villarreal firmó los dos tantos que permiten al Barça mantener el ritmo de caza con el Atlético y alimentar las opciones de ganar el título de Liga. El primero fue una vaselina de una enorme sutileza y calidad y el segundo de delantero listo, siempre dispuesto a aprovechar el error de un defensa. Si alguna vez estuvo desenganchado del equipo, ahora se ve a Griezmann totalmente conectado con sus compañeros. A lo mejor la cuestión no era tanto buscarle sitio en una mesa, sino simplemente darle de comer.

Vinícius. El brasileño es un futbolista indescifrable para los rivales, pero seguramente también para sus compañeros y quién sabe si para él mismo. Pocas veces las jugadas que imagina Vinícius son interpretadas por sus compañeros. Rara vez las acciones que empiezan de forma brillante en su cabeza terminan de forma feliz en sus pies. Ejecuta sus maniobras a una velocidad que la mayoría de sus rivales son incapaces de imaginar. Es desequilibrante y un excelente regateador en carrera, cualidades que apenas se ven en el fútbol de ahora. Es tan buen futbolista como deficiente definidor. Contra el Betis revolucionó a su equipo y el partido, pero, una vez más, le faltó pausa y ajustar el punto de mira.

Papu Gómez. No es fácil recuperar el ritmo cuando te interrumpen un baile. Al Papu Gómez le apagaron la música en la Atalanta y desde que llegó al Sevilla siempre se movió desacompasado. Pareció fuera de onda dentro del campo, jugando un partido diferente al que disputaban sus compañeros, hasta que todo encajó. Todavía está lejos de su mejor versión y el físico le aguanta poco más de una hora, pero ya empieza a ser habitual ver al Sevilla bailar al ritmo del Papu. El Granada lo padeció y los aficionados sevillistas ya empiezan a convencerse de que cualquier cosa puede suceder cuando el balón está en los pies del argentino. Pies para bailar y para inventar fútbol.

Enes Ünal. Hay partidos que tienen la trascendencia de una final, aunque no haya un título en juego, y sirven para medir el compromiso y la fiabilidad de los futbolistas. El Huesca-Getafe fue uno de esos encuentros y allí apareció quizá el hombre más inesperado, Enes Ünal. Pagar casi diez millones de euros por un delantero que no marcaba goles no parecía un buen negocio para el Getafe, pero Ünal despertó cuando más falta le hacía a su equipo. Suyos son cuatro de los últimos tantos del Getafe y el otro fue de Lenglet en propia puerta. Uno de esos goles sirvió para empatar contra el Elche y los otros dos para ganar en Huesca. Dos rivales directos para evitar el descenso. Estos cuatro tantos de Ünal son todos los que ha logrado en esta Liga. Si hubiera marcado los goles equivalentes al precio de su traspaso, quizá el Getafe no estaría sufriendo para continuar en la élite.