Tiro
Alberto Fernández y Fátima Gálvez consiguen el primer oro para España
La pareja derrota a San Marino en tiro, en la final de foso olímpico mixto
Alberto Fernández y Fátima Gálvez han conseguido el primer oro para España en los Juegos de Tokio. La pareja de tiradores derrotó al equipo de San Marino en la final de foso olímpico mixto por 41-40.
Cada pareja debía enfrentarse al lanzamiento de 50 platos, 25 para cada uno y, a pesar del mal comienzo de Fátima, que falló los tres primeros, España consiguió enderezar el rumbo. Gracias sobre todo a la firmeza de Alberto Fernández, que sólo falló uno de sus tiros, el cuarto. A partir de ahí, hizo pleno de aciertos para colgarse el oro al cuello.
San Marino puede parecer un rival sencillo en casi cualquier deporte, pero Alessandra Perilli ha conseguido en estos mismos Juegos la primera medalla olímpica para su país. Ella era la que sostenía el peso de la pareja ante los errores de Gian Marco Berti.
Los nervios de la final pesaban en las dos parejas, que habían hecho una fase de clasificación casi inmaculada. Habían empatado los dos equipos con 148 platos rotos de 150 que les habían lanzado. En la final, los españoles fallaron nueve y diez los sanmarinenses.
El oro olímpico era la medalla que les faltaba a los dos españoles. A Alberto se le escapó en el desempate de la modalidad individual. Fátima se quedó más lejos. Alberto Fernández ha sido tres veces campeón del mundo, dos en foso individual y una por equipos. Fátima tiene un oro mundial y los dos juntos habían conseguido ya el oro en el campeonato de Europa en foso por equipos mixto, una disciplina nueva en la que España ha conseguido el primer oro olímpico.
Es el premio a una larga carrera. Alberto Fernández comenzó acompañando a su padre, que era tirador, a las competiciones. Siempre le pedía que le dejara tirar, hasta que en un campeonato en Madrid le dijo “hoy es el día”. “Con tan mala suerte de que el primer plato que me tiraron lo rompí”, confesaba en una conversación con el presidente del COE, Alejandro Blanco, en enero de este año. “Después no volví a romper ninguno”, añadía, pero quedó enganchado al tiro para siempre. Probó con el judo y con el fútbol sala. “Pero con el deporte que me hervía la sangre era con el tiro al plato”, asegura.
La ayuda de su padre fue fundamental en los comienzos y, aunque ya está retirado de la competición, sigue entrenándose con Alberto alguna vez. Es el que le hizo disfrutar del tiro al plato y eso es lo que le faltó en sus anteriores comparecencias olímpicas, donde quedó muy lejos de las medallas. Cuando debutó en Pekín 2008, ya era campeón de Europa. “Pero en los Juegos hacía lo que no he hecho nunca en ningún campeonato, me olvidaba de disfrutar”, asegura. “La experiencia de los anteriores Juegos hacen que en Tokio vaya a disfrutar de lo que me gusta, que es el tiro olímpico y a tirar con pasión, que es lo que te hace mejorar los resultados”, advertía. Y eso ha hecho para conseguir el primer oro olímpico de su carrera y el primero de España en Japón.
Su mujer, Bea, también es tiradora y juntos gestionan una escuela de tiro, pero su pareja “artística” es Fátima Gálvez. “Hace que me sienta arropado”, dice. Fátima también empezó de la mano de su padre, aunque llegó antes la caza que el tiro. Su padre era cazador y ella desde pequeña iba con él para recoger las piezas. Pero lo que quería era que le dejaran disparar. No paró hasta conseguirlo y ahora tiene la medalla que se le había escapado en individual en Londres, donde fue quinta, y en Río, donde terminó cuarta.
Sus entrenamientos no sólo se centran en el disparo. Fátima corre, ha hecho triatlones y, sobre todo, trabaja en el gimnasio para fortalecer el tren superior y aguantar el peso del arma sin que sufra demasiado la espalda. Pesa cuatro kilos, se la hicieron a medida y está valorada en 14.000 euros.
Alberto hace cada día entre cuatro y seis horas de práctica en el campo de tiro, “entrenamiento técnico”, como lo llama él. Además dedica una hora diaria al entrenamiento físico y otra hora al entrenamiento mental, fundamental en un deporte de precisión como el tiro. Para desconectar ensaya todas las semanas con su grupo de música, “Los Geiperman”, una banda tributo a Hombres G donde toca la guitarra. A sus armas no les pone nombre, pero sí a sus guitarras. “Hay una que se llama Múnich porque la compré allí después de ganar el Mundial”, confesaba en una entrevista en La Razón en los Juegos de 2012 en Londres. En esa misma entrevista confesaba que su ídolo deportivo era Miguel Indurain y que el deportista con el que le gustaría hacerse una foto en la Villa Olímpica era Novak Djokovic.
Cuando llegó la ceremonia de las medallas, en la que ahora cada deportista coge la suya de una bandeja, el equipo siguió sincronizado y cada uno se la puso al otro en un gesto de agradecimiento y de amistad. Después, escucharon el himno español, con la mano en el pecho, emocionados después de su victoria.
“Somos un equipo. Para mí era un juego, me lo estaba pasando pipa y ese era mi objetivo, divertirme mucho y venir a jugar que es lo que sé hacer, y con Fátima es muy fácil hacerlo porque es la mejor”, reconocía Alberto, ya con la medalla colgada al cuello. “Yo sí he sufrido un poco más, porque no veía el plato en la salida, por mi técnica”, admitía Fátima. “Tenía la confianza de que iba a salir todo bien, porque ya lo habíamos hablado, venimos preparados mentalmente y al final lo hemos conseguido”, añadía. “Es una medalla que habíamos soñado estos días. Llevamos mucho tiempo trabajando para ella y últimamente lo habíamos dicho, que nos veíamos con el oro en Tokio. Me lo he pasado pipa en la final”, insistía Alberto tan feliz.
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