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«Podemos ganarles y ellos lo saben». Lo que suena a eslogan publicitario es una frase de Juan Antonio Orenga y es la idea que tienen metida en la cabeza desde hace cuatro años los integrantes de la mejor Selección española de la historia. Ellos son los Estados Unidos. La Copa del Mundo que arranca hoy en España con los anfitriones jugando ante Irán (22:00, Cuatro) no es la búsqueda de una venganza. Una derrota con el oro olímpico en juego no se puede vengar. Es «sólo» un reto, el enésimo, para un grupo cuyo núcleo duro ya lo ha ganado casi todo. España quiere demostrarse a sí misma y a todo el planeta que puede con Estados Unidos.

Los norteamericanos ya necesitaron sendos partidazos para acabar con Gasol y sus amigos en Pekín y Londres. Pero hasta llegar a la final, España tiene que superar ocho obstáculos. Cinco en la primera fase en Granada y los cruces directos desde octavos de final. Si hay algún defecto en una camada histórica como ésta es su trayectoria en los arranques de los torneos. «Ya los conocéis», comenta el seleccionador con cierto aire de resignación, pero luego se corrige: «Esta vez vamos a intentar que no se repita lo de otros campeonatos. No sería bueno estar al ciento por ciento ahora, pero hay que comenzar bien. Lo ideal sería ir creciendo según avance la competición». El nivel de exigencia con el que arranca el Grupo A es mínimo. Irán y Egipto no son más que dos «sparrings» para tantear a un equipo que luego se topará con Brasil, Francia y Serbia. Ahí empezará el campeonato de verdad.

Estados Unidos marcha por la otra parte del cuadro. «Sería un error pensar que hay una final prefijada», afirma «inocentemente» el presidente de la Federación Española. Los «USA» juegan la primera fase en Bilbao y, si todo va según lo previsto, luego se desplazarán a Barcelona. Allí hace 22 años se admiró al único e irrepetible «Dream Team». Todo lo que vino después fueron sucedáneos, incluida la mejor copia, la de hace dos años en los Juegos. «Queremos que se nos conozca como el ''Winning Team'' (equipo ganador)», afirma el seleccionador Mike Krzyzewski. De la selección que podían ser a la que son media un abismo. De los campeones olímpicos en Londres sólo sobreviven Harden y Davis, que entonces se dedicaron a mover las toallas en el banquillo. Del «top 10» de la NBA no hay nadie. LeBron, Carmelo, Kobe... no defenderán las barras y estrellas. Su jugador franquicia, casi el que ganó en solitario el pasado Mundial de Turquía, Kevin Durant, confesó no sentirse preparado. Eso por no decir que había firmado un contrato publicitario con una marca deportiva diferente de la que viste a su selección. Con todo, no considerar al equipo de Krzyzewski tan favorito como la Roja sería de necios. Tienen material de sobra para dar un disgusto. Curry, Irving, Harden, Faried, Davis... Entre los doce se han colado cinco jugadores interiores pensando en una posible final contra los anfitriones.

Pero los argumentos de España van más allá de las sonoras ausencias estadounidenses. «Somos el equipo a batir, tenemos jugadores con muchísimo talento y todo el mundo nos quiere ganar», decía convencido Rudy. La Selección ha evolucionado durante el mes de preparación sin perder de vista una referencia indiscutible: España empieza en el juego interior. Pau, Marc, Ibaka y Reyes son una versión mejorada de los mismos jugadores que en el O2 Arena asustaron a los norteamericanos. Nadie cuenta con un arsenal por dentro como el de Orenga. Queda por comprobar cómo acompaña el juego exterior. Ante Argentina, en el último amistoso, los bajitos dieron un paso al frente. «Tienen el mejor juego interior del mundo y, además, es un equipo sin puntos débiles», comentó el seleccionador de la albiceleste, Julio César Lamas. Si los Navarro, Rudy, Calderón... alcanzan su nivel, las casas de apuestas lo tendrán complicado. En la Selección existe el convencimiento de que están ante una oportunidad irrepetible. El ambiente en el grupo es tan de colegio mayor como siempre y eso aumenta más el optimismo. Los jugadores necesitan su espacio al margen del baloncesto y Orenga se lo da. El seleccionador es el primer optimista: «Cuando nuestra máquina empieza a funcionar, es difícil pararla».

Tapados por España y EE UU, en el resto de selecciones los protagonistas son los ausentes. Bloques que podían generar serios problemas han quedado disminuidos. Argentina no tiene a Ginóbili; Francia, la campeona de Europa, ni a Parker ni a Noah; Grecia ha llegado sin Spanoulis... El Brasil con más brillo de los últimos años, la joven Serbia de Djordjevic o la inagotable despensa lituana intentarán un imposible: evitar que se cumpla el destino, que España y Estados Unidos se vean en la final.