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El Olympiacos humilla al CSKA

En la repetición de la final de la pasada temporada, el Olympiacos barrió al CSKA. Es la tercera vez que los griegos llegan al partido decisivo en los últimos cuatro años

Printezis celebra una de las canastas con las que el Olympiacos barrió al CSKA en la semifinal de la Euroliga
Printezis celebra una de las canastas con las que el Olympiacos barrió al CSKA en la semifinal de la Euroligalarazon

El Olympiacos reservó plaza en la final de la Euroliga al imponerse con claridad al CSKA de Moscú. Los griegos dejaron sin argumentos al conjunto de Messina, que ya cayó ante idéntico rival en la final de la pasada temporada. Los rusos resultaron arrollados por el Olympiacos, que había sucumbido ante ellos en cuatro de sus últimos cinco choques.

Para el CSKA, que se presentaba en Londres como favorito, los problemas comenzaron justo cuando recordaron que su rival era el mismo, en nombre y esencia, que le arrebató el cetro continental en la final del pasado, con una de las remontadas más espectaculares de la historia de la Euroliga. El bloqueo mental y la consiguiente impotencia fueron sólo el inicio de su vía crucis.

El mayor talento y tamaño rusos empezaron a verse muy pronto sepultados por el Olympiacos, que estaba con el hambre intacta y que no parecía ser el vigente campeón, sino de nuevo el aspirante. Sin necesidad de exprimir del «MVP» de la competición este curso, Spanoulis, el conjunto de Georgios Bartzokas encontró la forma de limitar los balones interiores y al mismo tiempo asfixiar a los bases rivales, Milos Teodosic y Aaron Jackson.

Cortadas las comunicaciones de la conexión serbia, Teodosic-Krstic, y sin acierto de perímetro, el CSKA sufrió una agonía en cada ataque mientras el Olympiacos se comía la pista. Progresivamente, pero sin oposición, los helenos llevaron su renta más allá de la decena controlando cada aspecto vital del juego, rebotes, pérdidas y porcentajes haciendo que el descanso (28-40) pareciese incluso suplicado por los rusos. Impotentes, sin alma.

Messina, que hasta ayer presentaba un impoluto 8-0 en las semifinales de la «Final Four», buscó mil y una combinaciones. Con dos bases, con uno, con cuatro pequeños, con dos pívots... Ninguna funcionó porque el ritmo era griego.

Con Teodosic, timón absoluto, ya irrecuperable (1/9 en tiros y una asistencia) y Papaloukas desbordado, Sonny Weems y Khryapa trataron de rescatar a los suyos por su cuenta. El estadounidense y la gran referencia de Messina lo intentaron por todos los medios, pero fueron capaces de evitar la debacle (36-53, min 30).

El bloque griego resultó admirable, no ofreció una sola fisura. El más bajo de todos los interiores sobre la cancha, Kyle Hines, se convirtió en dueño y señor de la zona y la referencia de un equipo intenso y que fue especialmente inteligente para hacer la vida imposible al CSKA.

No hubo ni siquiera un atisbo de remontada durante el último cuarto. Como un animal domesticado cayó el CSKA en Londres. Se encontró con un equipo que, a priori, era inferior, pero que exhibió una intensidad infinita y un carácter de campeón que le permitirá disputar su tercera final continental en los últimos cuatro años. Sus armas son las mismas con las que fue campeón en 2012: un equipo unido, una defensa desquiciante y un gen competitivo admirable.