Euroliga

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El Real Madrid gana al Barcelona y jugará la final con el Olympiacos

Sergio Rodríguez disputó una semifinal sobresaliente
Sergio Rodríguez disputó una semifinal sobresalientelarazon

El Madrid volverá a luchar mañana por la Copa de Europa. El torneo que hizo suyo en la década de los sesenta del siglo pasado y el que conquistó por última vez hace 18 años está ahí otra vez, a 40 minutos. Entre la «Octava» de Sabonis y la «Novena» sólo queda un obstáculo, el sorprendente Olympiacos, el vigente campeón, que defenderá el título. Los griegos devoraron al CSKA y el Madrid acabó con el Barcelona por desgaste, por frescura física y porque Laso contaba con muchos más efectivos que Xavi Pascual. Los dos jugadores que resultaron determinantes, Reyes y Sergio, empezaron la semifinal en el banquillo. Ése fue el lugar en el que acabaron exhaustos todos los componentes del Barça después de que mediado el último cuarto todavía tuvieran opciones para evitar que el Madrid volviera a un lugar en el que hace demasiado tiempo que no estaba.

Sergio Rodríguez afronta una semifinal de la Euroliga con el mismo espíritu lúdico con el que disfrutaba jugando en la calle cuando era un crío. Esa apuesta por la diversión, que es algo colectivo, no evita que el equipo sea muy consciente de que para aspirar a empresas mayores son necesarios otros factores, como el trabajo atrás. Al Madrid no se le reconoce por la defensa, pero cuando defiende... cuidadito. Para poder pegar el culo al parqué hay que tener una frescura física como la que mostró el equipo en el último cuarto. Al Barça le pesaron las bajas y también que llegó a Londres demasiado castigado. Con todo, fue capaz de competir hasta bien avanzado el último periodo, pero lo hizo gracias a la inspiración individual. El Barcelona asustó al Madrid cuando la semifinal estaba muy avanzada (61-52, min 34), pero el arreón era fruto de acciones que no entraban en el guión. Huertas se inventó un triple a tablero apoyándose sobre una pierna; Jasikevicius anotó dos canastas de las que hacía con cinco años menos; Ingles sumó otro triple con el defensor encima... Pero el Madrid no se descompuso. Ahí fue donde empezó a labrar el triunfo final. Se sobrepuso a la sorpresa y no se alteró, siguió a lo suyo.

Porque la reacción del Madrid a la exigencia máxima que planteó el Barça no fue fruto de un calentón. La remontada fue fruto de la constancia. Atacó con cabeza, tuvo orden y se mató atrás. Encontró un par de veces a Slaughter y Felipe Reyes empezó a hacerse presente en la zona azulgrana para empezar a restar. Es como si el pívot, que vive la mejor temporada de los últimos años, tuviera un imán. Fue capaz de sacar provecho de todas las acciones en las que el balón pasaba por sus manos. Daba igual que le buscaran sus compañeros o no. Si no le llegaba la pelota, siempre había un rebote ofensivo que apuntar en la estadística. Su equipo terminó con 16; él solo acabó con cuatro. La superioridad física del Madrid era tal que en el rebote ofensivo llegaban a cargar hasta cuatro jugadores; las ayudas defensivas siempre llegaban a tiempo y en el Barça no encontraban respuestas por mucho que se buscaban. Lorbek, como todo el año, estuvo desaparecido; a Huertas no se le podía pedir más; Tomic fue anulado tras una brillante primera parte y Navarro sufrió a varios defensores que se dejaron la vida en esa misión. Porque las dos grandes referencias del Madrid, salvo tres fogonazos en forma de triples de Llull en el segundo cuarto, se dedicaron a hacer la vida lo más difícil posible al escolta. Rudy y Llull fueron los elegidos para desactivar a la «Bomba» y lo consiguieron. También ayudaron Sergio Rodríguez y Carroll, pero la responsabilidad máxima fue para los dos primeros.

Al Barça se le hizo el partido demasiado largo. Cuando se ilusionó con la final, con ese 61-52, sufrió un parcial rotundo: 2-15. El Madrid tomó el mando y ya no lo abandonó (63-67, min 38).

Después de mucho sufrimiento, el equipo de Laso pudo incluso saborear una meta que dos generaciones de madridistas no conocían: la final de una Copa de Europa. En el seno de la plantilla había la sensación antes de partir hacia Londres de que estaban ante una oportunidad única para hacer historia. En un año de sequía de grandes títulos para la entidad, la «Novena» está a solo 40 minutos. Entre la Copa de Europa de Sabonis y la de Reyes, Llull, Sergio Rudy... Sólo restan 40 minutos y, además, el Madrid puede presumir de ser favorito.