San Francisco
Lebron exige el mejor Curry
El base pone a los Warriors a un paso del anillo a pesar de otro partido descomunal de «King James».
«Tengo confianza porque soy el mejor jugador del mundo», dice LeBron James antes del decimoquinto partido de su carrera en el que se juega la eliminación en «playoffs». Su saldo al borde del precipicio es del 50 por ciento (7 victorias y 7 derrotas), así que el choque de esta noche, además de deshacer el empate, servirá para saber si los Warriors levantan el trofeo o hay un último capítulo el viernes junto a la Bahía de San Francisco.
Los Cavaliers están contra las cuerdas y Golden State, ante su primer «match ball» después de un quinto partido delicioso. Era una frontera casi definitiva para marcar el futuro de ambos y, quizá por eso, la cosa empezó cargada de nervios, errores y pérdidas de balón. Después se pudo ver baloncesto de la máxima calidad, para terminar en un duelo al sol entre las dos grandes estrellas con las pocas fuerzas que les quedaban y todo el talento que les permite reinar en la NBA. A los triples de James casi desde su casa de Ohio, contestaba Curry con otros igual de lejanos y después de sentar en el suelo a su defensor con su mágico manejo de balón. Un pulso para recordar y que cayó del lado del MVP de la fase regular (104-91). «Steph» anotó 17 de sus 37 puntos en el último periodo, consciente de que LeBron le va a exigir su mejor versión si quiere ponerse el anillo de campeón.
Curry acabó exhausto y con síntomas de deshidratación tras una nueva batalla por la supervivencia en que se ha convertido esta serie final. Su padre, Dell, que también se ganó la vida con su muñeca infalible, alucinaba junto al resto del Oracle Arena con el acierto de su hijo a pesar del pegajoso marcaje del antihéroe Dellavedova. Curry encontró el apoyo de Iguodala y Green en el cuarto final, mientras James se rendía, agotado y sin encontrar cómplices en sus filas. LeBron participó en 15 de los primeros 17 puntos de los Cavaliers y en el 70 por ciento de los 91 que anotaron. Sólo descansó 3:15 y firmó su sexto triple doble en una final, el segundo en esta serie. «No podemos mostrar la falta de energía en casa del cuarto partido, porque si salimos igual, ellos levantarán seguro el trofeo», analizaba serio, aunque confiado y cubierto con una enorme gorra de los Cavaliers. Steve Kerr, técnico rival, reconocía que es casi imposible minimizar su aportación, lo mismo que afirmaba David Blatt de los triples «imposibles» de Curry.
El trabajo de los dos estrategas va encaminado a otros pequeños detalles que desnivelen la balanza, como la sorpresa de Kerr en el cuarto encuentro prescindiendo de un pívot puro y buscando un quinteto más pequeño. El mismo camino táctico siguió la serie en el quinto episodio, con el gigante Mozgov pasando de jugar casi media hora a hacerlo menos de diez minutos. La idea de Kerr de «empequeñecer» a los Warriors cambió la inercia de la final, que ahora parece encaminada a un triunfo del mejor equipo de la temporada regular. Para ello tendrán que tumbar una vez más a LeBron, al que algunos ven como posible MVP incluso si resulta perdedor, algo que sólo consiguió Jerry West (el logo de la NBA) en la final ante los Celtics de 1969.
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