Fútbol

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Cara a cara; por Alfredo Duro y Carme Barceló

La Razón
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La mano blanca no tira la liga, por Alfredo Duro

No ha sido uno, no. Ni uno, ni dos, ni tres, ni cuatro. ¡Cinco han sido! ¡Cinco penaltis en los últimos cuatro partidos de Liga! Una evidencia de hasta qué punto la complicidad arbitral está ayudando a que nuestro fútbol se acostumbre a lo escandaloso. Sólo se puede hablar de escándalo al comprobar una vez más que el árbitro de turno ni tan siquiera pestañea cuando se trata de señalar el punto de penalti en según qué área. Es aproximarse por allí, por el área donde que atacan los de camiseta azulgrana, y saber que a la más mínima oportunidad se monta la fiesta del penalti para que Messi (siete goles en tres partidos, pero sólo dos en jugada) siga engordando su cuenta. Cinco últimos mangazos al Barça, premiado hasta en doce ocasiones con el gordo de la lotería arbitral, el doble que al Madrid. Como dice un buen amigo: «No hay equipo en el mundo que pueda entrenar tanto durante los partidos las tandas de penaltis...».

Otro conflicto mundial

Y mientras, Bartomeu y compañía, obsesionados con esa «mano negra» cuando lo que lo que ha pasado es que la FIFA los ha pillado en otro lío convirtiendo La Masia en una especie de ONU transoceánica sin límites de ningún tipo. De Camerún a Corea pasando por donde haga falta. En algunos de esos casos, y ésta es la verdadera fuente de la denuncia «anónima», pisoteando con pasta gansa las negociaciones que algún equipo español había emprendido con antelación. Y no hablo del Madrid, que lo único que ha hecho es apoyar al Barça en la figura de su vicepresidente Pedro López, miembro de la Comisión del Estatuto del Jugador.

Cuidado con los de Ancelotti

Pero nada es suficiente para apartar al Madrid de su firme empeño en pelear la Liga hasta el último aliento. Ajeno a las veladas acusaciones de quienes no tienen ese par necesario para dar nombres, se disfrazó la ausencia de Cristiano con un fútbol espectacular, demostrando que Ancelotti y la plantilla no tiran la Liga y que la genética de este club es única cuando se trata de apretar los dientes, competir y recordarnos a todos que la mano blanca más auténtica no se rinde jamás.

La mano que mece la cuna, por Carme Barceló

Será porque se acercan mucho a puerta, ¿no? Será porque el poder ofensivo, con 92 goles en Liga, lo demuestra, ¿no? Y será porque el 90 por ciento de los penaltis están bien señalados, ¿no? Respondo a mi colega de página, con el móvil entre la oreja y el hombro, al que escucho de nuevo hablar de «villaratos» y conspiraciones arbitrales favorables al Barça. Desde que en 2011 intentaron opacar los éxitos y el estilo de un equipo de otra galaxia –éste, sí– argumentando oscuras tramas con Mourinho y la bautizada por Laporta «caverna mediática», el goteo no ha cesado. Según le va la fiesta al Madrid, la gota se convierte en tormenta de rayos o de truenos. Agota el mensaje. Los números que deben preocupar en la Casa Blanca son los tres puntos perdidos ante el Barça en el Bernabéu con Cristiano ensombrecido por Messi.

Autocrítica constructiva

Al Tata no le da la vida para asimilar todo lo que ocurre en el seno del club azulgrana. A sus íntimos les comenta que jamás hubiera imaginado semejante prólogo ni nudo de su particular novela culé. Del desenlace ni habla, claro. Ha optado, de forma inteligente, por «bunkerizar» al vestuario y a sí mismo. Lo institucional, lo obvia, y lo deportivo, lo asume. Tras el partido ante el Betis, él y los jugadores reconocieron la baja intensidad, el mal juego y la nula tensión. «Jugamos con una marcha menos», dijeron. Aplaudo la autocrítica y los tres puntos, más.

La Masía no se toca

A mí me pasa lo mismo que al Tata: recelo de tanta casualidad. Martino no quiere creer que exista una «mano negra» y a mí me da que les acaricia una «mano blanca». Como comenté el jueves en «El Chiringuito de Jugones», si algo se ha hecho mal, el Barça debe pagar por ello. Pero la sanción impuesta por la FIFA es exagerada y desorbitada. Pretende ejecutar un castigo ejemplarizante a uno de los clubs grandes arremetiendo contra su línea de flotación, esa Masía a la que han premiado y loado por activa y por pasiva. Curioso cuando llega. «La precisión del momento», como dijo Gerardo Martino. Duerma con las Flores de Bach y el trankimazín en la mesita de noche, querido Tata. Me da a mí que esto no acaba aquí.