Operación Puerto

«Si lo dejas tú, lo dejo yo»

Fuentes dice a Merino Batres en una grabación que les queda «un mes para acabar de sablear a esta gente»

En una conversación que mantuvieron el 20 de mayo de 2006, tres días antes del arresto de Fuentes y después de que Merino, enfadado, hubiera llegado a llevarse las máquinas para tratar la sangre, el hematólogo mostró su intención de dejar el trabajo, pero el médico canario le convenció para "para cumplir con lo pactado".
En una conversación que mantuvieron el 20 de mayo de 2006, tres días antes del arresto de Fuentes y después de que Merino, enfadado, hubiera llegado a llevarse las máquinas para tratar la sangre, el hematólogo mostró su intención de dejar el trabajo, pero el médico canario le convenció para "para cumplir con lo pactado".larazon

«Voy a desayunar un poco. ¿Quieren un sandwich? A ustedes les daría una suerito para recuperar. Lo hago todos los días en la consulta y no pasa nada». Eufemiano Fuentes no pierde el sentido del humor y bromeaba con un grupo de periodistas en un receso del juicio. Seguía igual de tranquilo después de escuchar las penas que solicitan para él las acusaciones. Al finalizar la sesión, no se sabía si eran las cámaras de televisión las que tenían ganas de él o era al revés. «No me preocupa la inhabilitación, llevo siete años sin ejercer como médico deportivo», aseguró. «Estoy escribiendo un libro», añadió, «voy a contar cómo ha sido mi trabajo, mi vida y cómo veo la medicina del deporte. Voy a contarlo todo... Si es que no lo cuento antes».

Su abogado, Tomás Valdivielso, impugnó el informe de la perito Carmen Ferrer sobre las consecuencias de las transfusiones de sangre. La acusa de copiar su informe de un artículo de José María Odriozola en «El País» en 1985 y de una reseña del diario «20 minutos» de 2006. La jueza no admitió la impugnación. Un asunto fundamental para el caso. «Es el informe que tiene en cuenta la Audiencia Provincial para reabrir la causa», recordó la fiscal.

Pero Eufemiano está tranquilo. Más que hace siete años, cuando estaba a punto de ser detenido. En una conversación con Merino Batres, su socio le dice que está intranquilo desde que Eufemiano le ha dicho que está «en el punto de mira». «Si tú estás acojonado, imagínate yo», responde Fuentes. Merino está a punto de abandonar el negocio, pero Fuentes insiste. «Yo sin ti no sigo. Si lo dejas tú, lo dejo yo. Pero dejarlo ahora que queda un mes para acabar de sablear a esta gente», le dice. El doctor Fuentes no parece demasiado cariñoso con sus clientes, aunque intenta convencer a Merino apelando al compromiso adquirido con ellos: «El lunes nos vemos tú y yo solos en la pizzería [el laboratorio de Merino Batres en la calle Zurbano de Madrid]. Si tú me dejas, yo no voy a ser capaz de ir solo en esto. Me vuelvo a lo tradicional, lo vendemos todo. Pero ahora se me caería la cara de vergüenza». «Ha venido el alemán, el italiano. Acabamos y lo mandamos todo a tomar por culo. Pero acabamos la temporada. No vaya a ser que a alguno se le cruce el cable y se vaya de la lengua. Qué necesidad», añade.

Después, en su declaración ante la Guardia Civil y en el juzgado de instrucción, Merino, el hematólogo, el especialista imprescindible en el tratamiento de la sangre, se muestra arrepentido. «He hecho el tonto, he expuesto mi trabajo», se lamenta. Admite que cobraba sólo dos millones de pesetas por año. Reconoce que hizo extracciones de sangre y reinfusiones a deportistas a los que no siempre conocía. Y que lo hacían en el piso de Alonso Cano. «No quería hacerlo en mi laboratorio porque allí trabaja mi familia y no quería mezclarla con algo ilegal», afirma. «Tenía conciencia de estar cometiendo una falta».