Piragüismo
Las emocionantes lágrimas de Travé, tras ser quinto en aguas bravas
El piragüista español se quedó sin premio pese a una excelente actuación. Tuvo un toque en la puerta 14 y eso le alejó de las medallas
En la puerta 14, en las aguas bravas de París, en la tarde amarilla a Miquel Travé se le escapó una medalla que tuvo muy cerca antes de esa puerta y que luego ya nunca pudo recuperar. Había hecho el segundo mejor tiempo en la semifinal y se plantó en la final a doce con todas las posibilidades del mundo. Terminó quinto, tan cerca y a la vez, tan lejos de la gloria. El francés Nicolas Gestin (91.36) fue ganador de forma autoritaria ante el delirio de las gradas. La plata fue para el británico Adam Burgess con 96.84 y el bronce para el eslovaco Matej Benus con 97.03.
Antes de Travé, todos fueron fallando, por lo que si terminaba la actuación del C1 de slalom sin errores, tendría el éxito cerca. Comenzó fenomenal, con el mejor tiempo, pero no pudo evitar el golpe en la puerta 14 y el mundo se le vino abajo.
Tiene 24 años, tendrá más oportunidades, sólo le queda el último paso.
Y ya ha demostrado su capacidad de sacrificio. A los 14 años Miquel Travé tuvo que elegir entre el fútbol, el violín o remar. Y fue lo último lo que escogió. No fue una sorpresa. Su padre fue el seleccionador nacional en Atlanta en 1996, así que el piragüismo ha estado en su vida desde pequeño. Estos eran sus primeros Juegos porque no pudo estar en los últimos. No se clasificó y descubrió de repente, que ya no le gustaba lo que hacía. Lo que de niño había sido pura diversión se convirtió en sufrimiento, en dolor. O peor, en algo que ya no tenía ningún sentido.
Y llegó la pandemia. El confinamiento obligó a muchos a convivir con sus allegados como no lo habían hecho nunca, a otros a convivir consigo mismos. Eso puede ser una tragedia o un descubrimiento. Para Travé fue lo segundo. Fueron tres meses de descubrirse de verdad y reconocerse que sí le gustaba. Volvió a probar, con la piragua de un compañero y le fue bien. Había un problema y no era suya: era de la embarcación. Arregló lo que estaba mal y siguió destacando. Lo de ayer sólo es para tomar impulso. «Muchas gracias a todos por haberme venido a animar», decía después. «Lo volveré a intentar en cuatro años. Con más ganas, con mucha hambre".
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