Historias del balón
¿Por qué a los fallos de los porteros se les llama cantadas?: la singular historia de Menno Knoote
Todos recuerdan la cantada de Unai Simón ante Croacia, la de Arconada contra Francia en 1984 o la de Zubizarreta en el Mundial de Francia 1998 pero ¿Por qué a los fallos de los porteros se les llama así?
Hay expresiones en el fútbol que son tan antiguas como el propio fútbol. Una de ellas es “hacer una cantada”. Los aficionados al balompié seguro que recuerdan la reciente cantada de Unai Simón ante Croacia, la de Arconada contra Francia en 1984 o la de Zubizarreta en el Mundial de Francia 1998 pero ¿De dónde viene esa expresión? Su uso se lo debemos a un portero y barítono del Milán. Esta es la singular historia de Menno Knoote.
Ochenta años antes de los fichajes de Ruud Gullit y Marco Van Basten, otro jugador holandés se preparaba para vestir la camiseta del Milan. Se trata de François Menno “Frank” Knoote, que llegó a Italia en 1905. Hasta ese momento su carrera futbolística se había desarrollado en su tierra natal, con la camiseta de Victoria Wageningen. De 1900 a 1902, su equipo ganó el Campeonato del Este de Holanda tres veces seguidas, aunque fue derrotado en las tres finales por el título nacional. Pero la razón por la que Knoote se mudó a Milán no fue el fútbol. De hecho, era cantante de ópera y se había matriculado en el Conservatorio con la intención de perfeccionar sus habilidades para el canto. De familia noble, Frank comenzó a frecuentar los círculos de la clase media alta milanesa. Pronto se haría amigo de los hermanos Piero y Alberto Pirelli, quienes lo introdujeron en el equipo milanés. Fue el primer futbolista holandés en vestir la camiseta rossoneri.
Pegado al barómetro
El portero solo puso una condición para fichar por “los rossoneros” no jugar los días de lluvia para cuidar la voz. Si se pronosticaba lluvia, se negaba a saltar al campo. Herbert Kilpin, histórico fundador de Milán, recordó su historia en una entrevista con “Lo Sport Illustrato” en 1915: “Knoote era un buen futbolista pero cantar era vital para él. Lo primero era su garganta y solo jugaba cuando el suelo estaba seco y el sol brillaba. No había forma de mantenerlo en el campo cuando el suelo estaba húmedo, porque tenía el maldito miedo de contraer un resfriado. Entenderás que tener un jugador tan delicado en el equipo era como no tenerlo. Nunca se podía contar con él. Los viernes, cuando se estaba formando el equipo, Knoote, antes de comprometerse a jugar el partido, consultaba el barómetro”.
Cuando la presión desciende en el barómetro es indicio de que llega una borrasca que puede traer nubes, viento y lluvia. Cuando la presión asciende es señal de que se refuerza un anticiclón con viento calmado. Y eso era lo que marcaba el juego de este singular portero.
El origen de las cantadas
Una tarde en la que el Milán disputaba un partido amistoso estalló un aguacero repentino, en un día que hasta ese momento había sido muy tranquilo. A las primeras gotas, Knoote se marchó al vestuario y no regresó hasta que salió el sol, según un perfil publicado por MondoSportivo . Al terminar el encuentro, sus compañeros le recriminaron su abandono pero el se defendió afirmando: “Juego de portero, pero soy cantante”. A partir de ahí a los fallos de los porteros se les denomina “cantadas”.
Knoote acabó haciendo solo un par de apariciones con la camiseta rossoneri (en 1906, año en el que el Milan ganó su segundo Scudetto) y decidió no extender oficialmente su actividad futbolística. Sin embargo, pasó a la historia como uno de los fundadores del Milan International Football Club (Inter de Milán).
En 1910, después de completar su ciclo de aprendizaje en el Conservatorio, se fue de Italia. Se marchó a las Indias Orientales Holandesas y se convirtió en capataz de una plantación, había abandonado su carrera como cantante. Un año después se casó con la mezzosoprano canadiense Eva Gauthier, muy conocida en ese momento. En 1918, sin embargo, los dos se divorciaron después de que ella lo abandonara para refugiarse en Estados Unidos tras el estallido de la Primera Guerra Mundial. Knoote regresó a los Países Bajos en la década de 1920 y continuó su carrera artística llegando a cantar en la prestigiosa Metropolitan Opera de Nueva York. Murió en 1947, en el más absoluto anonimato en La Haya. Tenía 68 años.
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