Copa de África

El golpe de Estado no frena a Los Potros

La selección de Burkina Faso se ha clasificado para las semifinales de la Copa de África mientras el país, que padece una profunda crisis humanitaria, sufría un golpe de Estado

Los jugadores de Burkina Faso celebran la clasificación para las semifinales de la Copa de África.
Los jugadores de Burkina Faso celebran la clasificación para las semifinales de la Copa de África.FOOTOGRAFIIAAgencia EFE

El domingo 23 de enero, mientras la selección de Burkina Faso, apodada Los Potros, y sus seguidores celebraban la clasificación para los octavos de final de la Copa de África, se estaba gestando un golpe de Estado que derrocó al presidente Roch Kaboré y volvió a amenazar la frágil estabilidad de un país que vive también una profunda crisis humanitaria. Con un PIB per cápita de 728 euros, lo que le sitúa en el puesto 176 de los 195 estados miembros de la ONU (Organización de Naciones Unidas), Burkina Faso cuenta con 1,5 millones de personas desplazas y sus habitantes tienen enormes problemas de abastecimiento de agua y de comida y la asistencia sanitaria es deficiente. Sobrevivir en este país, con grandes problemas de seguridad, es un verdadero desafío diario. En estas condiciones, que su selección de fútbol haya alcanzado las semifinales de la Copa de África se antoja como algo extraordinario.

Subcampeona en 2013, tercera en 2017 y cuarta en 1998, Burkina Faso, semifinalista en tres de sus últimas cuatro participaciones en la Copa de África, superó a Gabón por penaltis en octavos de final y a Túnez en cuartos. Ahora, está ante la oportunidad de igualar la mejor clasificación de su historia. Para ello deberá superar este miércoles a Senegal. Burkina Faso peleará por llegar a la final bajo el mando de Malo Kamou, el primer seleccionador burkinés en la historia de Los Potros. Sustituyó al portugués Paulo Duarte, quien estuvo a punto de llevar a Burkina Faso al primer Mundial de su historia. Argelia les privó de estar en Rusia 2018.

El fútbol es uno de los pocos motivos de ilusión para un país que vive angustiado, pasa hambre y sed y en el que organizaciones como Médicos Sin Fronteras reconocen que les resulta muy complicado prestar la ayuda médico humanitaria que ahora resulta indispensable para la supervivencia de sus habitantes. Desde que se independizó de Francia en 1960, cuando todavía se denominaba Alto Volta, nombre que fue sustituido por Burkina Faso en 1984, el país ha vivido siete golpes de Estado. Pese a todo, desde los años 90 vivió una débil estabilidad gubernamental que desapareció en 2014 con el levantamiento popular que derrocó al presidente Blaise Campaoré. Le siguió el golpe de Estado de 2015 que desembocó en las elecciones en las que fue elegido el ahora derrocado Kaboré.

Desde 2015 se han multiplicado los ataques de grupos islamistas vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico, lo que ha ocasionado el mencionado desplazamiento de 1,5 millones de personas y ha obligado a cerrar las escuelas en gran parte del país. Los yihadistas también han provocado tensiones entre las comunidades cristianas y musulmanas que antes convivían con normalidad.

Todo ello terminó erosionando la confianza de la población en la capacidad del presidente para garantizar la seguridad en el país. Los militares se quejaron de una supuesta falta de apoyo del Gobierno para luchar contra esos militantes islamistas, lo que terminó desembocando en el golpe de Estado del pasado 24 de enero.

Y ha sido durante estos años turbulentos y llenos de angustia cuando la selección de fútbol de Burkina Faso ha ofrecido alguna de las mejores actuaciones de su historia. Pocos grupos son capaces de ofrecer una capacidad de resistencia ante la adversidad como la que muestran Los Potros. En esta Copa de África han sabido sobreponerse al golpe de Estado y a los casos de covid-19 que mermaron a la selección poco después de llegar a Camerún y durante el torneo. Uno de los afectados fue su gran estrella, el delantero del Aston Villa Bertrand Traoré.