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El Metropolitano late con la goleada del Atlético en el derbi

Los rojiblancos borran al Real Madrid del campo con su ímpetu y con su fútbol. Los blancos se pusieron por delante, pero desaparecieron en la segunda mitad

Domingo García
Domingo García
Sebastián Parra

Madrid Creada: 27.09.2025 21:14

Última actualización: 27.09.2025 21:14

Julián Álvarez hizo latir al Metropolitano. «La Bombonera no tiembla, late», dice una pancarta en el estadio de Boca Juniors. El estadio se mueve, como se mueve el Metropolitano para celebrar los goles de Julián en el derbi. En el cuarto, un golazo de falta desde la esquina del área, el estadio se tambaleó al ritmo de los aficionados que acompañaban con saltos su felicidad. Sin grietas, sin riesgos, como en el barrio de la Boca, pero el Metropolitano late.

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Tiene motivos para hacerlo porque es allí, en la casa del Atlético, donde ha llegado la primera derrota del Real Madrid en la temporada. Un equipo que lo había ganado todo y que se vio desbordado por el ímpetu de los rojiblancos. Salió arrollando el Atlético, que no permitió en los primeros minutos que los madridistas se enteraran de mucho. Y supieron sobreponerse después a la remontada madridista para ponerse por delante cuando más oscuro se divisaba el panorama.

El ímpetu rojiblanco se reflejó en el primer gol del partido, un cabezazo de Le Normand después de un centro de Giuliano que avisaba de lo que vendría después. Los balones aéreos fueron un problema constante para el Real Madrid. Por ahí se le escapó el partido, por el aire le llegaron los tres primeros goles y uno más que Alberola Rojas anuló de manera correcta después de que Lenglet rematara con la mano.

El Madrid, de repente, sin hace nada, sin haber pisado apenas el área del Atlético, se encontró con el empate de Mbappé. Juega a una velocidad diferente el francés, que aprovechó un pase de Güler a la espalda de la defensa para igualar el partido.

Daba la sensación de que el Real Madrid no necesitaba esforzarse y de que el Atlético le costaba un mundo aprovechar sus ocasiones. Le Normand ayudó a que el Real Madrid se pusiera por delante. Despejó mal un balonazo de que llegaba desde la defensa madridista, en lugar de cabecear hacia fuera, despejó hacia el centro del campo, hacia un lugar que no veía y donde estaba Mbappé. La tenía Mbappé, corrió Vini que se fue hasta la línea de fondo para dejar enredados a los dos centrales del Atlético –otra vez Le Normand–. Se giró, vio a Güler que llegaba de cara, le dio la pelota y el turco, sin parar, marcó el segundo.

Era demasiado sencillo todo para el Real Madrid. Un espejismo, un sueño del que despertó a cabezazos al borde del descanso. Sorloth fue esta vez el que marcó mientras Carreras dimitía de su marca. El lateral lo vigilaba por detrás y Huijsen por delante, pero cuando la pelota voló hacia la pelota del noruego, Carreras fue un espectador más. Y ahí se acabó el partido para el Real Madrid.

El Madrid se fue derrumbando sin que Xabi Alonso hiciera nada por remediarlo desde el banquillo. Bellingham fue invisible durante todo el partido, pero aguantó setenta minutos en el campo. Xabi hizo cambios que no cambiaban nada cuando su equipo ya se había desentendido del partido.

Por arriba volvió a llegar la ruina madridista en un centro que Güler quiso despejar con el pie cuando Nico González llegaba a rematar. Tocó la pelota el turco y la cabeza del argentino, después. Alberola pitó penalti y Julián Álvarez en su semana de gloria marcó desde los once metros.

El cuarto, otra vez de Julián en un tiro libre, marcó el final del partido. No llegó Courtois a la esquina donde puso la pelota el argentino y fue entonces cuando el Metropolitano comenzó a latir. Era un momento de felicidad completa, el éxtasis de ver cómo el Atlético borraba del campo a su gran rival.

Y todavía quedaba algo más. El quinto, el gol de Griezmann. El ídolo de siempre continuaba la labor de Julián, el ídolo de ahora. Valverde perdió un balón y Baena, que acababa de entrar dio un pase al espacio que aprovechó el francés. Un ensayo para lo que debe hacer en el futuro. Otro grito. Más saltos. El Metropolitano late y el Madrid sigue buscándose el pulso que no sintió en todo el partido.

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