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La otra final

De la locura en el Bernabéu a los 400.000 en Cibeles

El madridismo se citó en el estadio para vivir la final y celebró a lo grande la Decimocuarta

No hizo falta que el autobús con la expedición del Real Madrid bajase por Concha Espina y recibiera el calor de la hinchada en la Plaza de los Sagrados Corazones. El ambiente en las inmediaciones del Santiago Bernabéu era el de las grandes noches europeas. Chamartín olía a las remontadas ante el PSG, el Chelsea o el City. Las cuatro pantallas gigantes instaladas en el estadio provocaron un ambiente similar al de los partidos que han hecho de esta Champions una de las más especiales. Entre los madridistas que poblaron la grada había hinchas de todos los rincones de España. De Ciudad Real, de Palencia, de Santander, de Jaén, de Alicante... Banderas del Madrid, banderas de España, bufandas pese al calor, camisetas, pancartas, bengalas, el himno de la Décima se mezclaba con el de las mocitas madrileñas y desde el mediodía por muchos rincones de la capital se veían cientos de camisetas del Real Madrid y se escuchaba el «Como no te voy a querer».

El ambiente que se vivió en el Bernabéu y alrededores no tuvo nada que envidiar al que se vivió en la fan zone madridista en París. Incluso hubo cánticos similares. Además de animar al Madrid hubo quien se acordó de Mbappé, del Barça y hasta de la UEFA. «Mbappé no sabe lo que se pierde. Ha decidido no venir al club más grande del mundo y quedarse allí, él sabrá», decía Ricardo junto a su hijo. José, de Cuenca, apelaba a alguien no muy querido entre el madridismo para confiar en la victoria en Saint Denis: «!Pero si lo ha dicho hasta Luis Enrique¡ Si lo ha dicho el seleccionador que no es muy madridista. Esta Champions se la merece el Madrid por cómo hemos llegado a la final».

Entre los aficionados en el Bernabéu había una mezcla generacional. Había alguno que presumía de haber vivido en directo la Séptima. Otros difícilmente recordaban la volea de Zidane e incluso había niños que disfrutaban de la que podía ser su primera Copa de Europa. Todos coincidían en que las remontadas vividas en los octavos, cuartos y semifinales eran el mejor aval para soñar con la Decimocuarta. Y así fue. «Hemos estado muertos varias veces y todas hemos resucitado», decía Jesús. Ante el Liverpool llegó la Decimocuarta. Cibeles ya estaba esperando.

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