Historias del balón
El futbolista español que espió para Rusia
Capitán del Torpedo de Moscú, seleccionado por la URSS y fichado por el Atlético, Gómez Pagola fue miembro del PCE y agente al servicio del KGB
El futbol nos ha dejado apasionantes historias de futbolistas cuyas carreras estuvieron marcadas por la Guerra Civil o por la represión de la dictadura franquista. Una de ellas es, sin lugar a dudas, la de Agustín Gómez Pagola, cuya vida quedó marcada por la Guerra Civil, el comunismo, el fútbol y la lucha antifranquista a partes iguales.
Agustín fue uno de los «Niños de Rusia» que, durante la Guerra Civil Española, fue enviado a la Unión Soviética. Su destino sería la ciudad ucraniana de Odesa. Pronto destaca por sus condiciones futbolísticas y tras pasar por la ciudad de Óbninsk (donde sobresale durante un partido de fútbol), es llevado a Moscú. Allí realiza estudios de ingeniería y se relaciona con la política soviética.
Nacido en 1922 en Rentería (País Vasco) fue uno de los tantos denominados ‘niños de la Guerra’ que partieron desde los puertos del norte huyendo del fascismo, que poco a poco iba acorralando a la sociedad vasca. El Gobierno vasco llegó a un acuerdo con la URSS para que albergara cerca de 1.500 niños en 1937 durante la Guerra Civil y nuestro protagonista desembarcó meses después en el puerto ucraniano de Odesa, donde fue acogido en un orfanato. Allí, junto a otros niños españoles que tuvieron que abandonar a sus familias por la crueldad del fascismo y la guerra, fue donde Agustín Gómez comenzó a aficionarse más al fútbol, tanto que fue seleccionado para disputar varios partidos en Óbninsk frente a una selección de jóvenes jugadores moscovitas.
Único español en jugar con la Unión Soviética
En 1941, fichó por el Krasnaya Roza, un pequeño equipo de Moscú, a la par que se unía al Ejército rojo. Tres años más tarde, su siguiente destino fue el Krylia Sovetov, un histórico conjunto de Samara. Su rendimiento le sirvió para llamar la atención de Torpedo, uno de los míticos conjuntos capitalinos, en el que se convirtió en una auténtica leyenda. La escuadra del sector automovilístico disfrutó de sus mejores años como futbolista, destacando siempre en el lateral izquierdo. Tanto, que llegó a debutar con la Unión Soviética en un encuentro ante la Hungría de los magiares mágicos. Gómez Pagola fue el encargado de marcar a Kubala, en lo que supuso el estreno de un jugador nacionalizado con la camiseta soviética.
Fue elegido el mejor jugador de la Liga en 1952, año en el que fue convocado para disputar los Juegos Olímpicos de Helsinki, aunque no llegó a debutar, y ganó la Copa. Era uno de los iconos del fútbol soviético, disputando 200 partidos con el Torpedo, cuyos aficionados le apodaron «el vasco legendario» y se ganó un gran prestigio social tras proteger a un árbitro de un intento de agresión en un encuentro ante el Dinamo de Tiflis.
Pr aquel entonces, este lateral izquierdo de Rentería ya es un converso comunista y miembro del PCE al que enviaban con cierta frecuencia por Europa en misiones organizativas de los comunistas españoles, siempre bajo el paraguas del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética).
En 1953 muere Stalin y en 1956 se producen los primeros acuerdos para que algunos de esos niños, ya adultos, regresaran a España.
De futbolista a espía
En 1956 el Régimen permite regresar a algunos exiliados, entre los que está Pagola, que volvió con su esposa y con un hermano. Tras contactar con algunos equipos, recala en el Atlético de Madrid. Lo que no sabía nadie en España es que Pagola no sólo volvía como futbolista, sino también como agente. En efecto, durante su estancia en la Unión Soviética, el jugador se afilió al PCUS y fue captado por el Gobierno para trabajar para los servicios de inteligencia, la KGB. Pese a ello, pasó el interrogatorio al que fue sometido por las autoridades españolas y supervisado por la CIA.
Su familia había mantenido contactos con diversos equipos españoles para que recalara en alguno de ellos, como el Real Madrid, la Real Sociedad o el Atlético de Madrid. Finalmente, sería el conjunto rojiblanco el que se hiciera con sus servicios. Era entonces el gran Atlético de Peiró y Collar.
Un comunista en el Atlético
Con 34 años y fuera de forma, se entrena con el club de la capital y llega a vestirse de corto en un partido amistoso disputado en el Estadio Metropolitano frente a los alemanes del Fortuna Dusseldorf (2-2). Su partido no fue bueno, y la etiqueta de “rojo” pesó demasiado. Así, acaba abandonando Madrid y retirándose del fútbol profesional.
Se estableció en Tolosa (Guipúzcoa) y se dedicó a entrenar equipos de fútbol, entre ellos el Real Unión o el propio equipo de Tolosa. Llegó a entrenar al internacional español Periko Alonso, padre de Xabi Alonso.
Esta es su tapadera, en realidad trabaja para reorganizar a los comunistas vascos impulsando el EPK (Partido Comunista Vasco). Es desde 1960, secretario general provisional del Partido Comunista Vasco y en 1961. es capturado en San Sebastián y enviado detenido a Madrid, donde se le encierra en la cárcel de Carabanchel, siendo torturado por su pertenencia al Partido Comunista de España. Tras una campaña internacional por su liberación, es puesto en libertad y emigra a América Latina y se afinca en Venezuela. Con diferentes identidades secretas, trabaja un periodo para el KGB en operaciones clandestinas.
Su enfrentamiento con Carrillo
Se enfrentó a Santiago Carrillo en el seno del PCE, porque el exfutbolista era partidario de seguir estrictamente las órdenes de Moscú, mientras que Carrillo mostraba una actitud diferente, más cercana al llamado eurocomunismo. En 1968, remite una carta a Dolores Ibarruri en la que se posiciona a favor de la intervención del pacto de Varsovia en Checoslovaquia. El 18 de septiembre es uno de los cinco miembros del comité central que votan contra el informe de Santiago Carrillo, que condenaba la intromisión de los soviéticos en la conocida como primavera de Praga.
Esta escisión acaba con su expulsión del PCE. Tras una temporada en Sudamérica, retorna a Moscú para establecerse definitivamente allí.
Pagola murió joven, el 16 de noviembre de 1975, cuatro días antes que Franco. Está enterrado en el cementerio moscovita de Donskoi. En su lápida, en español, se lee “Dirigente comunista”.
Un apasionante vida que vida de película que recoge el documental “Vivir y Morir en Rusia” dirigido por Algis Arlauskas Pinedo, hijo de la fallecida niña de la guerra Carmen Pinedo.
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