Croacia
Croacia pasó a cuartos y Modric respiró aliviado
A tres minutos del final de la prórroga, el capitán falló un penalti que daba a Croacia la victoria. En la tanda de después, lo metería. Dinamarca plantó cara, pero Schmeichel paró menos que Subasic
A tres minutos del final de la prórroga, el capitán falló un penalti que daba a Croacia la victoria. En la tanda de después, lo metería. Dinamarca plantó cara, pero Schmeichel paró menos que Subasic.
Daría para una novela imaginar que iría pensando Luka Modric cuando desde el centro del área se acercaba al área para tirar el tercer penalti de la tanda, después de haber fallado uno en los últimos minutos de la prórroga. El centrocampista croata lo había lanzado a su derecha, pero Schmeichel le adivinó la intención, detuvo la pelota y mandó el partido a la lotería de las penas máximas. Allí estaba Modric, caminando lentamente después de ver que tanto el portero danés como su compañero Subasic ya habían detenido uno. El capitán tomó el balón no miró hacia ningún lado y tiró, puede que con miedo o puede que sin pensar en nada más, con la mente en blanco, flojo y al centro. El guardameta, digno heredero de su padre, se lanzó otra vez hacia su izquierda y la pelota le pasó rozando los tacos de las botas. A punto, pero no. Modric se quitaba el peso de la culpa, de dos penaltis fallados en los octavos de final, mientras la tanda continua
Al final, paró más Subasic que Schmeichel y Croacia se planta en los cuartos de final para medirse contra Rusia. Ambos han pasado en los penaltis, pero parecen más equipo los croatas. Eso, claro, no significa nada.
El equipo de Modrid y Rakitic, que marcó el definitivo, había sido uno de los que mejor impresión había dejado hasta ahora, pero contra Dinamarca sufrió, dominó, fue dominado, pudo perder, estuvo a un pelo de ganar y no fue hasta los penaltis cuando se decidió todo. Dinamarca parecía inferior a priori y también durante la primera mitad, pero después dio un paso adelante y se puso a la misma altura que los croatas.
El partido fue un sube-baja continuo, en el que los equipos apuestan por ganar y enseguida temen la derrota. No saben si arriesgar o resguardarse, no saben si esperar que pasen los minutos o ir a por el rival y al final la emoción los desborda todo y hasta los malos encuentros acaban siendo buenos por todo lo que hay en juego.
El choque empezó a toda prisa y lleno de noticias. Nada más empezar Knudsen hizo lo que mejor hace: sacar de banda con la mano. Es un futbolista cuya mejor virtud está en las manos y no es portero. El defensa corrió más a lo ancho que a lo largo del campo, yendo de lado a lado para transformar los saques en jugadas más peligrosas que un córner. Pone el balón en el centro del área con tanta facilidad que es un peligro constante. De uno de esos balones, tras un barullo Jorgensen hizo el tanto danés.
Le tocaba a Croacia remar. Para su suerte, tras otra jugada poco ortodoxa empató Mandzukic enseguida: le llegó un rebote tras un rechace de un defensa de Dinamarca que rebotó en la cara de un compañero. Una jugada absurda que ponía, a los cinco minutos, otra vez el partido en el punto de partido, pero con un montón de cosas sucedidas.
El partido se calmó, con Croacia al mando y Dinamarca más replegada. El ritmo se tranquilizó hasta que los daneses se transformaron tras el descanso y a los croatas pareció darles un ataque de cansancio. La vitalidad de Kovacic devolvió el pulso a los suyos y el choque tomó velocidad, con más ida y vuelta y más peligro. Fue Modric quien vio un hueco en la prórroga y quien falló el penalti en el que terminó esa jugada.
¿Qué estaría pensando después, en la tanda?
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